OPINIóN
Enfrentamientos bélicos

La revancha de la geografía

Los conflictos muestran que la Guerra Fría “soft” que mostraron los discursos de Donald Trump y Xi Jinping en la Asamblea de las Naciones Unidas, deja espacio para potencias medianas e influyentes.

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Los enfrentamientos entre las fuerzas separatistas armenias de Nagorno Karabaj -apoyadas por Armenia- y el Ejército azerbaiyano, que tiene el apoyo de Turquía. | AFP

Uno de los más reconocidos especialistas en temas estratégicos, Robert D. Kaplan, publicó en 2012 un libro con dicho título. Su tesis central es que esta disciplina, que había quedado desplazada como clave en las relaciones internacionales por la globalización y la difusión y extensión de las comunicaciones tecnológicas, estaba retornando.

En los 18 años posteriores a la Caída del Muro había predominado la idea de la deslocalización, es decir que el lugar físico donde se realizaba una actividad era secundario. En el largo plazo, las materias primas iban a bajar, siendo sustituidos por los valores económicos de la tecnología. En consecuencia el territorio no era la variable relevante para determinar el poder de una nación. Pero simultáneamente, mientras que a comienzos del Siglo XXI se había impuesto esta idea en círculos políticos e intelectuales, se desarrollaba la tendencia exactamente contraria. Los 7 países ribereños del Ártico dividieron el lecho con un criterio nacional en base a un acuerdo entre EE.UU. y Rusia, materializado en el campo de los negocios con Gazprom, la petrolera estatal rusa. En el Mar del Sur de China surgieron las islas artificiales de dicho país, a partir de las cuales reclama soberanía marítima en su entorno, situación que genera conflictos con distintos países (Vietnam, Filipinas, etc.) que son apoyados por Washington.

El nuevo concepto geopolítico de Eurasia, sostenido por potencias como China y Rusia, inevitablemente genera tensiones y conflictos

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A finales de la segunda década del Siglo XXI los países ribereños del Mar Caspio, encabezados por Rusia, se dividieron con criterios nacionales el subsuelo del mismo. El espacio también vivió el mismo proceso, cuando en la primera década del Siglo XXI un proyectil chino destruyó un satélite de esta nacionalidad, EE.UU., Japón, Corea del Sur, Australia y sus aliados denunciaron una agresión militar china porque introducía el factor militar en este campo. En el Siglo XXI tuvieron lugar las guerra de Afganistán, la Segunda Guerra del Golfo, la prolongada guerra de Siria con intervención internacional, etc. Estos son algunos de los hechos que ratificaron que la geografía terrestre, marítima -incorporando el subsuelo- y aérea -en un nuevo estadio del concepto territorial- implicaban el retorno de la geografía como factor decisivo en las relaciones internacionales.

El conflicto entre EE.UU. y China por la hegemonía global también se desarrolla en el plano de la geografía. Cuando en 2012 el hoy candidato demócrata Joe Biden como vicepresidente de Barack Obama, dijo tras una cumbre en China que “Estados Unidos es y será la potencia del Pacífico”, marcó claramente el eje del conflicto. Sobre este cuadro, en el campo marítimo irrumpió el mencionado conflicto del Mar del Sur de China, agregándose con menor potencialidad de conflicto el del Mar Oriental de este país. En el ámbito terrestre, al finalizar la segunda década del Siglo XXI escalaron el conflicto de Hong Kong y Taiwán. En ámbito espacial, aumentó la nacionalización de la carrera por el control del espacio. Pero es el concepto de Eurasia, un solo continente, el que rige la visión geopolítica china. Así lo demuestra el proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda”, que es esencialmente geográfico. El corredor, que toma como antecedente la ruta a través de la cual se comerciaba la seda desde el Extremo Oriente hasta el Atlántico, se ha transformado en el Siglo XXI en un sistema de comunicaciones que incorpora vías férreas, aeropuertos, puertos y rutas cruzando Eurasia de este a oeste. Ya 13 de los 27 países de la UE se han sumado al proyecto, así como numerosos países de Asia, Medio y Cercano Oriente, y Asia Central. La prioridad por la geografía ha llevado al gobierno chino a incorporar a África y América Latina, aunque no haya conexión histórica con el proyecto. Simultáneamente, la ocupación de Crimea por Rusia y la secesión de Ucrania confirmaron que los conflictos de soberanía terrestre están lejos de haber terminado, y que incluso llegan a estar a las puertas de Europa, con Rusia como principal protagonista.

El enfrentamiento entre Grecia y Turquía por la explotación por los recursos hidrocarburíferos es una evidencia al respecto, que reavivó las crecientes tensiones entre Turquía y la Unión Europe

En los dos conflictos estratégicos que se han desatado en las últimas semanas la geografía está muy presente. El primero se da en el Mediterráno Oriental, donde el enfrentamiento entre Grecia y Turquía por la explotación por los recursos hidrocarburíferos es una evidencia al respecto, que reavivó las crecientes tensiones entre Turquía y la Unión Europea. El segundo es la guerra entre Armenia y Azerbaiyán -con el respaldo explícito de Turquía-, frente a la cual la comunidad internacional demostró una fuerte ineficacia para contenerla. Se desarrolla en una región estratégicamente clave, el Cáucaso: es el corredor entre los mares Negro y Caspio que tiene como escenario del cruce de intereses de grandes potencias.

Geográficamente los dos conflictos se enmarcan en los límites entre Europa y Asia, cuando el nuevo concepto geopolítico de Eurasia, sostenido por potencias como China y Rusia, inevitablemente genera tensiones y conflictos en este ámbito.

Pero ambos conflictos muestran que la Guerra Fría “soft” que mostraron los discursos de Trump y Xi en la Asamblea de las Naciones Unidas, deja espacio para potencias medianas e influyentes: este es el caso de Turquía en ambos conflictos.