Mientras el COVID19 atraviesa nuestro país, el Gobierno nacional planteó una estrategia que es observada, copiada y valorada en el mundo. Aún así, hay personajes que en busca de algún rédito trataron de instalar, con falsa retórica, una disyuntiva, ¿salud o economía?
Quienes hacemos economía a veces nos olvidamos que la nuestra es una ciencia social, que debe brindar herramientas para conseguir bienestar. Esta situación es la que debe hacer que, una vez cargados de mucha teoría y academia, hagamos nuestros diagnósticos siempre mirando a quienes llevarán el peso de las decisiones que se tomen con lo que hemos evaluado.
Mientras la voraz coyuntura se encarga de derribar años de teoría económica que solo funciona en la cabeza utópicas de algunos, estos, incansables, proponen que la política debe elegir entre la salud y la economía. Una dicotomía que es a todas luces falaz.
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Justifico esto último, primero, recordando que nuestros esfuerzos intelectuales deben estar siempre a la orden de resolver problemas del conjunto. En segundo lugar, por una razón ética y moral; no hay presente sin futuro, no queremos elegir quien vive y quien muere. Y, en tercer lugar, por evidencia económica.
Quienes promulgan la idea de que hay que elegir una cosa o la otra, deben tener buenas intenciones, no lo dudo, pero también tienen escasa o nula formación económica. Más allá de vetustos modelos de crecimiento que le dan poca relevancia al componente poblacional, la evidencia empírica señala que dejar morir gente, (levantar la cuarentena para que “funcione la economía”) generaría un golpe a la tasa de crecimiento.
David N. Weil, de la Brown University, en “Economic Growth”, muestra como varía la tasa de crecimiento de la renta per cápita según un cambio de la proporción de población en edad activa. A partir de esa premisa, el autor utiliza una función de crecimiento para demostrar que durante el periodo 1965-1985 en Estados Unidos, donde la proporción de la población en edad activa aumentó de 0,51 a 0,59, ese cambio demográfico elevó un 0,7 por ciento al año la tasa de crecimiento del PBI per cápita.
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El autor agrega: en Bangladesh el crecimiento de la proporción de población en edad activa elevará la tasa de crecimiento del PIB per cápita un 1,2 por ciento al año durante los próximos 20 años. Como si esto no fuera suficiente, la evidencia demostró que lo mismo ocurrió en México, Malasia, Tailandia y Turquía.
Dicho de manera muy sencilla, si aún creyéramos en la falsa disyuntiva de salud o economía, las pruebas demuestran que si hay menos PEA (población económicamente activa), o sea, si no se atiende la salud y muere gente, eso repercute en el producto de un país.
Entonces, aún si creyéramos en la disyuntiva propuesta, la teoría económica explica que para asegurar el crecimiento económico hay que cuidar a la gente.
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Con esto quiero señalar que no hay verdades absolutas, que Argentina ha demostrado su tozudez contra la teoría económica, pero, además, quiero remarcar que la economía no es más que una pequeña (o gran) herramienta de la política, es esta quien ordena. En síntesis, no hay dicotomía, lo que sí hay, de parte de aquellos que siempre intentan obtener un tajada, es una mala intención tan grande como la pandemia.