OPINIóN
violencia institucional

El Estado, más violento en cuarentena

El uso de la acción de la fuerza en estos tiempos y de quién/es es la responsabilidad para cambiar esta situación

luis espinoza
Luis Espinoza. | Redes.

La violencia institucional, el abuso de poder en la aplicación de la coacción, el no respeto a las normas, el ciberpatrullaje, mayores controles a la libertad de expresión y la persecución política, se exacerbaron en el marco de las medidas gubernamentales tomadas con motivo de la pandemia.

El 15 de mayo de este año desapareció Luis Espinoza, peón rural tucumano. Siete días después, su cuerpo sin vida fue encontrado en la localidad de La Banderita, en el límite entre Tucumán y Catamarca.

Espinoza había sido baleado, en ocasión de un operativo de disuasión llevado a cabo con motivo de las medidas restrictivas de la cuarentena. Policías tucumanos de Monteagudo, quedaron imputados por el crimen. Los argentinos nos fuimos enterando de a poco y sin estridencias ni reacciones colectivas, de la muerte de este humilde joven de 31 años.

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Diez días después de la desaparición de Espinoza, el asesinato de George Floyd, un típico caso de violencia institucional ejercida por policías de EE.UU., conmovió al mundo. Nuestra sociedad y nuestros medios de prensa, con razón, se hicieron eco del rechazo generalizado que ese hecho despertó.

El brutal contraste entre la trascendencia dada a un crimen y al otro, convenció a mi equipo y a mí, de que era parte de mi obligación contribuir para que, episodios de violencia ejercida por el Estado o por alguna extensión funcional del mismo, se erradiquen. Pero fundamentalmente, intentar hacer  un aporte, para que la indiferencia no sea el “partícipe necesario” de casos abominables.

Nos propusimos recopilar información sobre hechos encuadrados dentro del concepto de violencia institucional, en un espacio y un tiempo definidos: en la región NOA (que es donde vivimos), durante la cuarentena (que parece ser el contexto que gatilló el aumento de sucesos de este tipo).

Así, elaboramos un informe con datos desde el 20 de marzo al 17 de julio, que fue la fecha de corte. No es un listado de todos los hechos, sino sólo de los que pudimos recabar información. Llevamos a cabo numerosas entrevistas de carácter cualitativo, análisis de datos secundarios y relevamientos documentales. Intentamos entender la problemática desde la perspectiva de las víctimas, como sujetos de conocimiento, en palabras propias.

Parte de la tarea que recae en la responsabilidad de los partidos políticos, que deben ser escuelas de democracia y garantes del sistema republicano. Asimismo la sociedad civil en su conjunto, no deben permanecer ajenas en la construcción de ciudadanía

Analizamos 9 casos de hostigamiento-persecución, 18 de represión, 12 de torturas y tormentos, y 3 de muertes.

Intentamos darle un contexto histórico-cultural, esbozando posibles raíces de la violencia, en el pasado reciente y en el remoto, y observamos un vínculo de estos hechos con la existencia de democracias de baja intensidad, pobres en su calidad. Algunos de los casos relevados se dieron en provincias donde, más que sistemas democráticos republicanos, se fueron consolidando democracias plebiscitarias, en las que los contrapesos y los mecanismos de control son muy débiles o no existen.

Nos atrevimos a dar algunos trazos gruesos de cuál sería, a nuestro entender, el camino que deberíamos recorrer para desandar esta lamentable realidad, donde se vulneran derechos y se violan garantías.

Hay una parte de la tarea que recae en la responsabilidad de los partidos políticos, que deben ser escuelas de democracia y garantes del sistema republicano. Asimismo los medios de prensa, las universidades, los cultos, las organizaciones sociales y culturales, en fin, la sociedad civil en su conjunto, no deben permanecer ajenas en la construcción de ciudadanía.

El primer paso para encontrar una vía de superación es visibilizar y dar entidad a estos sucesos, y tratar de entenderlos en el complejo entramado de nuestras comunidades. Los gobernantes deben asumir la parte que les cabe y aquí es donde creemos que se pone en juego una virtud republicana poco frecuente: la capacidad de autolimitarse y someterse a controles ciudadanos y de los otros poderes.

No creemos que sea fácil que gobiernos provinciales, que han tomado el atajo de la construcción hegemónica y autoritaria, se allanen fácilmente a esto; pero los partidos de oposición, los mismos compañeros de ruta y sobre todo los ciudadanos, pueden crear condiciones para que los que son la cabeza de los Ejecutivos no se tienten con la concentración del poder y los sueños de perpetuidad.

La excepcionalidad de la cuarentena nos terminó de mostrar un costado donde conviven dirigentes con escasas convicciones democráticas, ciudadanía vulnerada y vocación hegemónica de algunos gobiernos

Se dijo, con razón, que una situación de crisis como la pandemia, muestra el verdadero rostro de las cosas. A nosotros, la excepcionalidad de la cuarentena nos terminó de mostrar un costado donde conviven dirigentes con escasas convicciones democráticas, ciudadanía vulnerada y vocación hegemónica de algunos gobiernos. Asomaron elementos de desprecio al desposeído, de indiferencia al sufrimiento, de empeño en doblegar al otro, colocándose en las antípodas de la moral republicana que nos manda “no hacer al otro lo que no queremos que nos hagan a nosotros”.

Fue evidente la intolerancia a la crítica,  el rechazo al distinto, el atropello a las libertades y, como si fuera poco, emergieron elementos siniestros, como en esos sueños perturbadores que nos acechan desde las sombras y de pronto nos alcanzan. Nos referimos a esos incalificables hechos aberrantes de violencia, que terminaron con la muerte de ciudadanos inocentes.

Estamos convencidos de que hay en nuestras sociedades, el suficiente quantum de reserva humanista y democrática para poder desandar este lamentable camino de violencia institucional.

*Diputado Nacional Catamarca.