OPINIóN
Análisis

No alcanza con comunicar sobre COVID-19

Las campañas publicitarias para que la sociedad entienda cómo cuidarse del virus necesitan ser acompañadas por multas y un discurso unificado para que la sociedad tome conciencia.

Control de pasajeros en el transporte público en tiempos de coronavirus.
Control de pasajeros en el transporte público en tiempos de coronavirus. | Cuarterolo, Grassi, Obregón

Se viene discutiendo bastante en distintos ámbitos acerca de los errores en la comunicación sobre el coronavirus y la situación en la que está la Argentina en la lucha contra los contagios. Y se compara el resultado con experiencias como las campañas publicitarias para concientizar acerca de la seguridad vial o tabaquismo. Eso está muy bien, pero considero que le falta una vuelta de rosca.

La "comunicación" no modifica actitudes de las personas ni cambia sus preferencias. Más bien, por el contrario, tiende a reforzar ciertas actitudes que no son buenas. Incluso, la mayoría de los estudios que se citan son pre-digitales. Con lo complejo que resulta hoy establecer jerarquías de emisores, eso lo convierte aún en más dudoso.

Esto no implica que no haya que estudiar y trabajar sobre las campañas, y hacerlas efectivas tal y como se sostiene en esos documentos que están muy bien. El problema es que eso solo no funciona, porque (de nuevo) no modifica actitudes.

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La comunicación construye legitimidad y consenso sobre políticas públicas. Lo que modifica actitudes (culturas) es el tiempo o la "sanción". Y con sanción no me refiero a gases y palos, sino el Estado aplicando su legitimidad para prohibir o multar o incentivar de la forma que sea para corregir conductas y actitudes de la sociedad.

El éxito de las campañas publicitarias contra el tabaquismo o el uso del cinturón no fue (solo) un éxito de comunicación. Se empezó a usar cinturón cuando se aplicaron multas. Se dejó de fumar cuando se prohibió fumar en casi cualquier espacio público cerrado.

Las campañas generaron consenso para esas "sanciones". Pero hubo que prohibir fumar en el transporte público para que se dejara de fumar. Hoy la sociedad no permitiría que alguien “prenda un pucho” en el bondi, pero sí que suba sin barbijo.

 

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Y acá el problema es la falta de legitimidad para que sea socialmente sancionable el no usar barbijo o juntar 30 a tomar una cerveza a centímetros de distancia. Y no es un problema de comunicación. Es mucho más complejo

Es cierto, la confusa comunicación oficial no ayuda. El discurso presidencial es confuso “No hay cuarentena pero la extiendo”, “habilito las reuniones, pero no se junten”. Pero también, que un sector de la sociedad y dirigentes políticos y sociales se dedicaron a minar esa capacidad de sanción social. Minimizando o denunciando supuestas dictaduras.

No es novedad el debilitamiento de los Estados, “Hola, neoliberalismo”. Pero, por ejemplo, si el principal partido opositor quiere juntar a 257 personas que vienen de todas las provincias en un lugar cerrado para que después vuelvan a sus provincias, es difícil construir consensos.

En vez de comparar con campañas de tabaquismo o seguridad vial parece mucho más útil comparar, por ejemplo, con la evasión fiscal o tasa de trabajo no registrado por país. Puede haber una correlación mucho más rica entre esos datos y el desarrollo de la pandemia.