OPINIóN
Pichetto vicepresidente

¿Presidencialismo recargado o parlamentarizado? El juego del vice

Qué función cumplen en el entramado electoral y en la configuración de fuerzas políticas.

Miguel Ángel Pichetto Senado formula vice cambiemos
Miguel Ángel Pichetto confirmó en el Senado que integrará la fórmula presidencial de Cambiemos. | Eduardo Lerke

“El poder y su sombra” fue el título que el Dr. Mario Serrafero dio a su estudio sobre los vicepresidentes, publicado hacia 1999. Como pocos, Serrafero describía esta institución particular del presidencialismo destacando que en contextos hiperpresidencialistas el vicepresidente ha sido estudiado como un actor de reparto. Pero en las últimas semanas, con los anuncios de fórmulas y coaliciones, o coaliciones ampliadas, el tema ha vuelto a debate. ¿Qué lugar ocupa el vicepresidente en el entramado institucional? ¿Cómo y bajo qué consideraciones son designados? ¿Qué función cumplen en el entramado electoral y en la configuración de fuerzas políticas? Nuestro vicepresidente es heredero de la tradición norteamericana y la justificación de su existencia, hecha por Hamilton en El Federalista, le asignaba un rol central en la sucesión del presidente y la presidencia del Senado, como su función permanente. Así, los vicepresidentes norteamericanos ayudan a sus presidentes a sortear escollos en el congreso y a neutralizar el veto de ciertos actores del sistema político, fundamentalmente, son hábiles negociadores y expertos en disuadir al congreso y, en muchos casos, son sus emisarios en el exterior. Algunos, son sus confidentes y asesores de primera instancia. En cambio, en otros casos no hay vicepresidente. Es el ejemplo del presidencialismo mexicano, allí, no hay vice. La constitución en su artículo 84 indica que “en caso de falta absoluta del Presidente de la República, ocurrida en los dos primeros años del periodo respectivo, si el Congreso estuviere en sesiones, se constituirá inmediatamente en colegio electoral, y concurriendo cuando menos las dos terceras partes del número total de sus miembros, nombrará en escrutinio secreto y por mayoría absoluta de votos, un Presidente interino (…).”En un diálogo sorprendente de la pluma de Carlos Fuentes en La Silla del Águila, los protagonistas reflexionan:

“-¿Por qué no tienen ustedes un vicepresidente como nosotros —me pregunta el embajador de los EEUU, Cotton Madison—. Ya ve, matan a Kennedy, asume Johnson; renuncia Nixon, asciende Ford. Ningún problema.

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Trato de explicarle que durante el siglo XIX, cuando tuvimos vicepresidentes, estos prohombres se dedicaron a minar y derrocar al Presidente en turno, empezando con la sublevación de Nicolás Bravo contra Guadalupe Victoria en 1827. (…) Podría hacer una lista de lavandería de vicepresidentes desleales.”

Serrafero distinguía agudamente el tramo electoral, es decir de conformación del binomio presidencial y carrera electoral; del tramo de gobierno, o sea, la relación entre el presidente y su vice una vez llegados al poder. En el tramo electoral, tradicionalmente los presidentes eligen a su vice por la tracción de votos que ellos generan, dicho simplemente: porque suma votos. Por lo tanto, la vicepresidencia es un lugar estratégico para el armado de coaliciones, o su ampliación.

En el tramo de gobierno la relación puede ser cooperativa o tensa, incluso, conflictiva o confrontativa, lo que en muchos casos termina con la renuncia del vice y pone en juego no solo la estabilidad del gobierno sino de todo el sistema. Y acertaba Serrafero cuando escribía que el vice juega a la deslealtad, que estar a la sombra del presidente lo invita, más tarde o temprano, a la traición. El mejor ejemplo de todo lo expuesto lo constituye el caso De la Rúa – Chacho Álvarez. Pero podríamos agregar otros, como el de Temer con Dilma Rousseff. Ganar elecciones es solo una parte de la lógica del presidencialismo, pero estos “matrimonios por conveniencia” muchas veces no encuentran forma de convivir una vez pasadas las elecciones.

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Puesto así, la vicepresidencia es un espacio estratégico en el entramado institucional, pero sobre todo, en la dinámica y funcionamiento diario del ejercicio presidencial. Un vice leal, ocupando la presidencia del Senado, y con amplios poderes de negociación, puede asegurar la gobernabilidad del sistema. Aquí, el presidente puede ser el líder de una coalición que gravite sobre gobernadores aliados, que propicien el diálogo federal cuyo punto de encuentro y convergencia sea la Cámara Alta. Un vice desleal, minando la estabilidad del presidente, puede poner en jaque a todo el sistema. Lo cierto y como conclusión, es que la vicepresidencia supone una tensión en el presidencialismo que jugar en favor de un reequilibrio institucional o puede reforzar el presidencialismo, y dependiendo de sus ocupantes puede resolverse de manera constructiva, o no.

* Dra. Constanza Mazzina, Licenciada en Ciencias Políticas y Politologa USAL.