OPINIóN
Columna de la UB

El aumento de las retenciones sólo acentúa la primarización de las exportaciones

El incremento en dos puntos del tributo sobre las exportaciones de harina y aceite de soja parecen alentar las ventas al exterior del poroto de soja, en lugar del producto industrializado. De esta manera, se acentúa la política de primarización de las exportaciones puesta en marcha a partir de 2008 en adelante.

06-09-20RETENCIONES
APORTE SIN RETORNO. En los primeros seis meses del año la producción agroindustrial generó derechos de exportación por más de US$3.600 millones. | Cedoc

Los aumentos de precios de las commodities, impulsados por la invasión rusa a Ucrania, restablecieron la discusión sobre el aumento en las retenciones.

El incremento en dos puntos del tributo sobre las exportaciones de harina y aceite de soja parecen alentar las ventas al exterior del poroto de soja, en lugar del producto industrializado. De esta manera, se acentúa la política de primarización de las exportaciones puesta en marcha a partir de 2008 en adelante.

En la historia económica argentina reciente, las retenciones se originan en 1967, bajo el gobierno de Onganía, al formar parte central del plan económico del ministro Krieger Vasena. Junto con la devaluación, que llevó al tipo de cambio de 280 a 350 pesos por dólar estadounidense, se aplicaron derechos aduaneros de entre 20 y 25%, para morigerar su impacto sobre los precios internos.

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Esto implicaba alinearse con quienes argumentaban que en la economía argentina coexisten dos sectores: el agropecuario, que trabaja a costos internacionales, y el sector industrial, que tiene un nivel de costos considerablemente superior al internacional. Por lo tanto, para que el sector industrial sea competitivo, se requiere que cuente con un tipo de cambio superior al del agropecuario. Ello se logra mediante la aplicación de retenciones al sector agropecuario, mientras las exportaciones industriales perciben el tipo de cambio pleno.

Los derechos a la exportación volvieron a tomar protagonismo en 1972 bajo la presidencia de Lanusse, con la introducción de “derechos especiales móviles” en la ley N° 19.503.

En el marco del Plan de Convertibilidad, en 1991, se eliminó la mayor parte de las retenciones a las exportaciones, con la excepción de las semillas de soja y girasol, gravadas con una alícuota del 3,5%.

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Pero en 2002, regresaron las retenciones. Tras la megadevaluación, que llevaría el tipo de cambio de un peso a cuatro pesos por dólar, el presidente Duhalde las reintrodujo por decreto. En el marco del Diálogo Argentino, convocado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Iglesia Católica, las entidades del campo habían propuesto un único aporte voluntario de 1.500 millones de pesos, a cambio de que no se reinstalaran las retenciones, pero el gobierno desestimó la oferta.

En 2007, en el marco de un fuerte aumento de los precios internacionales de los cereales y oleaginosas, el flamante gobierno de Cristina Kirchner aprobó un aumento en las alícuotas de las retenciones vigentes.

En 2008, el entonces ministro Martín Lousteau propuso establecer un esquema de retenciones móviles ante la acentuación del incremento del precio de los granos y oleaginosas en el mercado internacional. El esquema se plasmó en la famosa resolución 125, finalmente derogada por el Congreso, merced al voto “no positivo” del vicepresidente Cobos, en su condición de presidente del Senado.

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Las retenciones móviles preveían una suba de la alícuota cuando el precio internacional se incrementaba y una baja cuando el precio bajaba. No obstante, el esquema era absolutamente asimétrico: si el precio de la soja caía al ridículo precio de un dólar la tonelada, el Estado pretendía, aun así, llevarse 23 centavos. Un esquema equitativo debería prever también subsidios si el precio cae por debajo del promedio, de modo tal de garantizar un precio máximo a los consumidores, pero también un precio mínimo a los productores.

En diciembre de 2015, el flamante gobierno nacional oficializó la eliminación de las retenciones para el trigo, el maíz, la carne y los productos regionales, y la reducción de 5 puntos porcentuales para la soja, quedando así en el 30%.

Sin embargo, en septiembre de 2018, se anunció el regreso de las retenciones a las exportaciones, tras la crisis cambiaria desatada en mayo de ese año, con la consiguiente disparada en el tipo de cambio.

 

* Víctor Beker. Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.