OPINIóN
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La Argentina que deseamos requiere abrir el debate

El Estado se ve atravesado por una encrucijada: generar trabajo, motorizar la economía, y aprovechar las nuevas oportunidades. Pero para ello debe habilitar un debate profundo, y no de respuesta reparatorias cortoplacistas.

Debate
Debate | Gerd Altmann / Pixabay.

Argentina, modelo ejemplificador de crisis desde hace ya varios años, se sigue enfrentando al mismo desafío, el de movilizar la economía a través de la creación de trabajo formal genuino.

Hoy en nuestro país el 47% de los trabajadores, desempeñan su actividad en sectores informales con empleos de muy baja calidad, reproduciendo el esquema de un círculo vicioso inagotable.

La política del gobierno nacional insiste en replantear medidas de reactivación económica ficticia y muy alejadas a la realidad, maquillando con romanticismo las condiciones de informalidad y vulnerabilidad con que muchos argentinos y argentinas han logrado generar algunos ingresos: imagen de esto es el incremento de venta ambulante, servicios y oficios, emprendimientos domésticos, becas estatales, y sistema de apoyos transitorios que apenas aseguran una subsistencia diaria.

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Una decepción de debate

El trabajo no sólo es un componente del proceso productivo y económico, sino también del entramado cultural y social que permite el interrelacionamiento, generación de vínculos y dignificación del trabajador y de su grupo familiar, algo que la ayuda transitoria y solidaria del estado no logra reemplazar.

Esta brecha, entre casi la mitad de los trabajadores argentinos que se desarrollan en la formalidad, y la otra mitad que lo hace en la informalidad, es el resultado de las oportunidades (o de la falta de ellas) a lo largo de la vida del trabajador, y es lo que reproduce la vulnerabilidad de muchos sectores, la imposibilidad de ascenso, la incapacidad de contar con herramientas y condiciones de adaptación, y con ello, la desprotección, y nuevamente, la necesidad de asistencia estatal. Otra vez, el círculo vicioso.

El creciente desarrollo del sector tecnológico y las nuevas demandas de consumo han traído consigo novedosas formas de vinculación laboral entre trabajadores y empleadores: el trabajo en plataformas bajo demanda o comúnmente conocido como APPS, es ejemplificador de esta realidad y ha ofrecido una nueva oportunidad de ingresos a una gran cantidad de jóvenes. El proceso migratorio obligado durante la pandemia de 2020 hacia el home office ha abierto también nuevas ventanas de oportunidades laborales infrecuentes hace unos años.

 

El 47% de los trabajadores, desempeñan su actividad en sectores informales con empleos de muy baja calidad

 

El rápido crecimiento de estas nuevas formas de organización empresarial y la amplia oferta laboral interesada en incorporarse, ha desbordado todas las previsiones legales o normativas que el derecho laboral argentino conocía: carecemos de una regulación que contemple equilibradamente estos proyectos laborales y al resguardo a sus trabajadores.

Estas formas de empleo “atípicas” o no tradicionales constituyen una fuente de trabajo, que presentan el riesgo de la precarización y la vulnerabilidad de los trabajadores, poniendo en jaque el alcance de las leyes laborales, mostrando su insuficiencia y su falta de actualidad.  A ello se suma la indiferencia del gobierno nacional de avanzar en procesos de acuerdos sindicales y empresariales para su regulación. Un debate que aún prefieren no dar.

Los nuevos escenarios del mundo del trabajo generan incertidumbre y desafíos, y se vinculan con un aumento de la precariedad laboral vinculado a la llamada Revolución 4.0, fundada en el procesamiento de datos, la inteligencia artificial y el desarraigo a las reglas protectorias tradicionales de los trabajadores.

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Sin embargo, en Argentina ese escenario es incompleto ya que la situación laboral previa a la revolución tecnológica actual ya presentaba síntomas de informalidad laboral alta, falta de dignidad e inconsistencia. Es decir, a un escenario ya complejo, le sumamos nuevos desafíos de mayor complejidad.

En este marco el Estado se ve atravesado por una encrucijada: generar trabajo, motorizar la economía, y aprovechar las nuevas oportunidades. Pero para ello debe habilitar un debate profundo, y no de respuesta reparatorias cortoplacistas.

Promover la generación de trabajo genuino implica reemplazar las políticas de parches por políticas de certidumbre e incentivo a largo plazo que otorguen previsión y en las que se contemple, por ejemplo, un nuevo paradigma de cargas laborales que no desprotejan al trabajador, pero que favorezcan al empleador; ofrecer estadísticas reales y sinceras, y procesos de asistencia cualitativos y no simplemente cuantitativos, fundados en capacitaciones que permitan ir cerrando el asistencialismo generado mediante planes sociales, de manera gradual, logrando fuentes de trabajo para todos. Todo ello sin desconocer la progresividad de los derechos laborales, y no solo haciendo hincapié en la revolución 4.0 sino en todo el entramado productivo federal.

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Desde el Congreso de la Nación, seguiré apostando a la generación del diálogo y el debate entre sectores, la relación sinérgica entre el sector público, el privado, y el tercer sector como herramientas colaborativas. Ese camino, será transitado con el trabajo y esfuerzo de cada uno y una de nosotras. Solo el trabajo como actitud, como valor, y como herramienta nos va a permitir devolvernos la dignidad como pueblo. Solo a través del debate tolerante y honesto arribaremos a políticas que solucionen los problemas históricos de nuestro país.

 

* Soledad Carrizo. Abogada y Notaria. Diputada Nacional de la Unión Cívica Radical por la provincia de Córdoba. www.soledadcarrizo.com.ar / Instagram y Twitter: @msolecarrizo. Facebook: @msolecarrizo