OPINIóN
Ley IVE II

No nos callamos más

Callar es silenciar los abusos, las violencias, es tapar, es esconder.

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Virginia Woolf. | cedoc

La historia de la mayoría de las mujeres está oculta por el silencio o por adornos que equivalen al silencio.” (Virginia Woolf)

Empiezo a escribir esto con el debate en Diputados de fondo, que ya le dio media  sanción al proyecto, y un rato antes de salir para la plaza. Imposible que este texto no esté atravesado por emociones y anhelos.

Ayer hablé con la abogada y comunicadora feminista Ana Correa para pedirle prestada la frase de Virginia Woolf que abre su libro Somos Belén.

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Belén estuvo detenida más de novecientos días con prisión preventiva. La Cámara Penal tucumana la condenó a ocho años por homicidio agravado por el vínculo, a pesar de que su historia clínica consignó un aborto espontáneo. En todo este trayecto Belén fue despojada de derechos y sometida a distintas violencias por parte del Estado. Pero Belén habló y Ana escuchó y escribió.

A los 20 años decidí no seguir adelante con un embarazo no deseado, pude hacerlo rodeada de mi pareja de ese momento y de amigas, tuve posibilidades económicas de elegir el lugar y el profesional que garantizara la mayor seguridad sanitaria. Pero la mayor preocupación fue que nadie se enterara, menos la familia. No se lo pude decir a mi mamá: la palabra aborto no tenía lugar, no podía ser escuchada, debía ser silenciada. La negaba en las consultas médicas, yo que todo lo escribo no había podido contar mi propia historia.

La punta del ovillo que buscaba antes de sentarme a escribir apareció leyendo una entrevista a la maravillosa escritora feminista Claudia Piñeiro (a quien también le escribí ayer porque así pensamos las mujeres, en red). Para ella, “la sociedad ya legalizó la palabra aborto en el 2018”. Y señala que hoy se usa esta palabra en lo cotidiano, se habla en las familias, en grupos de trabajo o amigas, sin tapujos. Es tema de conversación entre hijas y madres, agrego, mientras miro en redes las fotos de Marti y Cata con pañuelos, glitter y sonrisas verdes.

Las pibas en la plaza no callan, cantan… ¡¡¡Y ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado que va a caer que va a caer, arriba el feminismo que va a vencer!!!

Pertenezco a una generación que creció en dictadura y represión. Callar, no decir, hablar en voz baja, silenciar los abusos, las violencias, no desear, no gozar, tapar, guardar, esconder, callar.

El silencio invisibiliza la desigualdad y la violencia.

Ahora podemos decir: las organizaciones feministas y las de DD.HH. en la Argentina estiman que se practican entre 450 y 600 mil abortos por año. Según cálculos de Anmistía Internacional, esto supone alrededor de 1.233 abortos por día, lo que se traduce a cerca de 51 abortos por hora, es decir hay más de un aborto cada dos nacimientos.

¿Alguna duda acerca de que los abortos suceden? Lo que está en juego es el derecho de las personas a decidir sobre su propio cuerpo con seguridad jurídica y de salud.

Y ya se sabe, a mayor vulnerabilidad mayor desigualdad.

Entre ellas figuran las mujeres y las niñas con bajos ingresos, las refugiadas y migrantes, las adolescentes, las lesbianas, las mujeres cisgénero bisexuales, las personas transgénero o de género no conforme y las mujeres pertenecientes a minorías o indígenas.

El silencio lo rompieron las mujeres y pibas en las calles, en las plazas, en el laburo, la universidad, la escuela, la fábrica, el comedor barrial. Y empezó a resonar cada vez más aquello que sin descanso había pregonado la Campaña Nacional por el Aborto Legal, desde 2005: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

El proyecto de ley de interrupción del embarazo (IVE) enviado por el PE cumple con el compromiso asumido por el presidente Alberto Fernández y se suma a esa histórica lucha de largas décadas. Es mi convicción que la cercanía de Vilma Ibarra custodió esa promesa.

¡Que sea Ley!

*Licenciada en Comunicación Social UNLP. Feminista.