Dos economistas con miradas supuestamente dogmáticas y antagónicas están al frente del país y de la provincia más importante. Pareciera que nada comparten Javier Milei y Axel Kicillof. Sin embargo, en los últimos días y de la mano de las necesidades políticas, volvieron a dar muestra de una gran dosis de pragmatismo que los asemeja.
El mismo Presidente que hace dos años hizo su discurso de asunción de espaldas al Congreso, algo que no tenía antecedentes, estuvo el miércoles en uno de los palcos de la Cámara de Diputados, celebrando con su hermanísima Karina y su fiel Manuel Adorni la asunción de los legisladores libertarios. Tampoco nunca antes un jefe de Estado había hecho eso.
Semejante pirueta se explica más desde el hecho de que el bloque violeta se convirtió en la primera minoría en la Cámara a que se haya terminado la “casta” legislativa, como se pretende convencer con el relato oficialista.
¿Cómo LLA consiguió robustecer su número de bancas por encima de las que obtuvo por su triunfo electoral? Atrayendo voluntades del PRO y de radicales con peluca con promesas de mayor protagonismo e incidencia, como mínimo. La muñeca típica de la casta.
A las mismas argucias recurrieron para conseguir un desguace mínimo del bloque peronista, pero suficiente para desplazarlo a la segunda minoría. Para ello contaron con la contribución de ciertos gobernadores del peronismo, empezando por el catamarqueño Raúl Jalil (que sacó a sus diputados del PJ) y el tucumano Osvaldo Jaldo (que mantuvo su grupo aparte e hizo otro guiño en el Senado).
En esta tarea de “convencimiento” de los mandatarios provinciales tuvo un rol protagónico el flamante ministro del Interior mileísta, Diego Santilli, con una habilidad tan amplia en la negociación como extenso es su CV en la política. La casta es el otro.
El último viernes, Santilli dio otra demostración de la flexibilidad libertaria, al recibir junto a Adorni en la Casa Rosada al gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, uno de los pocos mandatarios peronistas que no tenía hasta las elecciones de hace un mes vínculo alguno con la Nación. En ese grupo aún militan Kicillof, Gildo Insfrán, Ricardo Quintela y Gustavo Melella.
El “Operativo Seducción” del oficialismo está atado a su expectativa de que el Congreso dé luz verde al Presupuesto 2026 (que sería el primero de la gestión violeta tras dos años consecutivos de prórrogas) y a varias reformas: laboral, tributaria y penal, entre otras.
Aunque sea primera minoría en Diputados y segunda en el Senado, LLA deberá conseguir más apoyos para conseguir las aprobaciones que desea. Memoriosos, hay legisladores -tanto dialoguistas como opositores- que esperan que el Gobierno se vea obligado a mostrar algún tipo de generosidad como la que permitió la aprobación de la ley Bases y del paquete fiscal. Contraprestaciones de fondos y cargos (parte uno). Nada ilegal, se entiende.
A ese misma clase de desprendimientos tuvo que apelar Kicillof esta semana. Lo hizo con la finalidad de que la Legislatura bonaerense le apruebe finalmente la posibilidad de financiarse en el exterior por más de 3.500 millones de dólares.
Como todo en este peronismo desmembrado y en guerra, el gobernador debió primero transigir ante quienes son propios, en teoría. Así, contra lo que tenía pensado, debió ceder la presidencia de Diputados a dos hombres de Máximo Kirchner y Sergio Massa, que se sucederán de manera rotativa y se repartirán las secretarías legislativas.
Otra de las concesiones fue a los intendentes, claves para entender el triunfo electoral peronista en las legislativas provinciales de septiembre (y expuestos en la derrota nacional de octubre).
Kicillof tuvo que casi duplicar los montos previstos para repartir entre los municipios: de $ 150 mil millones a $ 250 mil millones. Todo vale para lograr el ansiado endeudamiento, que el gobernador aclara que es para pagar créditos que tomó María Eugenia Vidal, que finalizó su gestión en 2019.
Igual, el toma y daca más evidente para alcanzar los votos se exhibió en la creación de nuevas sillas en el ya voluminoso directorio del Banco Provincia. De ocho pasaron a catorce.
De esos catorce, cuatro representan al kicillofismo y cinco al resto de las tribus peronistas bonaerenses. Las restantes cinco se repartieron entre los opositores, sin la anuencia de LLA. Curiosamente, sí aceptaron dos de esos lugares representantes del PRO, que en territorio bonaerense están aliados, o mimetizados, al planeta violeta. Parece que no en todo o no siempre conviene.
Pese a que ahora depende de la autorización nacional para emitir cualquier bono de deuda (como ya hicieron Córdoba y Santa Fe), al menos Kicillof alcanzó la venia legislativa para ir por
fondos que le den previsibilidad financiera a su último bienio de administración provincial. Y alguna calma a sus aspiraciones presidenciales.
Para ello, debió apelar a contraprestaciones de fondos y cargos (parte dos), un método que no falla y al que también recurre el Gobierno nacional. Las necesidades imponen flexibilidades políticas que no siempre conviene admitir. Sobre todo si van en contra de la narrativa que se busca consagrar. Nada nuevo bajo el sol.