#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro
— Ahora, ¿el gradualismo podría haber sido aplicado también en términos de la política del Banco Central?
— Sí, y había unas metas, a ver, es excelente la pregunta, porque había unas metas de inflación que eran coherentes con las metas fiscales y lo que pasó fue que nosotros corregimos las metas fiscales, adaptándonos a la nueva realidad y con ese pragmatismo al que yo hacía referencia, pero sin embargo no se corrigieron las metas de inflación, y yo creo que esto generó una tensión en la macro entre lo fiscal y lo monetario que claramente lo estamos viviendo hoy.
— ¿Eso pudo haber generado también un punto más de caída del producto bruto, o sea, haber enfriado la economía porque no había una relación entre las nuevas metas de inflación y la política del Banco Central?
— Y, claramente lo que eso general es casarse con una meta que ahora es incompatible con los números fiscales, lleva al Banco Central a tasas de interés más altas, tipo de cambio más bajo y muy probablemente menor recuperación económica, yo tengo pocas dudas de eso. Y además...
— Y en el 2016 hubo un mayor enfriamiento de la economía.
— Y en el 2016, sí, a lo largo del ciclo, me parece que hay que tener cuidado de no asumir o no pensar que vos tocás la tasa de interés y al día siguiente tenés el efecto, ¿no? Hay rezagos y, por lo tanto, yo creo que hay que verlo más bien a lo largo del ciclo económico y también creo que hay que tener una discusión un poco más profunda en este sentido. Yo creo que está instalada la idea de que pobre el Banco Central hace todo el esfuerzo en soledad para bajar la inflación y, desde hacienda Dujovne o quien esté, no hace los deberes por el lado del déficit fiscal. Bueno, la primera cuestión que hay que decir es que este año el gobierno va a cumplir con la meta que fijamos del presupuesto y es una baja importante, del 4,8% de déficit a 4,2. Lo segundo que hay que decir es que la estructura del gasto público argentino, es bastante inflexible a la baja. Si vos sumás jubilaciones y planes sociales y algunos gastos necesarios, pero de necesidad absoluta y estás casi en tres cuartos del gasto público. Entonces, para el tipo que te dice: "tenés que ser más agresivo por el lado fiscal", y te lo dice en un marco donde la pobreza es lo que es...
— 30%.
— Y no tenés mayoría en Congreso, y, poco menos que te está señalando del pizarrón algo que no se puede hacer. Pero agrego una cuestión más, que estoy convencido que no está en la discusión, por lo menos entre los economistas y que es importante empezar a tenerla. Vos habrás oído hablar de la dominancia fiscal, los economistas dicen, el Banco Central está restringido a veces porque el fisco le pide que le financie el déficit entonces domina la política fiscal sobre la monetaria. Yo creo que hoy pasa exactamente al revés. ¿Y por qué digo esto? Y creo que en esta entrevista tenemos tiempo para explayarnos. Así como el gasto público federal es inflexible a la baja, también es cierto como vos lo sabés, que hay una porción muy grande de ese gasto público que está indexada. Sabemos que hay una ley de movilidad jubilatoria, sabemos que los planes sociales no están indexados de facto, pero nadie quiere que pierdan valor respecto a la inflación, el componente de pago de intereses está también de alguna manera indexado. Eso representa el 60% del gasto público nacional. Ahora, entendamos por un segundo lo que significa esa indexación en un momento donde está bajando la inflación. Te doy un ejemplo. Suponete que la inflación baja diez puntos por año, y que 60% del gasto está atado a la inflación del año pasado, no de esta, que es diez puntos más alta que la de este año. ¿Qué significa eso? Que hay un 60% del gasto que aumenta un 10% en términos reales.
— Por lo menos por un año.
— Por lo menos por un año o mientras dure la desinflación. Eso implica dos cosas, la primera es que si querés mantener el gasto en términos constantes, que es lo que piden algunos ortodoxos, vos tendrías que aplicarle al 40% del gasto no indexado...
— Una reducción arbitraria.
— Una reducción del 15%. No puede pasar eso, no puede pasar en este marco político. La segunda cuestión es que cuanto más agresiva...
— O más del 15%.
— No, porque es el 40%, es...
— Y vos tenés 10%, o sea, y tenés 10% en el 60.
— 60 sobre 40 es uno y medio.
— Exacto.
— Uno y medio por diez te da 15.
— Pero el mismo planteo, si lo que se pretende es bajar el déficit fiscal.
— Bueno, si se pretende bajar el déficit fiscal, entonces todavía más agresivo.
— La alternativa tendría que sobre ese 40 bajarlo a la mitad.
— Exactamente. Entonces, entendamos eso, entendamos que el que te pide un ajuste más rápido o un ajuste fiscal, en vez de gradualismo, o no hizo los deberes o está pidiendo algo draconiano, en un marco donde política y socialmente...
— O algo políticamente...
— Inviable.
— Inviable o insustentable a lo largo del tiempo.
— Exactamente. Pero te redondeo la idea de la inflación. O sea, uno es el ajuste sobre el resto del gasto. El otro es, cuanto más agresivo sea el Banco Central en la reducción de la inflación, más complicada es la política fiscal por esto mismo que te estoy diciendo. Porque esa reducción de la inflación le pone una vara muy alta a hacienda en el ordenamiento del déficit fiscal. ¿Se comprende?
— O sea que la solución es el crecimiento.
— La solución es el crecimiento y el pragmatismo, las dos cosas y me parece que atarse, como dije antes, de manera fanática a una meta, tiene consecuencias, y la consecuencia es que crecés menos, y, además, podrías llegar a tener una mezcla de variables macro económicas que no es la deseable a lo largo del tiempo. Si vos como consecuencia de eso tenés una tasa de interés muy alta, tasa real muy alta y tenés un tipo de cambio bajo, bueno, una cosa que pasa es que empezás a tener, además de un déficit fiscal, un déficit de cuenta corriente, un déficit externo. Y yo creo que esta va a ser la discusión que va a tener que tener el equipo económico para los próximos años, dónde está el equilibrio, cuánto déficit fiscal y cuánto déficit de cuenta corriente, porque la consecuencia de algún desequilibrio en la política monetaria viene por ese lado.
— Al tener que modificar esas metas, al haber corregido por ejemplo el déficit fiscal, me dijiste que era 3,8 a 4,2.
— Era, originariamente era 3,3 y lo llevamos a 4,2.
— A 4,2, o sea, un punto uno del producto bruto.
— 0,9.
— O 0, 9 perdón. Al momento de llegar a un punto de equilibrio en cuanto a un déficit fiscal que no requiera aumento de la deuda externa, se extiende el tiempo, en lugar de ser en x cantidad de años...
— Sí.
— ¿Cómo cambia? Es decir, el objetivo era que se llegara... ¿Vos tenías un plan de llegar en qué momento a ese equilibrio y a cuánto se estiró?
— Y, llegábamos, no me acuerdo ahora, pero era alrededor del 0,7 al final del 2019 y bueno, eso se posterga un año, por definición, porque lo que estamos corrigiendo es un punto del PIB.
— Y no se volvió a corregir en los años siguientes.
— Bueno, ya no es mi tarea hacerlo, pero cuando lo propusimos, no lo corregíamos, decíamos, en vez de... nos toma un año más.
— Y hoy, independientemente de que no sea tu tarea, ¿imaginás que agrega otro año más, o sea, que nos vamos a mitad del segundo mandato presidencial?
— Yo creo que eso hay que ir viéndolo en el camino. De vuelta, vuelvo a mi punto de que la importancia de la meta es ordenar la política y garantizar la dirección de los resultados, no es tanto pegarle justo a la meta como ir en esa dirección. Vuelvo a la diferencia entre lo fiscal y lo monetario. Este año la inflación va a terminar siendo 22, 23, supongamos que sea 23. 23 es 13 puntos menos que la inflación del año pasado. Si yo organizo una reunión con gente de Marte y le pregunto, mire, acá hay un país en el planeta tierra que un año tuvo inflación del 36 y que al año siguiente tuvo una inflación de 22, bueno, esta gente seguramente va a decir: "qué bueno, están haciendo lo que tienen que hacer y la están bajando". Ahora, la obsesión por la meta original, que habría que haber modificado, que es 17% máximo, te deja el sabor de: "no cumplí". Y no es que no cumpliste, porque esto es un proceso mucho más largo. Vos me preguntabas 2019. Y bueno, si en vez de 2019 es 2020, está bien también, lo que no está bien es que tengas esa volatilidad, porque esa volatilidad es la que te produce, históricamente si vos mirás el ciclo económico de Argentina, la volatilidad es el principal factor de la mala distribución del ingreso.
— Y de todo subdesarrollo.
— Y de todo subdesarrollo, de la mala toma de decisiones, de todo lo que ya sabemos. Entonces, acá la certidumbre que nosotros quisimos dar, es la dirección, y, además, quisimos comprometernos con que la dirección tenga un rango aproximado. Ahora, no puede la meta ser más importante que el concepto, esto es lo que yo digo, y ahí es donde creo que siempre vale más el pragmatismo...
Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.