De que hablamos al decir en educación presencialidad plena?
Y es que quién nos iba a decir que ese virus que andaba rondando por ahí a finales del 2019 nos iba a cambiar tanto la vida. Iniciamos otro año y la pandemia sigue aquí, el virus ha cambiado y nosotros también. Si algo hemos aprendido estos últimos dos años es que intentar predecir el futuro es un ejercicio inútil.
Paradójicamente, conociendo que la única certeza es la incertidumbre, deberemos retornar a rutina estables, que convivan con la flexibilidad de lo no predecible, poseer cierta anticipación ,genera menos angustia y menos angustia es menos ansiedad, ahora bien, dicho esto, está claro que habremos aprendido, que no somos los mismos, que hemos conocido el mundo de lo digital, que nuestra era es la digitozoica , término inventado que lo uso para aclarar que no solo somos un hombre que piensa y sobre piensa, si no que el habitar con nuestros avatar es ya es posible.
Pero estar en un mundo que cambia, en una era que difiere de las ya vividas, supone tener que entender , que lo que la humanidad debe aprender, que el sentido de la finitud, lo hace infinito, que el trascender y preguntarnos todos los días de que manera seré mejor persona, es lo que más felicidad aportará.
Planteado esto y entendiendolo , es saber que volver a lo que eramos, ya no es posible y sumado a lo que hemos probado, es que nos preguntamos, que sabor tiene regresar a la presencialidad plena.
Una presencialidad a la que no renunciamos nunca , porque a pesar de todo seguimos la presencia, en todas las instituciones, pero hoy se juega estar en lo físico y en lo virtual, a este cabalgar es que tenemos que aprender, no es uno mejor que el otro, ni se sustituyen, solo es que debemos evaluar los contextos y las habilidades que en ambos campos de presencialidad se desarrolla.
Las Universidades , estamos convocadas al regreso a su presencialidad física, a las aulas, a los muros edilicios, lo digital quedará y sumará, ya que ha probado que pudo ser de rescate, ante la incertidumbre de como continuar con los estudios y lo hizo dando buenos resultados.
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Pero hay algo de lo que estamos seguros, mas allá de la comodidad, de no viajar, de no exponerse, esta lo que se evidencia, que es lo que los espacios virtuales no puden dar, que son las habilidades sociales y las habilidades blandas , que conforman los mecanismos necesarios para entender las emociones de otros, establecer una distancia entre estas y las nuestras al mismo tiempo que construimos un canal de comunicación para conectar con la gente con la que interactuamos.
En el ejercicio de estas facultades se obtienen habilidades como la escucha activa y la comunicación asertiva verbal y no verbal, la comunicación cara a cara: esta ventaja comunicativa vuelve a las conversaciones mucho más fluidas, orgánicas y reales, pues al observar gestos y movimientos corporales es más fácil generar empatía, llegar a acuerdos o conclusiones.
Los pilares de la inteligencia emocional, se desarrollan en una forma más efectiva, desde la presencialidad física, ya que las pantallas recortan, los canales de recepción, la inteligencia emocional, es clave para lograr la autoconciencia, la autoregulación , la motivación y la empatía.
No abandonamos lo aprendido, nos sumergimos en forma abrupta a lo que ya estaba creado, lo plano de una pedagogía, también debe quedar atrás, es claro que ya la realidad ampliada supera a la ficción, pero los docentes, debemos saber que tendremos que competir con Netflix, no queremos que nuestros aprendices puedan dormir , pero no por las series , sino por la inquietud de nuestras clases, dicho esto es que volver a la presencialidad física, combinada con la remota, será un exquisita receta y podremos así ayudar a salir de las cuevas en las que nos sumergimos un 20 de marzo de 2020.
* Decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía , USAL