Los últimos años han evidenciado un proceso de globalización golpeado no solo por los cambios que puedan operar como parte de una transición en el poder mundial sino también de las intervenciones propias de la pandemia.
Al ya extendido estancamiento de la Organización Mundial del Comercio se han sumado las disputas comerciales y tecnológicas entre las principales potencias económicas en el marco de la pandemia, con su respectivo capitulo en la producción y distribución de vacunas.
Asimismo, a la crisis del multilateralismo internacional se sumó también la crisis del regionalismo en América Latina, en la cual de forma previa a la pandemia ya se vislumbraba un escenario restrictivo producto de su condición periférica, que la convierte en un espacio vulnerable a los impactos del orden mundial.
¿Cuándo se infectó el multilateralismo?
La acelerada interdependencia económica, comercial, social, cultural y tecnológica mundial que había estimulado la creación y proliferación de diversos mecanismos internacionales destinados a la generación de espacios de consenso y coordinación estatal tales como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), dio luego lugar a su paralización. Estas tensiones sumado a los efectos de la pandemia han acentuado la histórica vulnerabilidad de la región y representaron un error estratégico dada la notoria descoordinación y carencia de consensos imperantes.
En el marco de esta lectura resultan de notorio interés los aportes que Cecilia Mendoza, docente de la Universidad del Salvador y Anabella Busso, profesora de Política Internacional Latinoamericana de la Universidad Nacional de Rosario, realizaron en sus exposiciones en el panel "La crisis del multilateralismo en América Latina en un mundo pandémico" organizado por la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador.
Por un lado, Anabella Busso destacó que la tan mencionada crisis del multilateralismo global debe en realidad ser definida como una crisis del multilateralismo occidental, la cual afecta a las instituciones del orden internacional liberal. A este escenario, se suma la crisis del sistema interamericano caracterizada por el accionar marcadamente ideológico que la administración Trump logró imponer sobre la Organización de Estados Americanos (OEA) generando que la misma sea parte de los conflictos, más que un espacio de coordinación y dialogo para la solución de controversias.
También identificó a la desatención de la agenda regional por parte de los gobiernos enmarcados en el espectro ideológico de la derecha conservadora -predominante desde 2014/2015- como otra causa de la crisis del multilateralismo regional. Según Busso, las acciones de dichos gobiernos se concentraron en la construcción de un regionalismo ad hoc en torno a la situación en Venezuela, como fue el caso del Grupo Lima. Esta estrategia incidió negativamente sobre la dinámica del regionalismo latinoamericano en su conjunto impidiendo tanto la superación de sus limitaciones vigentes como su reconstrucción.
Por su parte, Cecilia Mendoza, coincidió con Busso en la lectura de la crisis del multilateralismo occidental, el cual ha resultado sumamente ineficiente para enfrentar las problemáticas planetarias imperantes, entre ellas las crisis económico-financiera, climática y ahora sanitaria. Asimismo, Mendoza destacó que en América Latina existe unan tensión entre regionalismo y neoliberalismo que se ha exacerbado con la pandemia y que por ello resulta indispensable “que nuestros países consoliden una masa crítica con intereses en común para sentarse a la mesa global en mejores condiciones” y eviten que “los foros regionales sean meros clubes de amigos”.
China apuesta por el multilateralismo y la cooperación para salir de la crisis
Finalmente, ante la clara dificultad que existe en todos los procesos de integración regional de construir una coordinación y agenda común –algo que se destacó aun más desde la asunción de Jair Bolsonaro y la desaparición de la región de la agenda de la política exterior brasilera– ambas expositoras destacaron la oportunidad para nuestro país de retomar el proyecto regional a partir de liderazgos cualitativos y compartidos.
La complejidad de las problemáticas, exigencias y limitaciones que se imponen sobre la región, desde la crisis climática hasta las tensiones interhegemonicas aumentan la necesidad de América Latina de concertar en la diversidad. El precio de la crisis del multilateralismo es muy alto. La integración regional es urgente.
* Tomás Bontempo. Director Maestría Relaciones Internacionales, USAL.