OPINIóN
Inseguridad y violencia

Ni machetes ni ladrones

Las formas primarias de defensa deben quedar en ese pasado salvaje del que se supone que evolucionamos. Exijamos justicia para no quedar en la selva del “sálvese quien pueda”, presos en nuestras casas.

Un hombre atrapó a un ladrón, lo puso de rodillas frente a un cámara de seguridad y lo azotó con un machete. 
Un hombre atrapó a un ladrón, lo puso de rodillas frente a un cámara de seguridad y lo azotó con un machete.  | Captura de pantalla

Otro hecho de inseguridad, de violencia, de odio. Sucedió en Santa Fe, paradójicamente, en la ciudad de Esperanza. Pero nada de esto es esperanzador. No festejo el robo pero tampoco la justicia por manos propias. Sí, estamos hartos de la inseguridad, pero también de grietas, de un lado y del otro, de la injusticia social y de que las instituciones y el poder judicial no funcionen como corresponde. Pero las formas primarias de defensa deben quedar en ese pasado salvaje del que se supone que evolucionamos. Exijamos justicia para no quedar en la selva del “sálvese quien pueda”, presos en nuestras casas.

La familia del ladrón atacado a machetazos en Santa Fe denunció al vecino por lesiones

“El malestar en la cultura”, como diría Freud, es producto de las leyes que nunca operan satisfactoriamente equilibrando el bien común con las pulsiones singulares. Vivir en comunidad implica ceder algo del ser feliz para encontrar seguridad, una armoniosa convivencia, acotando impulsos agresivos y sexuales, respetando diferencias y así mantener un orden social. La sociedad, y sus instituciones, deberían ser los ordenadores que limiten el accionar de los sujetos que buscan sus objetivos perjudicando a los demás. ¿Pero qué pasa cuando los controles fallan? ¿Qué debemos hacer cuando la barbarie y el caos se apoderan de nuestra vida cotidiana?

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El hombre en cuero, y con el machete en la mano, castigando al pibe chorro, menor de edad, desarmado, son polos opuestos de una sociedad cada día más violenta. Uno, cuidando lo suyo; el otro, hurtando. Un adolescente, de madrugada, entrando en un auto, que es fácilmente atrapado por un hombre mayor, no me parece un acto heroico ni una justicia ejemplificadora. Arrodillado, pidiendo disculpas, ¿a quién? Eso no es justicia, es maltrato. Ese adolescente no representa a los ladrones y asesinos que andan sueltos. No aplaudo al ladrón, tendrá su lógica de ser y de estar en este mundo, tendrá su formación o deformación socio-familiar, pero hay una desproporcionalidad evidente entre uno y otro. No eran los motochorros de Moreno que le pegaron cuatro tiros a sangre fría a Cristian para sacarle el teléfono, es un joven que quizá se quería llevar el auto, o a lo sumo estaba sustrayendo cosas; no está bien, pero tampoco la violencia y el odio del hombre y de las dos mujeres que aparecen en la escena del video. Una cosa es la defensa propia y otra cosa es defender lo propio, matando o lastimando por cuidar pertenencias.

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No queremos un Guasón del conurbano, ni versiones de aquel ingeniero Santos de inicios de los 90. Queremos una justicia que funcione y no se corrompa, y una policía que cuide y no la del gatillo fácil. Queremos una sociedad equitativa y pacífica. Queremos volver a las calles sin paranoias ni miedos. La finitud y fragilidad humana es nuestra marca distintiva.  Cuidémonos y exijamos que nos cuiden. La vida es el valor supremo y está siendo rifada a cada instante en un mundo que si no te mata una pandemia, puede matarte el hambre, un tiro o una depresión.