OPINIóN
Columna de la USAL

Multilateralismo ¿estás ahí?: la última cumbre del G-20 y la COP26

Tanto la actualidad de la pandemia como las décadas anteriores reflejan un proceso de globalización alterado por los cambios que se desenvuelven en lo referente a una transición del poder mundial como también por la crisis del multilateralismo global en su respuesta a las problemáticas del planeta.

Cop26 20211102
UN-Cop26 | media.un.org

Tanto la actualidad de la pandemia como las décadas anteriores reflejan un proceso de globalización alterado por los cambios que se desenvuelven en lo referente a una transición del poder mundial como también por la crisis del multilateralismo global en su respuesta a las problemáticas del planeta.

En este marco, a fines de octubre el G-20 se reunió en lo que fue su decimosexta cumbre en la ciudad de Roma. Este grupo fue creado en 1999 como respuesta a las crisis financieras de esa década y con la demanda de las económicas emergentes en términos de su sub representación en los organismos financieros internacionales. Si bien inicialmente se limitó a ser un foro de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales, gradualmente cobró más importancia como cumbre ante la presencia de los Jefes de Estado y Gobierno luego de la crisis financiera internacional de 2008. Está integrado por la Unión Europea y 19 países y sus miembros representan más del 80% del PBI global.

La crisis del multilateralismo

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En términos generales, esta reciente cumbre estuvo vinculada a una multiplicidad de temas. En cuanto a la pandemia se estableció la meta de vacunar al 70% de la humanidad para 2022. Sin embargo, la actualidad refleja una marcada desigualdad y postergación de los países en desarrollo en torno a la vacunación. Según UNICEF las dosis de vacunas per cápita en los países del G-20 contra el Covid-19 son 15 veces más que la de los países del África Subsahariana o que las distribuidas en los países de ingresos bajos.

Asimismo, la cumbre se vinculó al abordaje de temas de la pospandemia y las medidas necesarias para la recuperación económica global y la reforma de las instituciones financieras internacionales. En el comunicado final emitido por el bloque se hizo referencia a continuar debatiendo en el FMI su política de sobrecargos con los países endeudados con el organismo, un reclamo llevado incluso por países como Argentina. También se mencionó los Derechos Especiales de Giro (DEG) implementados por el FMI como reservas adicionales en agosto de este año, estableciendo la posibilidad de algunos países puedan canalizar los mismos a los países con mayor vulnerabilidad. Finalmente se le solicito al FMI la creación de un nuevo Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad para disponer de financiamiento asequible para países de ingresos medios y bajos.

Las múltiples crisis del multilateralismo y su correlato en América Latina

No es una sorpresa que ante las cuarentenas y su efecto económico los gobiernos debieron establecer planes de ayuda a las poblaciones y erogar mayores gastos en materia sanitaria. Ello provocó un aumento significativo de los niveles de endeudamiento, especialmente en los países de bajos ingresos, en los cuales, según el informe del Banco Mundial surgido de su reunión anual 2021, la deuda aumentó en una cifra récord 12% durante el año anterior. Además, según la CEPAL, la pandemia aumentó el nivel de endeudamiento sobre el PBI en América Latina, conformándola como la región más endeudada del mundo en desarrollo. También, uno de los resultados acordados fue gravar con un impuesto de 15% a las grandes empresas como forma de enfrentar la evasión fiscal. En un contexto previo donde se produjo una de las mayores filtraciones sobre la utilización de las sociedades offshore en los denominados Pandora Papers, y donde organizaciones como OXFAM han establecido que los desvíos de fondos a los paraísos fiscales representan para todos los gobiernos del mundo una pérdida de más de 400 mil millones de dólares.

Asimismo, la cumbre del G-20 representó también la antesala de la 26° Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que comenzó el 1° de noviembre en Glasgow. ¿De qué se trata esta Conferencia y por qué está conectada con la anterior? La misma surge de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 que allanó el camino para la aprobación del Protocolo de Kioto de 1997 y finalmente el Acuerdo de París de 2015. En este último se estableció el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC. No obstante, los distintos informes y análisis emanados de los grupos de expertos de las Naciones Unidas muestran que los recortes establecidos para el año 2030 se encuentran distantes de la necesidad de no permitir elevar la temperatura global a más de 2ºC o de la mencionada más prometedora de 1,5ºC.

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A pesar del negacionismo del presidente brasilero Jair Bolsonaro y la deforestación récord del Amazonas en los últimos años, Estados Unidos representa históricamente al país que más ha generado emisiones para el calentamiento global. Sin embargo, es actualmente el segundo emisor a nivel global, adelantado por China y continuado por India y la UE. Pero no todos los países establecen el mismo compromiso o meta, y es justamente en este punto en donde existe un marcado debate entre países desarrollados y en desarrollo. En la cual estos últimos destacan el accionar histórico de los primeros que generaron los niveles actuales de contaminación para su desarrollo industrial y tecnológico y lo cual debería incidir en las respectivas negociaciones y reclaman además la existencia de condiciones de financiamiento para el proceso de transición energética.

La lectura de los eventos transcurridos a fines de octubre y principios de noviembre y de los temas abordados y mencionados en las declaraciones respectivas reflejan la crisis del multilateralismo. Una crisis que se circunscribe puntualmente al multilateralismo occidental y particularmente a las instituciones del orden internacional liberal y la ineficiencia que han demostrado para dar respuesta a las problemáticas planetarias imperantes en los hechos concretos ya sea por desinterés, problemáticas internas para el cumplimiento de los objetivos asumidos o incluso por las disputas geopolíticas globales. Las dificultades son enormes y se generan en un contexto de un notable solapamiento de múltiples crisis: la crisis económico-financiera, la desafiante crisis climática y la ahora aguda crisis sanitaria. La necesidad de respuestas inmediatas es imperiosa.

 

* Tomás Bontempo. Director de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador.