A partir de observar y escuchar cotidianamente aseveraciones, opiniones y juicios de valor, usados livianamente, nos preguntamos: quienes son emisores de estos mensajes, ¿son conscientes del valor y el poder de la palabra? Léase: el peso emocional que se genera en quien escucha.
¿Por qué nos hacemos esta pregunta? Porque vemos cómo repercuten negativamente generando angustia, miedo, incertidumbre, preocupaciones excesivas y mayormente negativas, que dejan al receptor sin capacidad de una reacción adecuada.
Hay un dicho muy común que dice "a las palabras se las lleva el viento". Esto no es así ya que ellas quedan en nuestra memoria, vinculadas con lo emocional, condicionando nuestro qué y cómo hacer. Entra acá en juego el valor de la palabra: ya que si el mensaje es asertivo - esto es así - el receptor lo dará internamente casi como un hecho consumado, por ende, no accionará desde sí mismo, inhibido desde lo emocional, que paralizó la posibilidad de dar una respuesta personal y diferente.
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Así las palabras pueden ser letales como armas o sanadoras como una medicina milagrosa. Por ejemplo, cuando en el mes de abril soportamos durante varios días lluvias e inundaciones en distintos lugares del país, en los medios con cada información se agregaba: "Y todavía falta lo peor", “A partir de la tarde, viene lo peor'. Para cualquier persona que escuchaba o leía esto significaba: "Póngase en guardia", "Alerta", "Peligro inminente".
¿Qué ocurre cuando este tipo de mensajes golpean en lo emocional, que es la primera reacción, instintiva, no reflexiva que todos tenemos? Ansiedad, angustia, miedo, desorganización (¿qué hago?; ¿cómo hago?; ¿me voy o me quedo en casa?), paralización (no sé qué hacer para defenderme de algo que aún no sucedió, pero de acuerdo a lo anunciado, ¿sucederá?).
A partir de este ejemplo tan gráfico, les proponemos pensar cómo cada vez que decimos o escuchamos algo, siendo la primera reacción siempre emocional, tener en cuenta que una vez pasado este primer impacto, podemos llegar a razonarlo, como un segundo paso. Dicho esto, debemos tomar nota de las señales físicas a través de las cuales leemos el mensaje emocional.
Entonces: antes de hablar es importante pensar qué y cómo vamos a decir aquello que queremos transmitir. En todos los ámbitos, familiar, amistades, parejas, docentes, funcionarios, e incluso los profesionales en el área de la salud, donde pedimos encarecidamente que se tenga en cuenta lo antedicho al momento de dar diagnósticos y posibles evoluciones.