INTERNACIONAL
Ecos de la destitución de Dilma

Brasil: Temer asumió como Presidente en plena crisis económica

El nuevo mandatario llega salpicado por el escándalo del petrolao y con un índice récord en desempleo.

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El Presidente de Brasil | AFP
Tras la votación de los 81 senadores, convertidos en una especie de Gran Jurado, el vicepresidente Michel Temer, de 75 años, asumirá la presidencia por la destitución de Dilma Rousseff.

Temer (PMDB, de centro-derecha), que ya ocupaba el cargo como mandatario interino, prestará juramento ante el Parlamento antes de viajar a China, para la cumbre del G20 de este fin de semana, donde pretende participar ya con el título oficial de presidente.

El voto cierra una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en vías a su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.

"Este proceso es una farsa, farsa, farsa", disparó el senador Linderbergh Farias, del PT. "¡Canallas, canallas, canallas!", señaló este miércoles en un encendido discurso.

Será "la elección indirecta de un gobierno usurpador", lanzó el lunes Rousseff en una dramática defensa ante el Senado en la que aseguró ser víctima de un golpe de Estado, orquestado por Temer.

A Temer le durarán poco las ganas de celebrar.

Con el desempleo en niveles récord (más de 11 millones de personas), la inflación galopante y un gigantesco déficit fiscal, la economía brasileña se contraerá un 3,16% este año, según los datos revelados este miércoles por el Banco Central, que revisó al alza sus previsiones. 

El nombre de Temer también saltó en las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas.

El ahora presidente interino niega cualquier vinculación con la trama y la Justicia nunca ha presentado cargos contra él.

Y también necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de "usurpador".

"Dilma va a pasar a la historia como una figura ambigua: va a ser vista como una villana del punto de vista de la gestión, fue una mala gobernante, que erró mucho, que no supo dialogar con el Congreso, que es responsable en parte por la economía y todo eso va a ser atribuido a ella", dijo a la AFP, Michael Mohallem, analista de la universidad FGV de Rio de Janeiro.

Pero "también va a haber una lectura sobre el proceso en sí, que fue usado para favorecer a un grupo político, para llevar a Michel Temer y al PMDB al poder de un modo no tan legítimo como serían las urnas", añadió.

En su última presentación como presidenta ante el Senado, esta economista que fue guerrillera marxista en su juventud y sufrió torturas en la última dictadura (1964-1985) se mostró altiva y dijo que solo unas elecciones directas pueden juzgar a un jefe de Estado. 

Y señaló que ella será quien quedará "del lado correcto de la historia".