OPINIóN
Pandemia y economía

El Covid19 y un cambio en el paradigma económico

Las consecuencias del coronavirus en la economía son innegables, hay estudios que señalan que el brote costará más de US$280.000 millones en solo los primeros tres meses de 2020.

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Dólares | PASJA1000 / PIXABAY.

Las consecuencias del coronavirus en la economía son innegables, hay estudios que señalan que el brote costará más de US$280.000 millones en solo los primeros tres meses de 2020. Eso es más del presupuesto anual de la Unión Europea, los ingresos anuales de Microsoft o Apple, y ocho veces el presupuesto anual del gobierno nigeriano. Según Bloomberg Economics, las fábricas chinas estaban operando al entre 60% o 70% de su capacidad de producción la semana pasada. Se estima que el gigante asiático crecerá la mitad de lo que se esperaba.

Estados Unidos en caída libre, con la FED muy activa, planteando una expansión monetaria casi sin precedentes, aun así, el índice S&P 500 cae más del 30% en lo que va del año y la economía del norte se encuentra en una evidente trampa de liquidez. Hasta el propio Trump reconoció que no puede descartarse que Estados Unidos entre en recesión.

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Estos son fríos datos que evidencian que el COVID19 marcará un punto de inflexión en la economía mundial. Pero el quiebre del status quo no es por la pandemia, la caída de Lehman Brothers en el 2008 fue el trigger, el disparador, y el Coronavirus llegó para patear las pocas bases que quedaban en pie; fue el desencadenante de una crisis más profunda que ya lleva un tiempo gestándose. Un golpe al corazón del capitalismo tal y como lo conocemos.

El capitalismo neoliberal y las políticas de austeridad que reinaron el mundo desde la crisis del petróleo del 73, hoy demuestran su ineficacia, entre otras cosas, en los sistemas de salud y la protección social. Países que defendieron estas políticas hoy deben elegir quien vive y quien muere.

El mainstream enseñaba a países como el nuestro a fortalecer el modelo de Heckscher-Ohlin, concentrarnos en vender materias primas y que la industrialización era solo un sueño de locos heterodoxos. Hoy, a causa del coronavirus habrá una reducción de más de 50.000 millones de dólares en exportaciones globales. Solo China importaba del resto del mundo, antes de la crisis, por valor de 1,7 billones de dólares que países como Argentina dejarán de recibir.


La deuda y el dilema de Guzmán

Tal y como están las cosas queda claro que el sistema financiero especulativosobrereacciona a los acontecimientos, generando crisis aún más fuertes en la otra punta del mundo. Un efecto mariposa inédito, resultado de acciones ultraortodoxas potenciadas por la globalización.

Pero no todo es para siempre. La crisis del COVID19 pone en evidencia la ineficacia del sistema reinante, y demuestra que solo un Estado fuerte, con protección social, nos permitirá hacer frente a la creciente vulnerabilidad. Esto no es un modelo soviético, es un modelo del sentido común.

El mundo recorrió un camino virtuoso luego de la segunda guerra mundial, cuando los gobiernos entendieron que debían participar de las decisiones económicas, intervenir para generar valor y empleo, un estado de bienestar cuyo énfasis se sitúa en la función de las políticas públicas para alcanzar una base de igualdad, dentro de un sistema de mercado.

Contagio y consumo en tiempos de coronavirus

El coronavirus puede ser una oportunidad, debemos replantearnos que sistema económico queremos. Hay indicios esperanzadores. Merkel en Alemania o Macron en Francia, no se ruborizaron al hablar de tener una economía dirigida para hacer frente al virus y hasta plantearon nacionalizaciones. Lo mismo en España o Italia. El “modelo irlandés”, ejemplo de políticas liberales exitosas que estudiamos ampliamente en las universidades, acaba de nacionalizar sus hospitales privados, vestigios de que el sálvese quien pueda se está terminando.

El tesoro de los Estados Unidos, a pesar de su presidente, se despoja del peso de la ceguera ideológica y juega fuerte en la economía. El dogma del libre mercado cruje, porque la realidad pega con una contundencia absoluta. Solo con políticas contracíclicas, expansión fiscal y monetaria, con el estado pensando la economía y con objetivos claros se podrá superar este duro escollo. Ya lo ha hecho el mundo, ya lo hemos hecho en nuestro país y lo está haciendo nuestro gobierno.

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Estamos transitando una crisis pocas veces vista, no solo por la destrucción de riqueza, sino porque pone en relevancia el papel del pensamiento reinante y muchos “faros ideológicos” entienden que hay algo que empezó a terminar. Habrá que ver si, para decirlo en términos médicos, el mundo está generando los anticuerpos para no volver a la enfermedad neoliberal.