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Malvinas: la curiosa historia de cómo identificaron al soldado número 100

A 36 años de su fallecimiento, confirman la ubicación en el Cementerio de Darwin del capitán Rubén Márquez

Lorna y Victoria Márquez.
Lorna y Victoria Márquez. | Secretaría de Derechos Humanos

En 1998, Elda Gazzo recibió una nota anónima en la habitación del hotel que ocupaba en Puerto Argentino, Islas Malvinas. Allí, le indicaban que su hijo estaba junto a su compañero de armas, Oscar Humberto Blas, entre las tumbas 10 y 9 del Cementerio de Darwin. Nunca supo quién fue el autor de esa nota. Pero, veinte años más tarde, sus nietas, sobrinas del capitán Rubén Eduardo Márquez, confirmaron que aquel mensajero desconocido estaba en lo cierto.

El capitán Márquez había en Coronda, Santa Fe. Falleció, con 26 años, detrás de las líneas enemigas en el área del Monte Kent, el 30 de mayo de 1982. Hoy, sus sobrinas Lorna y María Victoria Márquez conocieron la ubicación exacta de su cuerpo en el cementerio de los soldados argentinos caídos en la guerra del Atlántico Sur. “Chilo”, como le decían sus camaradas, está en la tumba número 10, junto a Blas, cuyo lugar de entierro había sido también había sido determinado hace algunos meses.

Es el soldado argentino número 100 identificado gracias a un acuerdo entre el gobierno Argentino, el del Reino Unido, el Equipo Argentino de Antropología Forense y la Cruz Roja. Deja de ser así un “soldado argentino sólo conocido por dios” y sus sobrinas esperan visitar la tumba el próximo año. Ellas habían participado del viaje organizado en marzo por la Secretaría de Derechos Humanos. Los familiares de Blas ya habían recibido la confirmación y les dijeron que los acompañaran durante el homenaje realizado en las islas. Estuvieron, como su abuela 20 años atrás, frente a la tumba número 10.

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El anillo fue una de las pruebas usadas para identificar al soldado 100.

Lorna y María Victoria contaron hoy, con los ojos enrojecidos, cómo continuaron el esfuerzo que había iniciado la madre de Márquez para conocer el destino final de su hijo, integrante del Compañía 602 del Ejército. Lo hacen con una foto de su abuela en mano, donde se la ve frente a las dos tumbas que la nota anónima le había señalado. Ellas nunca le habían creído del todo la historia del mensaje, tan misterioso como acertado. Pero los datos genéticos han ofrecido un 99,97% de certidumbre de que el dato era correcto.

También lo confirma el anillo de matrimonio que recibieron hoy de manos de Avruj. Era la única pertenencia con la que fue enterrado. Márquez se había casado seis meses antes de ir a Malvinas. No tuvo hijos, por eso la lucha por conocer su destino final la siguieron sus sobrinas cuando a la abuela se le acabó el tiempo.

Identificaron a otros dos soldados muertos en la guerra de Malvinas

Como tantas otras madres de soldados caídos, Elda falleció antes de que se iniciara el proceso de identificación. “El tío nació militar y murió por lo que creía, su bandera, el Ejército y la Patria; los argentinos aprendimos que la guerra no sirve para nada, pero el tío se había preparado para eso y fue con orgullo a defender a la patria”, cuenta Lorna tras la reunión con el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, en el Museo de la Memoria.  

Cementerio de Darwin en las Islas Malvinas
Cementerio de Darwin en las Islas Malvinas

"Mamá la patria me llama” le dijo Márquez a Elda antes de partir a las islas donde dejaba la vida horas después de su arribo, en un enfrentamiento con las fuerzas de élite del Reino Unido, SAS, en la zona cercana a Monte Kent conocida como Bluff Cove Peak. La próxima noticia que recibió fue la de su fallecimiento. Desde ese día luchó por conocer su lugar de entierro y las circunstancias de su muerte en combate.

En busca de esta verdad, cuentan sus nietas, ella visitó hace ya muchos años a Aldo Rico, comandante de la Compañía 602. Esperó seis horas y nunca la recibió. Un tiempo después, Rico tocó en la puerta de su casa, en Coronda. Le dijo que no había podido recibirla en ese momento porque no sabía qué decirle, cómo explicarle. “Él también necesitaba un tiempo” piensa en voz alta María Victoria. El tiempo también les trajo a ella y a su hermana Lorna la respuesta que esperaban. 36 años después de la partida de su tío Chilo.