OPINIóN
Análisis

Un singular laboratorio de sesgos y disonancias cognitivas

Si bien políticos y extremistas demagógicos de cualquier tenor, suelen ser a menudo responsables de alimentar con material corrosivo nuestras neuronas, solemos ser nosotros los culpables de utilizar patrones analíticos  extremadamente estrechos adoptando muchas veces apresuradas, rígidas e impropias visiones y discursos.

Neurociencia cognitiva. 20211119
Neurociencia cognitiva. | Geralt-Pixabay

Numerosa investigación desarrollada en áreas de neurociencia cognitiva, psicología y economía del comportamiento, nos ha aportado abrumadora evidencia respecto al modo en que múltiples e involuntarios sesgos cognitivos (1) alteran nuestra percepción objetiva de la realidad e impactan sobre los consecuentes comportamientos evidenciados.

Si bien políticos y extremistas demagógicos de cualquier tenor, suelen ser a menudo responsables de alimentar con material corrosivo nuestras neuronas, solemos ser nosotros los culpables de utilizar patrones analíticos  extremadamente estrechos adoptando muchas veces apresuradas, rígidas e impropias visiones y discursos.

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Entre las funciones de cognición que fueron asignadas al cerebro por nuestra biología humana, está la de construir modelos interpretativos del mundo que nos rodea con el objeto de facilitarnos nuestro tránsito y  navegación a través de éste.

Esta necesidad nos enfrenta al esfuerzo de utilizar modelos analíticos complejos que permitan una mejor percepción y procesamiento de datos para la toma de decisiones, o alternativamente el uso de heurísticas simples  con atajos mentales para “resolver” problemas rápidamente.

Como nos ha enseñado Daniel Kahneman, la heurística suele ser cognitivamente “barata” ya que los modelos complejos son exigentes y requieren de un mayor esfuerzo y nuestros órganos están “preseteados” biológicamente para conservar energía. Mientras lo permitamos, el cerebro tenderá a favorecer el modelo de procesamiento más simple posible, pero estas heurísticas "simples y económicas" no siempre son las ideales y, a veces, pueden ser destructivas.

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Si lográramos sobreponernos  a esta tendencia perezosa, los modelos óptimos a adoptar deberían ser aquellos que nos permitan administrar y equilibrar adecuadamente: a) una sensibilidad de identificación de objetos y situaciones  distintas, y b) la capacidad de generalización objetiva de múltiples contextos y categorías que difieren entre sí. En el campo de inteligencia artificial, esta requerida dualidad suele denominarse como compensación de sesgo-varianza.

 

Múltiples sesgos cognitivos

Es natural que llevemos adosados en nuestro bagaje personal múltiples sesgos cognitivos como el denominado pensamiento dicotómico, el cual refiere a la tendencia a sobre-simplificar datos en términos binarios: dividiendo el mundo en grupos mutuamente excluyentes y opuestos. Esta tendencia permite al cerebro mantener el modelo operativo más simple posible, evitando perturbarlo con nuevos  datos que puedan alterar estas clasificaciones.

El sesgo de status quo refiere a nuestra preferencia por situaciones determinadas y una  total resistencia a aceptar  cambios que hayan ocurrido o que puedan ocurrir; esto aplica tanto para los  comportamientos como para las creencias y aun para diferentes conocimientos adquiridos.

 

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Los cambios significan incertidumbre, adaptación y aún refutaciones ¿por qué cambiar algo? La respuesta es que una mayoría de cambios no dependen de nosotros y por ello debemos adecuarnos a lo largo de nuestras vidas a nuevas circunstancias, conocimientos y comportamientos.

En los sesgos de anclaje o de evasión a nueva información (activa o pasiva), optamos por no acceder (mediante evasión física, falta de atención o interpretación sesgada) a nueva información o conocimientos que puedan  cuestionar, contradecir o refutar lo que ya “sabemos”.

El sesgo de confirmación sesgada ocurre cuando se busca o evalúa información de una manera que se acomode a nuestros pensamientos o ideas preconcebidas, aun si esto implicara “torcer” el sentido de nueva información para que se adecue “perfectamente” nuestras propias hipótesis.

La epistemología nos permite observar que aun el dominio de la Ciencia, donde las teorías deberían sustentarse  en función de  evidencias y refutaciones, tampoco ha sido inmune a confirmaciones sesgadas; ya sean estas por formulación impropia de hipótesis de investigación o una incorrecta supresión de datos opuestos a lo sustentado (excusa de valores atípicos o outliers).

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Otros sesgos, como los de  disponibilidad o representatividad de información no suelen reflejar circunstancias personales, sino que resultan de errores naturales en el procesamiento o interpretación de la información.

 

Argentina y las disonancias  cognitivas

Se denominan disonancias cognitivas a las tensiones emergentes entre ideas y sentimientos simultáneos y contradictorios que nos afectan tanto individual como socialmente. Al estar mentalmente atrincherados, los argentinos sentimos por ejemplo que es muy poco lo que podemos hacer para resolver conflictos de casi un siglo (decadencia socio-económica, inflación y pobreza).

Observando datos objetivos (menos educación, más pobreza y corrupción extendida) una mayoría de ciudadanos se ha rendido por completo, aunque si los miráramos quizás desde ángulos distintos estos problemas podrían interpretarse mejor:

El sesgo de atribución por ejemplo, impide que todos los involucrados en un conflicto (y por acción u omisión, activa o pasivamente todos los argentinos lo estamos) tiendan a asumir alguna responsabilidad en las consecuencias observadas. Al asociar el comportamiento de un grupo a su identidad política, racial u otra, no consideramos cómo nuestras propias acciones o inacciones pueden desencadenar o aun mantener esos comportamientos criticados; tendemos desde luego a apartarnos de la ecuación culpando a los demás por los devastadores efectos resultantes.

¿Cómo prevenir el deterioro cognitivo?

La única respuesta racional seria entonces mejorar el diálogo entre nuestros sesgos cognitivos y nuestra comprensión consciente. La educación, ya sea en las aulas o en redes sociales, debe entrenar nuestra mente para desarrollar mejores hábitos de pensamiento. Al igual que nuestros cuerpos, disciplinar nuestro cerebro puede reducir su pereza.

Debemos enseñar a dudar no solo de las respuestas, sino también de las preguntas; no solo para evaluar toda la información en cualquier debate, sino para considerar cómo se debería enmarcar su análisis y discusión. También en nuestros diálogos internos deberíamos procurar regirnos por elaboradas respuestas racionales, intentando evitar el apresurado uso de conclusiones contaminadas por los múltiples sesgos cognitivos que generalmente suelen afectarnos.

 

(1) Los sesgos cognitivos son el conjunto de efectos psicológicos no aleatorios que causan alteraciones en el modo de procesar e interpretar información captada por nuestros sentidos.

* Martín A. Morgenstern. Dr. Econ, MBA y Bsc.- Profesor e Investigador Economía de la Salud.