OPINIóN
Día de la militancia

17 de noviembre de 1972 | Una fecha gloriosa en la historia del peronismo

Crónica de ese regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina después de casi 18 años de exilio y proscripción política.

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Juan Domingo Perón | Cedoc Perfil

El viernes 17 de noviembre de 1972 aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza el avión que traía de regreso al general Juan Domingo Perón. Habían transcurrido 17 años y 52 días desde que los militares lo desalojaran del poder.

El avión viene con más de 150 personas representativas del país en los campos político, sindical, cultural, religioso, científico y deportivo. Además de Perón, Isabel, José López Rega y Héctor J. Cámpora, dirigentes del peronismo femenino: Juana Larrauri, Nilda Garré, Ester de Sobrino y Nelida de Miguel; y del masculino: Raúl Lastiri, Antonio Cafiero, Carlos Menem, Deolindo Bittel, Oscar Bidegain, Ricardo Obregón Cano, Guido Di Tella, Raúl Matera y Jorge Taiana; Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña vinculados con la guerrilla, los ministros de Economía Alfredo Gómez Morales, Pedro Bonani y Antonio Cafiero, el diplomático Benito Llambí, los sindicalistas Lorenzo Miguel, Casildo Herreras y Rogelio Coria; los curas tercermundista Carlos Mugica y Jorge Vernazza, el dirigente de derechos humanos Emilio Mignone, el historiador José María Rosa; el poeta José María Castiñeira de Dios, la escritora Martha Lynch, el autor teatral Juan Carlos Gené y el cardiocirujano Miguel Bellizi, el futbolista José Sanfilippo, el cantante  de tangos Oscar Alonso, el boxeador Abel Cachazú, Hugo del Carril, Leonardo Favio, Chunchuna Villafañe y Marilina Ross, entre otros.

Por qué el 17 de noviembre es el Día de la Militancia Peronista

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Parecía un sueño ver a tantos exponentes de la izquierda y la derecha peronista en una convivencia cordial como la que se logró en ese vuelo entre Roma y Buenos Aires.

Ahora sí vez las consignas  “Luche y vuelve” y "Perón vuelve" -escritas tantas veces en las paredes- se hicieron realidad y desgastan el prestigio del presidente Lanusse, quien lo había desafiado en un discurso que pronunciara en el Colegio Militar:

“La República no puede seguir viviendo extorsionada por los caprichos de un hombre que está muy próximo a que quede demostrado que no tiene mucho interés en servir a su patria; sino, por el contrario, lo digo levantando la voz y haciéndome plenamente responsable de lo que digo: de lo que tiene interés es de seguir sirviéndose de su patria, como lo hizo toda la vida. ¿O alguien me puede decir de un sacrificio de Perón? ¿O de un riesgo personal que voluntariamente haya corrido? Si Perón quiere venir le damos plata, ¡pero se va a quedar, porque no le da el cuero!”

Luego de bajar por la escalerilla del avión junto a su esposa, María Estela  “Isabel” Martínez, el máximo dirigente de la CGT, José Ignacio Rucci, protege  de la lluvia a Perón con un paraguas, actitud que será fotografiada y recorrerá el mundo.

Ese día Perón lo pasa en el Hotel Internacional de Ezeiza "por razones de seguridad". Y al día siguiente, con la anuencia del gobierno, es trasladado a la casa de la calle Gaspar Campos, ubicada en Vicente López. Apenas instalado, ante una nube de periodistas que le piden que salga al balcón porque hace “tres días que no dormimos”, Perón les responde: “Y yo, que hace tres días que no me saco los botines.”

En las avenidas y calles adyacentes desborda la alegría. Gente de todas las edades llegaba en grupos o en columnas, con banderas y pancartas, algunos trepaban a los árboles para no perderse el más mínimo movimiento del líder. El resonar de los bombos –que a mí, observador de un acontecimiento que me parecía histórico, me aburrían y molestaban por su golpeteo permanente y monótono-, alimentaba el clima de jolgorio, no ensombrecido por ningún incidente. No había sábados ni domingos ni feriados.

"La Casa Rosada cambió de dirección,

está en Vicente López

por orden de Perón."

De vez en cuando se lo veía a Perón a través de una ventana que daba a la calle acompañado por Isabel, que solía mostrar un retrato gigante de Eva Perón, que los militantes de la Juventud Peronista festejaban cantando: “Se siente, se siente, Evita está presente.”

Millones de argentinos siguen expectantes los acontecimientos por la radio y la televisión en blanco y negro, con sentimientos encontrados, puesto que todo podía ser posible estando en el gobierno el partido militar que había proscrito a Perón durante las presidencias de Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido, Illia, Onganía y Levingston.

Todos los sectores del Movimiento Nacional Justicialista se sienten protagonistas del regreso de su líder: el político, las organizaciones sindicales y juveniles; incluso los curas tercermundistas y los habitantes de la Villa 31, a los cuales Perón visitó. Aunque también juegan un rol importante la mayoría de los partidos tradicionales y el empresariado nacional.  

Todos los sectores del Movimiento Nacional Justicialista se sienten protagonistas del regreso de su líder: el político, las organizaciones sindicales y juveniles

Ya sin los botines, un Perón que se había declarado “sin odios ni rencores, porque no era tiempo de revanchas” termina el armado del frente civil para descomprimir la salida institucional y así clausurar el ciclo de la violencia mediante el fortalecimiento de la democracia. Se abraza con el jefe radical Ricardo Balbín (a quien Perón había metido preso siendo Presidente); y hace saber –ya que él no podía postularse a la presidencia por haber incumplido la cláusula de residencia que vencía el 25 de agosto-, que Héctor Cámpora y el dirigente del partido Conservador Popular Vicente Solano Lima, eran los integrantes de la fórmula presidencial del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) para las próximas elecciones.

Entonces, sí, con los deberes cumplidos, Perón abandona Argentina la noche del 14 de diciembre. Hace dos escalas, en Asunción donde descansa unos días y se encuentra con su amigo, el presidente Alfredo Stroessner, y en Lima, para visitar al presidente de ese país, el general Juan Velasco Alvarado.

Ya instalado en Madrid, días después que en Argentina las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) asesinaban el 28 de diciembre al contralmirante Emilio R. Berisso, Perón declaraba en una conferencia de prensa que “si él tuviera cincuenta años menos, no sería incomprensible que anduviera colocando bombas o tomando justicia por propia mano”.