Las 33 piezas de arte, incautadas en el domicilio de Recoleta de la ex presidente Cristina Kirchner, constituyen un conjunto desparejo y poco audaz, incoherente desde lo estético.
La enumeración de las obras revela un gusto ecléctico y un desinterés o escasa aproximación a las artes visuales, de parte de su propietaria. No es una colección, no parecen ser obras elegidas, aunque prevalece una inclinación por lo figurativo y lo decorativo. Dada la composición de firmas, fechas y procedencias, probablemente muchas de ellas hayan sido regalos.
Roberto Aizenberg y Daniel Santoro sobresalen entre otros artistas conocidos como Leo Vinci, Hugo di Marziani, Mario Pérez, Andrés Labaké. Hay por lo menos pinturas de tres artistas extranjeros: Zaida del Río (Cuba), Hebert Roman (Bolivia), Gustavo Vázquez (Uruguay).
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La obra del exquisito Roberto Aizenberg -con improntas metafísicas, desarrollos surrealistas, geometrías líricas- es casi la única que tiene reconocimiento internacional. Por su parte, Daniel Santoro posee alta consideración por haber otorgado, con gracia y pericia, visibilidad a la iconografía del peronismo de los años 1945-1955; un lugar que se encontraba vacante.
A no ser que, según la lista difundida, entre las seis obras sin identificación se encuentre algún tesoro escondido, alguna pieza de la antigüedad clásica, es imposible que el conjunto alcance la cifra de 4 millones de dólares mencionada por algunos medios.
* Escritora, periodista y crítica de arte