OPINIóN
Pandemia de coronavirus

Resiliencia | ¿Por convicción o por hartazgo?

Se trata de la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro.

Resiliencia
Resiliencia | Devanath / Pixabay

Una definición muy simple de esta palabra con complejo contenido: La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro.

"Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un lodo negro, una escara de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe, pudieron superarlo".  Cuando Boris Cyrulnik, durante una conferencia en Paris en 1999, dijo esta frase, Argentina estaba finalizando el siglo para entrar en la nueva centuria de forma violenta y decepcionante.

Esa era, una vez más, la “montaña rusa” de las emociones a la cual estamos sometidos los argentinos. Nos volveríamos a caer como había pasado antes. Pero después de unos años seguiríamos intentando ponernos de pie como país con una sociedad absolutamente incoherente. Solidarios a veces, egoístas muchas más, corruptos por lo general, talentosos y brillantes como tantas.

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¿Qué hace de nosotros una sociedad adolescente que solamente corre detrás del dulce, de la ventaja, del éxito fácil? Es entonces que cabe la pregunta: Nosotros, los argentinos, ¿somos resilientes? o simplemente no queremos solucionar nuestros problemas y tratamos de salir  de alguna manera ( ¿zafando? ), para poder seguir hacia adelante.

El hartazgo no es el camino para ser resilientes. La psicología nos ha explicado que debemos ejercitar esta conducta adaptativa para que el cambio y el fracaso nos permitan aprender y fortalecernos. De esta forma la resiliencia permite encarar la vida con mayor serenidad y alegría. Pero parecería ser que nos cuesta entenderlo. La comunidad en la cual vivimos, ante los hechos que impactan la voluntad y el ánimo, reacciona con odio, muchas veces con violencia, otras con indiferencia.

Hoy, en medio de una pandemia de coronavirus que azota al mundo entero, la sociedad argentina mira por televisión, como nada ocurre. Agrede y se divierte haciendo travesuras en redes sociales, mientras que la República se desvanece como agua entre las manos. Y nada cambia.

La fortaleza emocional de un ser resiliente exige un punto de vista muy particular y un entrenamiento especial en este ejercicio de introspección. Ello se logra con convicción. Con el aprendizaje emocional que nos permita:

  • Ver las dificultades como oportunidades para que, a partir de ellas, logremos crecer y aprender.

  • Tomar de los imprevistos y fracasos, la experiencia necesaria para avanzar.

  • Tener la flexibilidad imprescindible para adaptarnos a los cambios, nos gusten o no.

  • Lograr la estabilidad emocional que nos permita afrontar el presente y futuro con paz y relajados.

  • Mantener la forma física y espiritual que nos de el control sobre nosotros.

  • Poder hacer foco sobre lo que realmente importa para encontrar las soluciones.

  • Cultivar el desapego necesario como para abandonar aquello que nos pesa y no sirve.

  • Vivir el presente sin apresuramientos, lo cual nos permitirá…

  • Ser lo suficientemente persistentes como para establecer planes a futuro.

  • Sin ser ingenuos, ser positivos y realistas. Eso se llama perspicacia.

Pero todo lo dicho no tendría ningún valor si no se encuentra en un marco de sentido moral y ético. La forma que nuestra sociedad tiene de ajustarse a la realidad es siempre por el camino más corto y no necesariamente el atajo nos acerca al destino que más queremos.

 

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Tenemos respuestas patológicas. Reclamamos libertad y pretendemos que se prohíba todo. Queremos dirigentes honestos y eficientes, mientras tratamos de eludir las reglamentaciones vigentes. Elegimos los Gobiernos en base a nuestras conveniencias y no a nuestros ideales. Y así caemos una y otra vez. La inestabilidad emocional no nos permite tomar las decisiones que corresponden.

La resiliencia implica: aceptación, empatía, perspicacia, independencia, iniciativa, creatividad, humor, alma sana, pero todo eso en un envase que se llama honestidad. Todos queremos salir de donde estamos, pero salgamos sin dejar sombras que puedan ser una carga para nuestro futuro. Para salir, primero, debemos mirarnos hacia adentro, reflexionar y actuar.

Ante lo que nos sucede, el dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional.