OPINIóN
Equidad

La ternura también es cosa de hombres

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Expresar. La ternura incita al adulto a cuidar el desarrollo de sus hijos. | shutterstock

Actualmente, se han movilizado los requerimientos planteados por las mujeres, alineados con las reivindicaciones del feminismo y de las teorizaciones de género. Estos son justos, ya que solicitan y reclaman la equidad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres, el cese de toda discriminación por género y la redistribución igualitaria del poder hegemónico, sustentado por los varones en las sociedades patriarcales.

Estos reclamos van dirigidos a hombres y mujeres, para formar conciencias igualitarias, y a los Estados que dirigen políticas públicas que influyen en las libertades de los ciudadanos.     

En el caso de las mujeres, se propone la equivalencia de funciones y oportunidades laborales, políticas, comerciales, académicas, sexo-eróticas y de pareja -que hacen a las libertades individuales en el espacio público y privado-, ellas se empoderan y acceden a una mayoría que antes no disponían, según los modelos tradicionales socio-familiares.

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Los varones, se encuentran ante la novedad, de una mayor participación y elección por parte de las mujeres en los espacios que, anteriormente, eran prioritariamente masculinos. Así como encuentran en las relaciones entre los géneros, una mayor equidad de derechos.   

Otro suceso que influye y decanta en nuevas subjetividades y roles de género, es influido por el hecho de que los lazos tradicionales de las familias, se forman actualmente con legitimidad y consenso, por vínculos temporales, de uniones-no-eternas. A raíz del divorcio vincular de muchas parejas y de las familias ensambladas, estas se forman con una distribución distinta de roles y funciones paterno-filiales. Resultado de lo cual la mujer, tanto como el hombre, trabajan fuera del hogar y participan de la crianza de los hijos; equilibrando sus funciones familiares de crianza.

En los varones como género, preexistía un modelo de hombría, que, actualmente incluye la afectividad amorosa y su expresividad emocional, como nortes de masculinidades nuevas. En las neo-formaciones de vínculos de pareja y familias “reinventadas”, se requiere que ambos participen de la crianza y sostenimiento de los hijos.   

Los nuevos modelos de relaciones y masculinidades, permiten explorar y sentir emociones, que antes fueron exclusividad femenina. Es el caso de una de las emociones contrarias a la masculinidad hegemónica y patriarcal: “la ternura”. Muchos varones contemporáneos tienen la puerta abierta para explorar en su propia emocionalidad, la calidez y el afecto amoroso con los hijos; resquebrajando las máscaras del machismo que dejan los legados del patriarcado.

Para apoyar a los varones exploradores, comento que: -no es conveniente “ser tierno”, porque no hay que ser ninguna emoción. Todas las emociones son temporales.

La ternura es una emoción agradable, que sustenta desde lo afectivo, el interés y cuidado por las criaturas. Incita a los adultos a estar, cuidar y nutrir con la presencia, e interesarse por el desarrollo y vitalidad de los hijos.  

Una cuota de ternura, respetándose los rasgos de virilidad que cada hombre reconozca propios, favorece la empatía y el cuidar, así como el contacto amoroso.

En las nuevas masculinidades, la hombría incorpora esta emocionalidad básica -ternura- como una emoción más. Placentera para el adulto y los hijos, liberadora de la hormona oxitocina. Esta “emoción del cuidado, de la proximidad y el abrazo” es clave para tareas de cuidado y de crianza compartida. Digo que: “la ternura también es cosa de hombres”. (TCH).

*Psicólogo cognitivo (UBA) y escritor.