OPINIóN
Análisis

Las doxarquias que enfrenta el gobierno

Complejo ejercicio tiene entonces la coalición de gobierno por volver a retomar el impulso y ser un actor prominente en la política a la hora de instalar una agenda de temas propios.

CRISTINA ALBERTO
Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en el ingreso al recinto. | NA

Las doxarquías están al orden del día y las enfrenta el gobierno nacional y muchos de los principales gobiernos provinciales al sufrir demandas que no puede satisfacer o demandas que no esperaba enfrentar teniendo a Massa como un piloto de tormentas.

Para clarificarlo, las doxarquías son acontecimientos con el carácter de demandas coordinadas con el fin y la intensidad suficiente como para cambiar una agenda de gobierno e instalar y hegemonizar un encuadre respecto de una problemática en la opinión pública obligando a cambiar la rutina en la toma de decisiones de los gobernantes y de las políticas públicas que se venían desarrollando hasta ese momento.

Es la doxarquía entonces, materializada como tal, un poder en sí mismo capaz de dominar simbólicamente un momento de la política informal y formal o institucional impuesta desde los márgenes o sectores sociales o corporativos que no tienen resolución gubernamental. 

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Las dorxarquías tienen la importancia de oxigenar y permiten aportar nuevos sentidos y contenidos a la política instrumental al incorporar cambios a las normas y acciones de gobiernos colaborando así en la reactualización de los consensos momentáneos en la sociedad en relación a problemáticas comunes.

Por esto, es un modo de influir en la política institucional que la deconstruye ampliándola, criticándola, levantando el velo sobre el ejercicio del poder rutinario de un poder ejecutivo o legislativo que ya perdió legitimidad suficiente como para mantener el status quo administrativo o sobre una política pública implementada. 

Varios de los mejores ejemplos son, la falta de cumplimiento efectivo del estado de sitio con multitudes en las calles, o los intentos de control de los espacios públicos ante movilizaciones masivas que le imponen condiciones a las autoridades policiales o judiciales.

Por esto, en la actualidad, el gobierno nacional sufre cambios en su agenda de políticas públicas ante doxarquías en problemáticas relativas a la distribución del ingreso, las políticas sectoriales de la industria, las políticas de intercambio comercial y exportación de bienes primarios, entre otros conflictos que se le imponen y le van marcando una mutación continuada de la agenda de gobierno sin poder imponer una propia.

El caso paradigmático hoy son las empresas y sindicatos de las industriales del sector automotriz. Las empresas por un lado pugnan por mejorar su posición para importar y exportar ante las nuevas normativas cambiarias y cupos en insumos afectados a la producción. Los sindicatos -al menos tres hasta el momento- muestran de modo claro, pero no menos violento también, la pérdida de valor adquisitivo y una sostenida licuación del poder de compra de los salarios producto de una tendencia inflacionaria que no tiene perspectiva de mejora en el corto y mediano plazo.

La pugna del sector se superpone entonces, a otras múltiples demandas sectoriales que todas las semanas se agregan a la compleja agenda económica-financiera que el gobierno intenta ordenar mediante medidas en particular y mediante el envío del presupuesto al Congreso de la Nación que se encuentra bajo discusión en comisiones.

Recordemos, antes de esta doxarquía industrial, se le había impuesto al gobierno la doxarquía de los grupos sociales piquetes ante el Ministerio de Desarrollo Social copando la 9 de julio y acampando sobre en Plaza de Mayo. Esta doxarquia está latente y dispuesta a imponerse nuevamente dado que reclama ser legitimidad para sus voceros y sobre políticas de protección y alimentación.

Complejo ejercicio tiene entonces la coalición de gobierno por volver a retomar el impulso y ser un actor prominente en la política a la hora de instalar una agenda de temas propios a la que siempre atenderá de modo arbitral negociado con múltiples sectores pero que no puede continuar siendo un actor que de modo espasmódico responde a las doxarquías por falta de previsión o eficacia en su programa de gobierno sin ver afectada su legitimidad de gestión.

*Javier Adrian Cubillas. Analistas de Asuntos Públicos.