OPINIóN
Internacional

Política económica y números del primer año de Jair Bolsonaro

El déficit fiscal y el aumento de la deuda pública son los problemas económicos que han adquirido mayor relevancia en los últimos años.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro | DPA

El gobierno de Jair Bolsonaro se propuso como principales objetivos de su gestión económica la reducción del déficit público y el aumento de la productividad del sector privado vía la liberalización económica. El déficit fiscal y el aumento de la deuda pública (que llegó al 77% del PBI) son los problemas económicos que han adquirido mayor relevancia en los últimos años. La meta del resultado primario del gobierno para 2019 es de un déficit de R$139 mil millones, estimado en un 1,94% del PIB. Brasil tiene déficit fiscal desde 2014, y en mayor medida el mismo se debe a un  sistema previsional deficitario. El déficit de la Previdencia brasileña, causado por el envejecimiento de la población, se acentúo a partir de la crisis de 2015-2016 (gráfico 1). Con la crisis se produjo una contracción del PBI del 3,55% en 2015 y del 3,30% en 3016, la destrucción de puestos de trabajo formales y el crecimiento del trabajo informal y el cuentapropismo (gráfico 2). Los años de 2017 a 2019 fueron prácticamente de estancamiento económico, sin embargo, para 2020 las previsiones son de que el PBI estaría creciendo más del 2% (gráfico 3).

 

Gráfico 1: Fuente: Tesoro Nacional de Brasil.

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Jair Bolsonaro y su superministro de Economía, Paulo Guedes, han encarado un ajuste y reformas estructurales para equilibrar la situación fiscal brasileña. En simultáneo se ha iniciado un proceso de liberalización económica. Los ejes más salientes del gobierno que se inició el 1° de enero de 2019 son las privatizaciones de empresas estatales y concesiones de servicios públicos, la apertura económica a la entrada de bienes, capitales y servicios extranjeros, la reducción de los gastos y el tamaño de la Administración Federal y la ambiciosa agenda de reformas que se inició con la Reforma Previsional aprobada en octubre.

 

Gráfico 2: Fuente: Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

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Principales medidas e indicadores del primer año de Jair Bolsonaro

La Reforma Previsional posiblemente sea el hecho más relevante de 2019. Los  principales puntos de la misma fueron la fijación de una edad mínima de 62 años para las mujeres y de 65 para los hombres, y un mínimo 15 y 20 años de aporte, respectivamente. También se modificaron las alícuotas de contribución, siendo más alta para los de mayores ingresos, y se estableció una nueva fórmula para calcular las jubilaciones (se pasan a calcular en base a todos los aportes y no ya sobre el 80% de los mejores). Con esas y otras medidas de la Reforma, el gobierno calcula que se ahorrarán R$800.000 millones en diez años.

 

Gráfico 3: Fuente: Panorama Macroeconómico, noviembre 2019. Secretaría de Política Económica, Ministerio de Economía de Brasil. ​

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El gobierno de Bolsonaro considera fundamental la enmienda constitucional del “techo de gastos”, aprobada en 2016, en plena contracción económica, ya con Michel Temer como presidente, y que estipula que los gastos de la Administración Federal se mantengan iguales al año anterior, sólo corregidos por la inflación. Se trata de un congelamiento presupuestario por 20 años, incluído en la Constitución mediante una mayoría especial del Congreso.

Según el gobierno el crecimiento de los gastos obligatorios (previdencia, asistencia social, salarios de empleados públicos, entre otros) ha hecho con que el ajuste recaiga sobre los gastos no-obligatorios o discrecionales, como inversión pública, programas y proyectos de gobierno y gastos para el funcionamiento de los ministerios. En función de ello, Bolsonaro redujo el número de ministerios y organismos con rango ministerial de 29 para 22. También se eliminaron 40.500 cargos “obsoletos” de la estructura del Gobierno Federal durante todo 2019. El diagnóstico oficial es que no hay margen para realizar el ajuste fiscal subiendo impuestos (que ya serían demasiado altos), por ello desde el Ministerio de Economía encabezado por Paulo Guedes se han focalizado en reducir los gastos mientras avanza con las reformas de fondo.

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Sólo este año se privatizaron la Transportadora Asociada de Gas (TAG), la BR Distribuidora (estaciones de servicio de Petrobras) y Liquigás. Sumaron R$51.300 millones en privatizaciones. También hubo venta de acciones de otras estatales y un total de R$ 13.200 millones en ventas en campos de petróleo de la Petrobras.

Hasta el tercer trimestre, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) calculó un crecimiento del 1,0% en relación a igual período de 2018. El lunes 30 de diciembre el Banco Central difundió su informe Focus, que releva las expectativas del mercado financiero. Allí se estima terminar 2019 con un crecimiento de 1,17% del Producto Bruto Interno (PBI).

Un dato resaltado por empresarios y políticos es que el crecimiento del PIB fue impulsado en exclusiva por el sector privado, ya que han caído los gastos de la Administración Federal. También, muchos señalan la mejora en el clima de negocios, sobre todo del empresariado nacional y a raíz de los esfuerzos de estabilización fiscal. El Ibovespa, Índice de la Bolsa de Valores de San Pablo, acumuló una suba de 31,58% durante 2019, superando sus propios récords varias veces durante el año.

El crecimiento del PIB en los últimos meses, tal como reconocen desde el gobierno, se debió en gran medida a la inyección de dinero vía la autorización de extracciones del Fondo de Garantía del Tiempo de Servicio (FGTS). El FGTS se forma con el aporte patronal del 8% sobre el salario del trabajador, el dinero se deposita en una cuenta de éste y forma un fondo al que puede acceder en caso de despido o enfermedad, entre otras. El gobierno autorizó que los trabajadores retiren excepcionalmente parte de ese dinero (primero se autorizó hasta R$500 y luego se amplió a R$998), lo que significó una inyección en la economía de R$40.000 millones.

La crisis del trabajo por detrás del boom de nuevas "empresas" en Brasil

En relación al empleo, en noviembre Bolsonaro firmó el decreto que creó el programa de empleo “Verde Amarelo”. Destinado a jóvenes que ingresan a su primer trabajo y ganan hasta un salario mínimo y medio, esta nueva modalidad de contratación establece una reducción de los aportes patronales: baja del FGTS del 8% al 2%, exención del aporte del 20% para Seguridad Social y, de común acuerdo con el  empleado, reducción de la multa por despido en un 50%. Para compensar lo que el estado deja de recaudar, el decreto fija que los desempleados tendrán que comenzar a pagar un 7,5% sobre el seguro de desempleo. Ese último punto ha sido muy cuestionado y es posible que se modifique en el paso de la normativa por el Congreso (en Brasil los decretos son llamados de Medidas Provisorias y entran en vigencia inmediatamente pero luego deben ser sometidos a la aprobación del Congreso).

Entre enero y noviembre de 2019 se crearon 948.344 puestos de trabajo en blanco (cien mil más que el mismo período de 2018) y con la proyección de diciembre se prevé que lleguen a algo más de un millón en el año, en lo que ya es el mejor resultado desde 2013. Por actividad: crecieron en 106 mil los puestos de trabajo en comercio y en 44 mil en servicios; fueron 24 mil puestos menos en indústria, 19 mil menos en agropecuaria y 7 mil menos en construcción civil.

De los 948 mil puestos creados, 76 mil corresponden a la modalidad de “trabajo intermitente”, creada por la Reforma Laboral de 2017 y que estipula la prestación de servicios discontínua, con períodos establecidos en horas o días o meses. La desocupación, según el último informe del IBGE, se sitúa en 11,2%, 11,9 millones de personas. En comparación con el mismo trimestre de 2018 (de septiembre a noviembre) es un 0,4% menos. La Población Económicamente Activa (PEA) llega actualmente a 106,3 millones, 1,2 millones más que el mismo trimestre de 2018. El crecimiento de la PEA explica en gran parte la persistencia de la desocupación a pesar de la creación de nuevos puestos de trabajo mencionada más arriba.

En los últimos meses el trabajo en negro se ha mantenido estable, luego de crecer en los últimos años (se estiman 11,8 millones de personas). En cambio, el cuentapropismo continúa creciendo y en relación al último trimestre de 2018 hubo un aumento de 3,6%. En muchos casos, por detrás del cuentapropismo y la creación de nuevas “empresas” se encuentran la precarización del trabajo, la uberización  y nuevas formas de trabajo permitidas por la Reforma Laboral, tal como se mostró en esta columna.

¿Cuál es el límite del clan Bolsonaro?

En relación a la liberalización económica, en septiembre se sancionó la ley de Libertad Económica que, entre otras cosas, exime de la necesidad de habilitación a establecimientos de actividades de bajo riesgo, disminuye requisitos y facilita la creación de empresas, prohíbe la creación de barreras para limitar la competencia nacional o extranjera, y los patrimonios de las empresas se separan de los patrimonios de socios y administradores en caso de quiebra o ejecución de deudas. La ley de Libertad Económica se orienta principalmente a pequeñas y medianas empresas.

En diciembre la tasa básica de interés bajó al 4,5%, el mínimo desde 1999. En una entrevista reciente a Globo News el ministro de Economía, Paulo Guedes, sostuvo que Brasil era el paraíso de los rentistas y el infierno de los emprendedores, “eso cambió”, dijo, al hablar de la baja de la tasa de interés. Además, según Guedes, con ello el estado ahorrará en torno a R$100.000 millones en pago de intereses de la deuda durante 2020.

Para completar la agenda de reformas el gobierno ya ha enviado al Congreso un proyecto de nuevo Pacto Federativo y la Reforma Tributaria posiblemente sea tratada en la primera mitad del año. La Reforma Administrativa, que también está en los planes del gobierno, presenta dificultades para su aprobación. Además, en octubre hay elecciones municipales, lo que seguramente dificultará en algún grado la aprobación de las propuestas del gobierno en el Congreso .

 

Proyección de crecimiento y desafíos a futuro

Según el informe Focus, del Banco Central, el mercado financiero espera un crecimiento del 1,17% en 2019 y 2,3% en 2020. Se estima que la inflación en 2019 será de 4,04% y para 2020 de 3,61%. En cuanto al desempleo, el Banco Itaú en su informe Escenario Macro de diciembre estima una caída de medio punto por año hasta fines de 2021.

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El año y la década comienzan con el desafío de colmar la expectativa de recuperación económica. Luego de la fuerte crisis de 2015 y 2016 y dos años en los que se prometía crecimiento (2017 y 2018), retomar la senda del crecimiento económico es la gran obsesión brasileña y todos esperan que 2020 sea un punto de inflexión respecto al estancamiento de los últimos años.

Por otro lado, en opinión de este columnista, en gran medida la sociedad brasileña sitúa sus expectativas en comparación con los mejores años del Partido de los Trabajadores. Gran crecimiento del consumo masivo, desocupación en torno al 7% (contra 11,2% de hoy), significativa reducción del trabajo informal, pobreza extrema del 4,5% en 2014 (contra 6,5% en 2018) son algunos de los datos -hoy lejanos- sobre los que buena parte de la sociedad brasileña, consciente o inconscientemente, traza una comparación y construye sus expectativas sobre el futuro. De modo que, en 2020 y los años subsiguientes, no sólo habrá que ver la evolución de los indicadores económicos y sociales, sino también la evolución de las demandas y expectativas de la población.