El F-16 Fighting Falcon se mantiene, en 2025, como uno de los aviones de combate más extendidos del planeta. Su equilibrio entre rendimiento, costo operativo y facilidad de actualización explica por qué más de dos decenas de fuerzas aéreas lo continúan empleando y por qué la reciente incorporación de unidades en Argentina reabrió el debate militar y geopolítico en la región.
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Diseñado en los años 70 por General Dynamics, y luego producido por Lockheed Martin, el F-16 fue concebido como un caza ligero, versátil y económico. Con miles de horas de combate y misiones reales acumuladas, la plataforma evolucionó a lo largo de múltiples bloques y configuraciones. En 2025 conviven versiones antiguas orientadas a entrenamiento, como los Block 15 y 20, con modelos intermedios como los Block 30 y 40, que sumaron mejoras en aviónica y capacidad de misión.

Sin embargo, la versión que marca el presente del programa es el F-16V, conocido como “Viper”, que incorpora radar AESA, nuevo computador de misión y mayor conectividad táctica. Esta actualización permite extender la vida operativa del modelo y lo posiciona como una alternativa competitiva frente a cazas más modernos, especialmente para países con presupuestos intermedios.
Un mapa global: quiénes lo operan hoy
El F-16 es un caso único en la aviación militar: se encuentra en servicio en América, Europa, Medio Oriente, Asia y Oceanía. En la región americana, Estados Unidos es su principal usuario, seguido por Chile y Venezuela, mientras que Guatemala y Argentina iniciaron procesos de incorporación reciente. En Europa, está presente en Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Grecia, Portugal, Polonia, Rumania y Bulgaria, además de otros países que aún mantienen flotas en transición. En Medio Oriente continúa siendo clave en las fuerzas aéreas de Israel, Egipto, Jordania, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Omán. En Asia y Pacífico, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Indonesia, Pakistán y Tailandia continúan utilizándolo activamente, mientras que Australia lo emplea en roles de entrenamiento.
La amplitud de operadores convierte al F-16 en una plataforma estandarizada: un ecosistema global de repuestos, mantenimiento y entrenamiento que facilita su sostenimiento incluso para países con estructuras militares medianas.
Por qué sigue vigente a pesar de la competencia
A diferencia de los cazas de quinta generación, el F-16 ofrece un equilibrio difícil de igualar entre costo operativo y rendimiento. Su mantenimiento resulta más económico, su logística está ampliamente probada y la disponibilidad de unidades de segunda mano reduce significativamente los costos iniciales de incorporación. La interoperabilidad con estándares occidentales y la posibilidad de modernizar la aviónica lo mantienen vigente.
Esto permite a muchos países sostener una “capacidad aérea creíble” sin la inversión que requiere un F-35 o un Rafale.

La incorporación a Argentina: qué significa realmente
Entre 2024 y 2025, la Fuerza Aérea Argentina recibió los primeros F-16 provenientes de Europa, en un proceso que incluyó paquetes de repuestos, asistencia técnica y entrenamiento. Las aeronaves corresponden a diferentes bloques, por lo que la disponibilidad operativa dependerá de la estandarización de piezas y del desarrollo de infraestructura.
Para que la flota funcione plenamente en el largo plazo, Argentina deberá sostener contratos de soporte logístico, capacitar pilotos y mecánicos, adecuar hangares y líneas de mantenimiento, y asegurar financiamiento estable para cubrir todo el ciclo de vida del sistema. De lo contrario, el valor táctico del avión se verá limitado por la disponibilidad de componentes y el costo del mantenimiento.
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La llegada del F-16 a Argentina reconfigura la percepción estratégica en Sudamérica. Hasta ahora, Chile y Venezuela eran los únicos países de la región que operaban el modelo. Su incorporación por parte de Argentina abre la puerta a nuevas alianzas, ejercicios bilaterales y definiciones políticas sobre el rol de la defensa en un contexto regional marcado por restricciones presupuestarias pero con necesidades crecientes de modernización.
También se traduce en un fortalecimiento de vínculos diplomáticos, ya que la transferencia de aviones militares implica acuerdos técnicos, entrenamientos conjuntos y una mayor cooperación con los países proveedores.
Límites y desafíos frente a nuevas tecnologías
Si bien el F-16 continúa siendo funcional y adaptable, enfrenta una competencia inevitable: los cazas de quinta generación. Sistemas como el F-35 cuentan con capacidades invisibles al radar, fusión de sensores y redes de datos integradas que duplican o triplican las prestaciones del F-16 en escenarios de alta exigencia. Además, el avance de la guerra electrónica y el protagonismo de drones y misiles de largo alcance obligan a repensar su rol.
Pese a ello, el F-16 conserva un espacio claro: es confiable, adaptable y, sobre todo, financiable. Es por eso que seguirá en los cielos del mundo al menos durante las próximas dos décadas.
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