OPINIóN
Malvinas

Los que estuvimos bajo bandera en 1982 somos todos Veteranos de Guerra

Aún queda pendiente el reconocimiento a otros hermanos negados escandalosamente por el Estado Nacional.

ex combatientes foto cedida por autor de columna
Malvinas, el 14 de Junio de 1982: Marcelo Paolini (sostiene una vela) prisionero de los ingleses, junto a su compañeros. | Gentileza del autor.

Cuando viajé hacia las Islas Malvinas tenía el pecho hinchado de orgullo y sentía que participaba de una acontecimiento histórico. Contra lo que algunos vivieron, con mis compañeros soldados conscriptos tuvimos entrenamiento y una buena preparación en las distintas compañías del Regimiento de Infantería Mecanizado 6 General Viamonte, de Mercedes provincia de Buenos Aires, al mando del Teniente Coronel, Jorge Halperin. Mi superior directo fue Mayor Oscar Jaimet, perteneciente al Grupo de Comandos.

Llegamos a las islas el 13 de abril de 1982 y nos enviaron a la retaguardia ya que el ataque inglés se esperaba en Puerto Argentino. Me asignaron junto a mi compañero, el soldado Marcos Rossi, al Monte Dos Hermanas, integrando desde ese momento, la Compañía B al mando del Teniente Primero, Raúl Abella. El 1 de mayo comenzaron los bombardeos a Puerto Argentino y al día siguiente, con el ataque y hundimiento de Buque General Belgrano comenzaron a bombardear nuestras posiciones.

Primero atacaron al Monte London, cuya defensa era sostenida por el glorioso Regimiento 7 de La Plata, donde se produjeron bajas importantes en ambos ejércitos. Inmediatamente después, atacaron a nuestras posiciones en el Monte Dos Hermanas.

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Lo que era en un principio y creímos que era la retaguardia pasó de un momento a otro, a ser el principal frente de combate. Los ingleses que habían desembarcado en la Bahía San Carlos habían logrado constituir una cabecera de playa y desde allí avanzaban hacia Puerto Argentino debiendo pasar por nuestras posiciones.

Recibimos fuego cruzado desde los cañones de las fragatas británicas y desde su artillería terrestre. Finalmente distinguimos el avance de varios regimientos de combatientes ingleses, que paso a paso, avanzaban hacia nosotros. Pese a la superioridad en número y armamento por parte de los invasores, logramos contener, en parte, su avance. Allí donde todos saben o deberían saber de la actuación destacada de hombres como el Mayor Oscar Jaimet, el Subteniente Esteban V. La Madrid y el soldado Oscar Ismael Poltronieri que tuvieron acciones heroicas, junto a todos los que murieron y fueron heridos repeliendo el ataque ingles. Nos replegamos cuando ya la lucha era insostenible y cuerpo a cuerpo.

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Nos desplazamos varios kilómetros bajo fuego enemigo constante y nuestra Unidad junto a otras fracciones del Regimiento 4 nos sumamos a las posiciones del Capitán, Carlos Hugo Robacio, quien tenia a cargo del Batallón de Infantería 5, en el Monte Tumbledown. Allí finalmente tendría el honor de luchar en la  que seria la última batalla contra el Imperio Británico, aprendiendo el valor y coraje de los Infantes de Marina. Nunca olvidaré su actuación, combatiendo hasta agotar la munición cara a cara con los soldados británicos.

Pero llegó la orden que el general Menéndez de rendirnos pues había firmado la capitulación. Perdimos mas de 600 compañeros en las batallas de aire, mar y cielo, centenares llegaron con heridas en el cuerpo y todos con una herida profunda en el alma. Gran Bretaña perdió a 255 soldados, sufrieron casi mil heridos.

Cuando llegamos al continente no fue como lo soñamos, habíamos perdido la guerra. Sentimos que defraudamos a nuestro pueblo por no haber triunfado y mantener la recuperación lograda aquel glorioso 2 de Abril. Solo nos esperaban nuestras novias, familias, amigos y vecinos para abrazarnos con lágrimas, que eran una mezcla rara de alivio por el fin de la guerra, el reencuentro y el pesar por todos los que murieron bajo fuego enemigo.

En 1982 para nosotros no hubo desfile. Solo silencio.

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La conducción de las Fuerzas Armadas y los lideres políticos- salvo algunas honrosas excepciones- nos dieron vuelta la cara. Llegamos a nuestra casas con la mochila cargada de culpas. Parecía que no importaban nuestros muertos, heridos, nuestra entrega y compromiso. Se nos ocultaba. Y se nos tapó durante diez años en nuestro caso y se sigue ocultando la realidad a muchos otros camaradas hasta el día de hoy no tienen su merecido reconocimiento.

Muchos, sufrimos más en el continente de la posguerra, que en el campo de batalla. No se nos respetó, ni a los héroes caídos, ni a los heridos, ni a nadie de la generación Malvinas. Muchos de los ex combatientes mutilados y heridos pedían limosna en las calles. No encontrábamos trabajo si decíamos que estuvimos en la Guerra de Malvinas. Primero nos llamaron los “chicos de la guerra” y cuando comenzamos a organizarnos y reclamar el mínimo derecho a una obra social, nos llamaron los “locos de la guerra”. Ante tantos agravios e impotencia, muchos tomaron la drástica decisión de quitarse la vida.

Cuando el Estado Nacional nos entregó un fusil y granadas para ir a combatir al imperialismo inglés, norteamericano y sus socios europeos no éramos chicos. Éramos soldados de 18 y 19 años. No es aceptable que a la vuelta de la guerra, nos llamen “chicos”, cuando ya éramos hombres.

 “Los chicos de la guerra” fue y es una manera peyorativa de tratarnos para ningunearnos, negarnos.

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Ahora luchamos contra el colonialismo cultural. Paso a paso avanzamos, con el importante panteón a los caídos en la Plaza San Martín. Aún hoy recuerdo a varios arquitectos se escandalizaban en los medios de comunicación. Decían que “rompía la barranca” y que era “provocar a Inglaterra” ya que estábamos frente a la Torre de los Ingleses en Retiro. Que dicho sea de paso, esa era la plaza del mercado de esclavos que traían los barcos piratas ingleses, para su venta, en el infame negocio de trata de personas.

Luego logramos que la fecha del 2 de Abril sea declarada “Día del Veterano de Guerra en la República Argentina” y también logramos una pensión, trabajo y obra social, poco a poco la sociedad nos fue reconociendo y dignificando como Veteranos de Guerra de Malvinas. Pero aún queda pendiente el reconocimiento a otros hermanos Veteranos de Guerra. Negados escandalosamente por el Estado Nacional.

¿No son Veteranos de Guerra los soldados artilleros que custodiaban el aeropuerto de Río Gallegos de donde partían nuestros aviones de combate? ¿No son Veteranos de Guerra los soldados y civiles que viajaron al mar Mediterráneo en Gibraltar para una acción submarina conocida como Operación Algeciras para detener a las fragatas inglesas antes que partieran? ¿No son Veteranos que Guerra los soldados que repelieron la invasión al continente por parte de grupos comando ingleses que pretendieron dinamitar el aeropuerto de Río Gallegos? ¿No son Veteranos de Guerra los soldados, enfermeras y médicos que recibieron en el continente a los 1.082 heridos según cifras oficiales? ¿No son Veteranos de Guerra los pilotos, civiles y militares que desde Ushuaia, Bahía Blanca, Mar del Plata, Puerto Madryn, Necochea, Viedma y Buenos Aires partían de manera interrumpida durante todo el conflicto hacia el horizonte del océano Atlántico para avistar naves o movimientos de la flota inglesa?

¿Y los oficiales de inteligencia que estuvieron en el exterior del país buscando claves o datos útiles en el conflicto, tampoco lo son? ¿Y los radaristas y soldados que desde todos los puntos del país, en permanente Alerta Roja, de la Quiaca a Tierra del Fuego, durante centenares de horas que cubrían nuestras espaldas y que eran blanco fácil, tampoco son Veteranos de Guerra?

¿Los soldados que estaban en las trincheras soportando el frío de la nevada cordillera de los Andes, cuidando el frente de un vecino, socio de nuestros enemigos, no es tampoco digno de un reconocimiento? ¿El frío de esos soldados fue menor al de los que estuvimos en las Islas?

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La campaña contra la Argentina por parte de Inglaterra no se detiene. Luego de la batalla de Malvinas vinieron por nuestro desarme espiritual. Todos los argentinos y especialmente los Veteranos de Guerra de Malvinas que fuimos reconocidos oficialmente como tales, le debemos un gran abrazo a los miles de Veteranos que estuvieron bajo bandera en 1982 y fueron excluidos de ese reconocimiento. Ellos fueron parte activa y determinante de la guerra en defensa de la Patria. Pusieron su vida en riesgo tanto como nosotros, cumpliendo con su deber de soldados durante todo el conflicto, siendo ignorados hasta el día de hoy. Nadie eligió su puesto. Respondimos al llamado y allí fuimos. Cada uno a su lugar asignado.

Charly García cantaba en el estadio de Ferrocarril Oeste en 1982 “No bombardeen Buenos Aires”. ¿Hubiera sido posible? Claro que sí. Relaté más arriba, cuando me mandaron a la retaguardia y terminé en el frente de batalla. El teatro de operaciones británico no tenía límites, ni fronteras. Hundieron el Crucero General Belgrano, fuera de todo código militar y penetraron en el continente para dinamitar el aeropuerto de Río Gallegos. Se abastecían en la isla Ascensión colonia de los Estados Unidos y operaban ilegalmente desde cualquier país vecino si les resultaba necesario. Para los ingleses, la guerra no fue contra las islas Malvinas, sino contra la Argentina. El “botín” fue Malvinas y su proyección antártica. El conflicto continúa, por medios diplomáticos.

Una vocación patriótica nos inculcaron desde la escuela primaria, y más aún, desde el jardín de infantes; que las Malvinas fueron, son y serán Argentinas. Muchos seguimos pensando lo mismo.

En 1982 quienes estuvimos bajo bandera somos todos orgullosos Veteranos de la Guerra de Malvinas.

* Soldado combatiente de la guerra de Malvinas en Monte Dos Hermanas y Tumbledown. Regimiento de Infantería Mecanizado 6 General Viamonte