El nombre, explícito, de esta conferencia: “De la televisión tradicional a la oferta de contenidos audiovisuales por internet”, como introducción al panel “Desafíos de la producción sostenible y de la gestión de la información en la industria audiovisual”, lo dice todo aun sin nombrarlo: cambio y desafío, palabras claves.
Cambio hubo siempre, del cine mudo al sonoro, del radioteatro al teleteatro, a la serie descarga o transmisión continua de video bajo demanda o por streaming. Cambio hubo también en la comunicación con letras: de los tipos móviles de Gutemberg a la invención de la linotipo en 1880, de la pluma de ganso a la máquina de escribir, de la fusión de la linotipo y la máquina de escribir a las computadoras personales y de ellas a los sitios web.
Pero lo que cambió es precisamente el cambio, que antes era intergeneracional y ahora lo es intrageneracional porque antes la mayoría de las personas de cada generación nacían y morían más o menos con la misma tecnología y el mismo tipo de trabajo, mientras que actualmente dentro de la duración de la vida de una generación quedan obsoletas prácticas, saberes y aptitudes por efecto de otra palabra clave: “aceleracionismo”, proceso que permite la posibilidad de una rápida transformación social de gran alcance.
Simplificadamente, el progreso tecnológico evoluciona incrementalmente, se acelera continuamente, generando más rápidamente cambios de producción y consumo, finalmente de hábitos, algo que incipientemente ya había previsto Carl Marx en El capital sobre la Revolución Industrial de las máquinas y la automatización del trabajo, luego el economista austríaco Joseph Schumpeter sobre el proceso de destrucción creativa del capitalismo y más recientemente Gilles Deleuze y Felix Guattari en Capitalismo y esquizofrenia.
Cuando el cambio es acelerado, se hace cada vez más difícil planificar a corto y mediano plazo, cinco años por ejemplo, algo normal en todas las compañías dado que los CEO de ellas suelen durar en su puesto alrededor de ese período. Aquí resulta fundamental volver a otro axioma de la ciencia económica: la diferencia entre riesgo e incertidumbre.
El riesgo, al ser medible en escala de probabilidades, es previsible y se puede evaluar su cálculo, base para la existencia de aseguradoras de riesgo: seguros de vida, contra incendios, robo, terremotos, inundación o granizo, por ejemplo, eventos que se repiten en un rango de tiempo o que continuamente suceden pero a un porcentaje del total de la personas, lo que permite promediar entre varios o en el tiempo.
La incertidumbre es aquello que ni siquiera puede ser imaginado o varios hechos simultáneos o encadenados en un período de tiempo corto, resultando imposibles de prever por sus probables múltiples consecuencias entre cada uno de ellos.
En esos casos ya ni la intuición ni la experiencia resultan, siquiera, un buen radar donde explorar y cuando se apuesta a ellas los pronósticos fallan; ejemplo: el cable y las señales de televisión paga van a matar a la televisión abierta, pronóstico de hace poco más de una década, pasando a los cortadores de cables van a matar a las cableoperadoras y lo abierto y gratuito recupera longevidad.
Frente a la incertidumbre, queda una sola cobertura, dividir las inseguridades (los riesgos) “en diferentes canastas” para que si lo impredecible acontece destruya una parte y no toda la organización.
Si es imposible prever cuál dispositivo también resulta difícil prever qué tipo de contenidos porque, como bien escribió Walter Benjamin en su canónico libro La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, la técnica cambia el tipo de obras y el continente modifica la forma del contenido. Cita textualmente el siguiente párrafo del libro de Paul Valéry Piezas de arte: La conquista de la ubicuidad, ambos libros de la primera mitad del siglo XX: “En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que estos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen, nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte años, lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte”.
“Diarios, TV, radio y web son categorías obsoletas, hay que hablar de palabras, sonidos e imágenes” [Fontevecchia]
Entonces, más que hablar de dispositivos y técnicas de transporte: streaming, celulares, redes sociales, etcétera, tenemos que concentrarnos en saberes. Una organización es una suma de saberes, una empresa es un saber hacer algo mejor que los demás o parte de ellos. Y los saberes se organizan en función de los sentidos que utilizamos para comunicarnos y recibir información. Por tanto, la clasificación gráfica, radio, televisión e internet es una ontología con categorías superadas. Lo que hay son letras, sonidos e imágenes en movimiento. Las letras se pueden leer sobre impresos en papel o en sitios web, los sonidos puede escucharse por radio o en podcasts y los videos pueden verse por televisión o por streaming, y todo lo anterior por redes sociales, sitios web y on-demand por internet.
Aquellos que hayan desarrollado habilidades con la escritura podrán migrar de una tecnología a otra, de escribir para soportes en papel o en la web hasta Substack, la plataforma de newsletters que distribuye contenido escrito quedándose con el 10% de lo que paguen los suscriptores. Otro ejemplo es de aquellos que, teniendo habilidades audiovisuales, además de poder trabajar para una empresa de televisión tradicional y una OTT puedan ser dueños de su medio con su propio canal en YouTube, quien puede quedarse con el 30% de la publicidad vendida. Lo mismo, en menor medida, vale para aquellos que por capacidades sonoras puedan ser considerados “flautistas de Hamelín de la voz” y podrán cotizar sus saberes en la radio broadcasting, la radio web, los podcasts, y agregando fácilmente videos en canales de streaming por las varias plataformas de vivo de redes sociales. La ontología prevalente y longeva, entonces, es que hay letras, audio y video que son a la vez herramientas de diferentes plataformas.
Volviendo a una organización, ¿puede especializarse y sobrevivir solo en una de estas categorías si su lengua no es el inglés, su marca no es global y su producto no es el líder de la categoría? Entre otros, puede en letras The New York Times o el Financial Times, en video puede Netflix y sus competidores mientras que en sonido casi queda solo Spotify. Lo que indica que prácticamente no hay empresa de video que no tenga que desarrollar competitivamente su sitio web y redes sociales también con palabras, y no hay empresa de letras que no deba desarrollar habilidades audiovisuales porque aun los sitio web de los diarios requieren un porcentaje de videos propios.
Pero no solo la diversificación de plataformas es inmanente sino también la diversificación de modelos de negocios: voy a hacer un repaso por mi industria nativa: la gráfica. Hasta la aplicación de la ley antitrust en Estados Unidos, a comienzos de siglo XX, cuando la publicidad era ínfima porque no era necesaria dado que por la existencia de monopolios no había competencia, los diarios y revistas estaban cien por ciento costeados por el precio de tapa que pagaba el consumidor, a partir de 1910 la publicidad fue creciendo, al mismo tiempo el precio de tapa de publicaciones bajando para aumentar la audiencia hasta llegar al 70% de los ingresos de los diarios y revistas pagados por la publicidad y solo un 30% por el precio de tapa que pagaba el lector. La aparición de Google y Facebook concentrando el 70% de la publicidad mundial de internet sin costo de producción de contenidos hizo bajar el precio de la publicidad y afectó severamente a los modelos basados solo o mayoritariamente en publicidad, haciendo que los diarios y revistas vuelvan a ser costeados mayoritariamente por el precio de tapa o de la subscripción. Podemos concluir que básicamente hay dos modelos de negocios: el financiado principalmente por la publicidad (YouTube, de Google) y el financiado por la audiencia (Netflix o, mucho menos conocido, Substack).
“La desinformación es un virus que se propaga por la web, precisamos una vacuna digital” [Gauthier]
A comienzos de los años 90, cuando aún la comunicación era toda analógica, pero estaban en su auge los grandes conglomerados de medios, existían debates sobre taxonomía mediática: ¿cuál era la categoría correcta que encuadraba para cada organización? Algunas se definían como empresas periodísticas, otras como empresas de entretenimiento, otras más amplias como empresas de comunicación y en algunos casos empresas de contenidos para diferenciarse de las de comunicación, que incluían conectividad ya sea telefónica, cableoperador o de conectividad de internet. Entre las dificultades categoriales se encontraba Disney, que sumaba parques de diversiones donde sus ingresos venían de la entrada que pagaba el consumidor final para hacer visible que entre las organizaciones materialmente más exitosas hay un porcentaje significativo de aquellas que ya no dependían mayoritariamente de la publicidad (cableoperadores, OTTs, la citada Disney) porque sufrieron menos el embate publicitario de la aparición de Google y Facebook.
Otro problema categorial y más amplio, que atraviesa no solo a los medios de comunicación sino a la política, a las finanzas, al comercio y progresivamente a todas las actividades, es la ilusión del fin de la intermediación. Que los sujetos noticiosos ya no precisan la intermediación de los medios para llegar a la audiencia, que los candidatos ya no precisan la intermediación de los partidos políticos para ser electos, que los consumidores no precisan la intermediación de los comercios para comprar o la intermediación de los bancos para ahorrar o recibir y dar dinero. Cuando en realidad son otros intermediarios mucho más dominantes y oligopólicos. Como corolario de esta renovación categorial: en el siglo XX no era inhabitual que el dueño del diario de una zona alcanzase a ser electo gobernador de ese territorio, hoy se conjetura que Elon Musk compró Twitter no solo para rebautizarla como X y desarrollar su narcisismo sino con el latente deseo de ser él mismo un futuro presidente de los Estados Unidos.
La primera mitad del siglo XX estuvo dominada por la palabra: escrita en diario y revistas, y hablada en radio (repito: ambos medios de palabras), luego se sumó la televisión y llegamos hasta 1960 con tres cadenas de televisión broadcasting, radios AM y publicaciones en papel. Setenta años más tarde se multiplicaron por mil los canales de televisión, se agregaron los sitios web, el streaming y las redes sociales. La oferta de medios se exponenció mientras que el tiempo disponible de la audiencia para asistir a información, cultura y entretenimiento se mantiene más o menos inalterable desde nuestros bisabuelos de 1910 que ya trabajaban ocho horas, dormían otras ocho y les quedaban ocho horas más para todo lo demás. Los medios venden tiempo de las audiencias a la publicidad y ese stock de tiempo de cada medio es hoy menor porque se fragmentaron las audiencias en más medios haciendo que las empresas de medios del siglo XX son menos poderosas en el siglo XXI.
Finalmente, la combinación de la necesidad de supervivencia frente a mercados maduros que se encojen lleva a que, para mantener el tamaño que una empresa tenía con solo un lenguaje y/o plataforma, ahora precise desarrollar los otros lenguajes y/o plataformas, sumado a la necesidad de dividir los riesgos en diversas canastas frente a la imprevisibilidad del aceleramiento del futuro, lo que hizo que las organizaciones tuvieran que diversificarse. Pero no ya ofensivamente para crecer, como en los 80 y 90, que la enorme rentabilidad de los medios tradicionales hacía que los medios impresos compraran radios y canales de televisión, sino defensivamente, para sobrevivir como empresas.
Quedarán medios boutique de una sola plataforma o un solo lenguaje con un máximo de algunas centenas de funcionarios, pero una empresa, para poder ser considerada tal, precisa un mínimo de alrededor de mil personas para lograr tener áreas especializadas que le permitan una gestión profesional. Por lo tanto, todas las empresas de medios tenderán a ser multimedios con habilidades en todos los lenguajes: palabras, sonidos e imagen.
No hace tantos años una radio o un diario líder tenía mil personas en su staff, algo impensado en esta tercera década del siglo XXI.
Perfil, hasta poco antes de la pandemia, era exclusivamente una empresa de letras, ya sea en papel o en internet, y la propia pandemia aceleró nuestra diversificación audiovisual que hoy cuenta con cuatro canales de televisión, dos broadcastings de televisión abierta: Net TV y Bravo TV, y dos señales de televisión focalizadas: Caras TV, de celebridades, y Canal E, de economía. Mas dos radios: una de 24 horas de noticias, la AM Radio Perfil, y otra de música, la FM Radio Horizonte. Junto a una decena de revistas distribuidas entre Argentina y Brasil, un diario, varias decenas de sitios web también distribuidos entre Argentina y Brasil, una impresora y hasta una universidad: USBA, Universidad del Sur de Buenos Aires.
Quiero dejarles una reflexión final. La sustentabilidad de una empresa de medios de contenidos está basada en concebirse ella misma como una suerte de ecosistema, que a su vez interjuega con el sistema general de medios: una especie de equilibrio en expansión.
EL PANEL
—¿Serán los medios tradicionales los que deban adaptarse a la nueva realidad? ¿O los productores y realizadores de contenidos los que deben responder a la velocidad con que se exige tener una oferta novedosa de contenidos? ¿O los responsables de garantizar una infraestructura de comunicaciones que ofrezca mayor velocidad, estabilidad y calidad? ¿O los consumidores, que deben navegar en el mar de ofertas y mejorar sus capacidades de consumo crítico para enfrentar problemas con la desinformación? ¿O incluso los gobiernos y reguladores, que deben decidir si intervenir o no en cada uno de los problemas que se presentan a lo largo de la historia? Entonces, ¿qué actor del ecosistema digital y audiovisual tiene los mayores retos para enfrentar estos cambios?
DOANE: Es una excelente pregunta que me tomó mucho tiempo pensar porque creo que los retos que estamos enfrentando todos en este sistema son mayores de lo que nos damos cuenta. Lo que más me preocupa es algo que me afecta directamente mucho en mi carrera como periodista y escritora. Ayudé a las personas a contar historias, y cómo se cuentan las historias está cambiando con cosas como la IA. Lo interesante de contar historias es que es bastante formulaico. Una de las cosas que la IA hace es mirar patrones y fórmulas, y busca recrearlas. Entonces, cuando estamos contando una historia y queremos crear emoción y conmover a las personas, hacer que tomen acción, miramos esa fórmula de cómo se hace. ¿Qué pasa cuando la IA puede hacer eso? Muchos creadores de contenido debemos pensar qué pasa cuando las historias ya no las cuentan los humanos y no hay esa alma dentro de la historia. Las historias ya son una táctica increíble, usar una técnica manipuladora para hacer cosas increíbles. ¿Pero cómo va a hacer eso la tecnología a futuro? Todos debemos pensar mucho más, porque si es algo de fórmula, qué pasa a continuación, eso es lo que tenemos que contestar.
“Ya no se habla de mercado digital sino de sociedad digital, se difundió a todo espacio vital” [Gauthier]
LESHER: Cuando vemos la evolución de la información y el ecosistema, y nuestro análisis del consumo de contenidos, muestra que hoy en día las personas reciben las noticias de los websites, o sea, internet, primero. Segundo, la televisión pública, y tercero, las redes sociales. Internet es la fuente de noticias para la mayoría de las personas. Los desafíos más grandes son los contenidos falsos y la desinformación en línea; dada la capacidad que tienen, pueden alcanzar mucha gente rápidamente. También el aspecto de la IA y su capacidad de generar desinformación a gran escala; en las sociedades democráticas, uno de los desafíos más grandes es qué es real y qué es falso para los agentes del ecosistema. Las plataformas están haciendo esfuerzos para tratar de moderar el contenido, pero al final utilizan diferentes definiciones, trabajan con el mismo tipo de contenido. Los creadores de políticas y los reguladores van a tener que entrar en ese debate para identificar en dónde está la verdad, y eso va a llegar a los reguladores y creadores de políticas.
GAUTHIER: Tenemos que plantear el primer hecho, hemos cambiado de siglo. Shoshana Zuboff dice que entramos en el primer siglo digital de la humanidad. Algunos dicen que este siglo empezó con el 9-11. Estoy más convencido, como decía Christian O’Flaherty, que viene por el tema del covid, esa temporada en la que algunas cosas cambiaron y que se nota. La primera constatación es que el 30% o el 40% de población que ni siquiera puede subir al bus del desarrollo, para ellos se paró. Una descripción espectacular de los beneficios que son fascinantes del digital y de lo que permite, luego de pasar ese momento de 2020 o de 2022, entramos en la parte en que los que no suben al bus digital se pierden el acceso a la educación, a las compras, al servicio público, a todo. El título del taller es “Mercados digitales en el siglo digital”, ya no se habla de mercados digitales, se habla de sociedad digital, que es todo, se ha difundido en todo aspecto de la vida cotidiana. Vemos que también hay nuevos actores y se tendrá que ampliar aún más a la diversidad de gente, porque lo vemos en los temas regulatorios o de proteger a la gente, que en realidad ahora se necesitan designers, técnicos, psicólogos sociales, o sea gente que pueda apoyar con otro punto de vista. Pero estamos hablando en realidad de un cambio para cada uno. Cuando se habla de fake news, hay que recordar que en el sigo XIX ya existía el periodismo amarillo. El primer artículo con respecto al derecho a la privacidad, dicen algunos, no soy abogado, soy ingeniero, que salió en la prensa ese día, arrancó todo el tema de la privacidad en los Estados Unidos del siglo XX. O sea que lo podemos manejar. Estamos hablando de una esperanza que sí, que incluso los medios viejos, que son los diarios, empezaban con una forma de ser que no era sostenible, ni financieramente ni como sensacionalismo. Y cuando miramos a lo que se volvió en el siglo XX, podemos imaginar como los medios otra vez van a evolucionar en este siglo.
“De todos los medios, la que tiene un mayor desafío es la televisión, que depende de la publicidad” [Dávila del Bosque]
DÁVILA DEL BOSQUE: Creo que definitivamente quien tiene un reto más fuerte es la TV tradicional. El negocio parte de la publicidad y creo que es un gran mérito este espacio de transformación que han buscado los medios tradicionales para sostenerse y buscar precisamente tener credibilidad en cuanto a las noticias y los programas que están puestos a través de los medios. Definitivamente, el espacio de las redes sociales es muy potente, los medios tradicionales están tratando de adaptarse a eso. Hay un espacio sin duda importante para la regulación, porque precisamente pasamos del entretenimiento a noticias que ya no son tanto entretenimiento, sino que tienen un componente de informar y que tienen una influencia en la vida política y un poquito más allá, de mero entretenimiento. Entonces, este espacio de conversión para los medios tradicionales es muy relevante, hay que seguirlo de cerca. Tiene que haber un regulador muy activo mirando y viendo esos espacios para permitir que coexistan. Uno no va a reemplazar al otro, es un escenario de coexistencia lo que vamos a ver.
—¿Están los servicios de OTT, en particular los proveedores de dichos servicios, en capacidad de autorregularse en esta materia? ¿O es necesario que el Estado y las sociedades aborden con más decisión la posibilidad de regular algunos de estos aspectos? Por ejemplo, la televisión abierta está regulada y los OTT no.
D: Es un riesgo cuando las cosas como las noticias se convierten en entretenimiento. Se incentiva para que dramaticen y mantener a la gente enganchada solamente por una ganancia. En mi opinión, debe haber regulación. Sabemos qué pasa como seres humanos con estos incentivos. La mayoría de las personas van a ser atraídas a hacer lo que no es correcto. Y cuando hay más riesgo, hay más incentivo de no hacer lo correcto. Es parte de la naturaleza humana, lo vemos como una ganancia o una recompensa a algún tipo de acto o comportamiento, vamos a estar más atraídos a hacer lo que no es correcto. Tiene que haber regulación, sí. Cuál debe ser la regulación es otra discusión más grande.
G: Una de las cosas interesantes de la publicidad en el DSA; por ejemplo en Europa, de las plataformas que fueron consideradas como ‘very large’, como esas plataformas que tenían que entregar unas reglas especiales en cuanto a su proceso operativo y a la transparencia que dan, son veinte. La buena noticia es que hay una zona gris que nadie ha tocado, que de los veinte, tres son de porno. Porque ya que el porno representa como del 10% al 15% del tráfico de video de internet, también eso es un efecto del “net neutrality”, está bien que haya una forma de control de los más de 45 millones de usuarios por mes que miran en los países europeos.
—En la época de furor de las publicaciones para hombres, en los años 60 en Estados Unidos, la suma de todas las revistas eróticas, podríamos llamar, no era más que el 2% del mercado, mientras que en internet son entre el 10% y el 15% de los videos; se multiplicaron entre cinco y siete veces. Tenían razon Banjamin y Virno sobre que la técnica modifica los contenidos
G: Ya sabemos que la gente de la publicidad con la cual tratamos nosotros no quiere hablar de la desinformación, no quieren porque es un montón de plata para ellos. Y entonces sí tenemos que hablar de desinformación para conseguir que la publicidad se encargue también, como los demás, de su responsabilidad.
D del B: Hay una máxima que dice: “Ley injusta no es ley”. No sé si me ciño a eso, pero en todo caso, desde el punto de vista de la regulación, creo que hay espacios muy interesantes para OTT. La industria audiovisual cambió. Hoy podemos ver contenidos a través de redes sociales, aplicativos web, deportes y demás. Entonces, hay un espacio definitivamente para buscar paridad competitiva entre todas estas plataformas y ese debería ser el objetivo de buscar identificar asimetrías regulatorias en la evolución que ha sido el desarrollo de las plataformas para fijarnos en eso. Hay que reconocer el gran esfuerzo que han hecho las entidades regulatorias para fomentar la infraestructura. Nos guste o no, la infraestructura va de la mano del crecimiento de los contenidos, y eso ha logrado atender a una población que está muy desatendida y no tenía ninguna exposición a ninguna parte del ecosistema digital, eso hay que reconocerlo y se ha hecho un gran trabajo. Ahora, después de la pandemia, tenemos que mirar que hay hogares que, a pesar de que hoy se encuentran dentro del grid de conectividad, no se pueden conectar por un tema netamente económico. El gran reto, y a la vez la gran oportunidad, está en regular un subsidio a la demanda, un token social digital que permita a estos hogares, que no han tenido ningún tipo de exposición a contenidos, que lo tengan hoy, y tengan esa ventana a esta herramienta tan potente que es internet. Hablamos mucho de conectividad. Cuando una persona tiene esta herramienta tan fuerte al frente y no ha tenido exposición, no sabe qué buscar. Entonces, este es un gran primer paso para dar conectividad. Si bien es cierto que hay una sola vía a través de programas de incentivos y regulación.
—Muy interesante, porque si en países como la Argentina se subsidia el acceso a la electricidad y a los servicios básicos, y si internet es un servicio básico, sería lógico también que el subsidio a la gente de menos recursos incluya también la provisión y la conectividad.
D del B: Absolutamente. Creo que es un gran ejemplo. Traté para esta exposición de ubicar algunos casos que han sido ya positivos y en gran escala. Hay dos. Uno es en Brasil, que fue un proyecto que se llama “Mi casa, mi vida”, donde se dio residencia a mucha gente de bajos recursos y se incluyó el factor conectividad. Y lo mismo ocurrió en Estados Unidos. No podemos ver más la conectividad como un adicional o un lujo sino, por el contrario, como parte de un servicio básico.
—¿Cuáles crees que son los principales riesgos que afrontan los niños y las niñas adolescentes en el entorno digital? ¿Cuáles son los principales desafíos que tienen los gobiernos, la industria, los reguladores y las mismas familias para protegerlos?
D: Hay tantos riesgos que los niños están enfrentando en este momento por la tecnología, también han cambiado muchas vidas de niños y niñas de manera positiva, pero los riesgos son vida o muerte. El riesgo más grande es que tienen acceso a cualquier cosa. Obviamente, los padres pueden controlar hasta cierto punto qué están viendo sus hijos o sus hijas, pero no es el 100%. Cosas que sus cerebros no están preparados para ver. Sabemos que el cerebro de un niño, una niña, el lóbulo frontal, no está completamente formado hasta que tengan 25 años. No tienen esa capacidad de toma de decisiones, el raciocinio, la lógica que nosotros tenemos como adultos. Ahora están viendo leyes, por lo menos en Estados Unidos, para que los niños y niñas no puedan ser juzgados como menores en ciertos crímenes, porque muchos de los niños y niñas que están cometiendo crímenes han sufrido abuso severo, han sido parte de ciclos tóxicos, y lo que hace un ciclo tóxico, específicamente en el cerebro infantil, es peor. Un niño o niña es como una esponja, absorbe absolutamente todo. El gobierno puede hacer mucho más para empoderar a los padres para proteger a sus hijos, porque el gobierno no lo puede hacer todo, pero más educación para los padres. En los Estados Unidos más del 20% de los niños por debajo de los 18 años han considerado suicidarse y muchos estudios lo relacionan con esa sobreexposición a los medios. Comparándose con cosas que no son reales y queriendo ser vistos y escuchados en forma que todos los niños y niñas quieren ser vistos y escuchados, pero con las redes sociales eso ha cambiado la dinámica de interacción para los niños y niñas. Tenemos una gran responsabilidad de proteger a nuestras generaciones futuras, y como adultos sabemos lo adictiva que puede ser la tecnología.
“Del total del tráfico mundial de video en la web, el 15% es porno. Debe regularse” [Gauthier]
—¿Qué recomendaciones formula la OECD a los Estados y a los gobiernos e incluso a los organismos reguladores, sobre la formulación de políticas públicas para fortalecer la integridad de la información, la transparencia de las plataformas digitales, la rendición de cuentas, la pluralidad de fuentes informativas y el florecimiento de la democracia?
L: Acabamos de hacer un trabajo interesante con la OMS, donde miramos las tendencias y usos problemáticos de redes sociales y cyberbullying entre los 13 y 15 años, vemos un 49% de aumento en uso problemático de medios sociales con las niñas, afecta de manera desproporcional, es una cifra importante. Tenemos que proteger a nuestro grupo más vulnerable que es la juventud porque están siendo afectados de manera diferente por diferentes aspectos de internet. La OCDE tiene varias recomendaciones, algunas no van a ser muy extraordinarias o sorprendentes. Una es promover el alfabetismo digital como iniciativa, pero acá quiero insistir en tener cuidado en saber quiénes están más en riesgo en sus países. Hay diferentes grupos demográficos por edad, género, ingresos, afecta diferente en cada país. Lo otro es desarrollar las políticas de moderación de contenido en un proceso de multipartes interesadas con una supervisión independiente, que no es algo que estemos viendo mucho en este momento. También, tener un enfoque híbrido para poder analizar el contenido en línea y mejorar la integridad de contenido. Necesitamos tecnología, pero también necesitamos a los humanos que tienen esa sensibilidad para poder analizarlo. A veces el terrorista de alguien es el héroe de otra persona, entonces es importante tener esta visión. Lo otro es aumentar la transparencia en las publicaciones de cosas comerciales, por ejemplo propagandas. Hay diferentes regulaciones para publicidad en radio y televisión que en internet, y eso tiene que cambiar. Por eso es que hicimos esa encuesta de búsqueda de verdad, buscamos el consumo de medios y la habilidad de las personas para identificar contenido falso, fake news, en línea. ¿Como creen que le fue a la gente? Le fue un poquito mejor que si tiramos una moneda, la gente no sabía. Existen diferencias y hay países donde la habilidad de las personas es un poco más alta para analizar. Cómo podríamos cambiar esto: a través de iniciativas de alfabetismo digital con los diferentes medios. Algo que vimos en esta encuesta es que esas personas que confiaban en las redes sociales mucho, es el caso en la mayoría de países latinoamericanos, tendían a tener un menor puntaje en identificar contenido de desinformación y contenido falso. También tuvimos resultados sorprendentes con los programas de alfabetismo digital, no solo el titular, sino más el contenido, la mayoría de veces la gente no lee más del texto, pero lo que realmente nos pareció preocupante es que cuando lo hacen no siempre los ayuda a identificar si algo era verdadero o falso.
—Nos gustaría conocer más sobre la estrategia denominada “prebunking” para el abordaje de las debilidades cognitivas usadas para manipular, y sobre todo los demás lineamientos de las estrategias recomendadas o promovidas por la Unesco para combatir la desinformación y contribuir al consumo crítico del contenido audiovisual.
G: El tema de la alfabetización mediática informativa o el M y L, como se dice en inglés, “media information literacy”, en realidad es un tema de todos. Me llamó la atención que las primeras frases del taller eran que la regulación no regula, y de repente aparece que los reguladores en todos los países se encargan de hacer mucho más y cosas que antes no eran de ellos. Pero eso no quiere decir que los otros protagonistas tienen que quedar fuera de esto. Hay un estado de desarrollo de los niños que obviamente necesitamos protegerles, y esperar hasta que puedan entender, esto es parte también de la alfabetización. Por ejemplo, los psicólogos sociales como Sander van der Linden, dicen que necesitamos todos como adultos una vacuna digital, como si fuera para el covid, y que también vence, se tiene que reforzar a lo largo de unos meses, unos años. Esta vacuna digital es entender cómo se maneja y cómo se entiende lo que uno está utilizando en las redes y las plataformas digitales. Eso quiere decir que también los medios la tienen que encarar como responsabilidad suya, también las plataformas en el diseño tienen que cambiar la forma de la ampliación, o al revés, de reducir la propagación de un mensaje y de cómo la persona reacciona. Obviamente, hoy en día lo que pasa es que su intención es justamente aumentar la ampliación y el reflejo de la gente que quiere distribuir la información. Ni siquiera pasa por la mente, es todo emociones, todo reflejo, casi condicionado. Esta vacuna es como decir cuando estás confrontado a algo que les está pidiendo a sus emociones una reacción directa, puede ser que sea desinformación. Cuando uno se encuentra con una persona que está despersonificando a otra, uno que está usando polarización a uno que está haciendo los trolls en los comentarios, todo esto que en los medios vemos todos los días, es la forma para construirse su propia resistencia digital, porque hoy en día la desinformación es como si fuera la primera enfermedad mental que, en vez de propagarse por el aire, se propaga por las redes digitales. El “prebunking” en realidad es alfabetización para los chicos, pero también para los adultos, hay que reforzarlo regularmente y viene por los “telcos”, viene por los reguladores, los medios publicitarios y también en las escuelas. Tenemos que ver cómo el contenido que nos llega vincula unas cosas que obviamente no son tan buenas o tan claras.
“Siempre hubo fake news, en el siglo XIX se llamaba a esos diarios prensa amarilla” [Gauthier]
—¿Cómo se percibe el futuro de la relación entre los servicios audiovisuales tradicionales y las OTT?
D del B: Es una pregunta superinteresante porque la tecnología tiende a tener el mismo ciclo de vida. Sale una nueva tecnología, vuelve obsoleta la anterior, la reemplaza, y ese ciclo continúa. En la industria audiovisual está pasando algo distinto, hay coexistencia. No quiero ser redundante con la infraestructura, pero esa es una de las razones por las cuales cada tecnología tiene su espacio. Una persona que está en un área muy grande no tiene acceso de otra manera, una topografía complicada va a preferir la televisión abierta, va a preferir la televisión satelital y tiene mucho sentido, pensando incluso que la televisión abierta es gratuita y la televisión satelital tiene un costo, no voy a decir económico, pero mucho más accesible. El crecimiento de la OTT se debe al crecimiento de la infraestructura de fibra, que ha permitido que esta plataforma despegue, pero está pasando solamente en zonas metropolitanas. Otro sector interesante es el componente de los creadores y los distribuidores. Hay sociedades que representan estos derechos, y por supuesto es importante tenerlos en cuenta. Son los que generan ese contenido principalmente. Pero ya hay plataformas simultáneas. Entonces, necesitamos revisar ese balance para la sostenibilidad de la industria.
—En el caso específico de DirecTV y de Skype, el planteo es que la diferencia con los operadores de tierra es que no podían brindar internet. Ahora, con la posibilidad de brindar internet satelital, ¿modifica algo la amenaza que había respecto de que una plataforma, un cableoperador que no podía dar internet, estaba en dificultades frente a quien sí la podía dar; y si así, como es más barato brindar un servicio de cableoperador digital, también será más barato brindar un servicio de conexión de internet, también satelital?
D del B: Son excelentes preguntas. Cuál va a ser la dinámica satelital y el costo va a ser relativo, porque no es la misma tecnología para dar cobertura a nivel de señal digital de TV versus la señal que tiene Upload y DownLink para internet. No me atrevería a decir que el costo va a ser más competitivo. Vuelvo sobre el espacio para subsidiar el servicio porque va a beneficiar a las personas que están precisamente en zonas muy remotas y muy complicadas de acceso. Y ese va a ser el espacio para esa tecnología inicialmente. La evolución, veremos. Sin duda es muy incierto.
—¿Qué aspectos de la inteligencia artificial podemos considerar grandes oportunidades y cuáles habría que contemplar desde un enfoque de tecnología riesgosa?
D: La IA es asombrosa. Me ha ayudado a ganar muchas millas en American Airlines. Porque si pasa algo, le digo a Chat GPT: hazme una carta para que AA me dé millas. Los riesgos son bastante obvios. Podemos pensar en las soluciones, no va a ser fácil. Las futuras generaciones están en riesgo, nuestra salud mental está en riesgo, nuestras capacidades de encontrar la felicidad están en riesgo con la IA y lo que esta puede hacer. Los riesgos más grandes son entender cómo manejar el uso que le damos a la IA y entender los riesgos en tal detalle, que no cometamos los errores de hacernos daño o de afectarnos y afectar nuestras funciones y trabajos. Los que estamos trabajando con el gobierno podemos afectar a muchas personas. Cuando hago una campaña para un cliente que afecta a millones de personas, tenemos una responsabilidad enorme de utilizar la IA para bien, y eso no va a ser fácil.
L: Mencioné la necesidad de utilizar IA en la lucha contra la regulación de contenido en línea. Hay oportunidades y hay riesgos también. Todo el sesgo de la tecnología, pero me quería enfocar en dos experimentos con IA. Primero, medimos la capacidad de las personas para identificar contenido falso y verdadero generado por humanos y por IA, y encontramos que el contenido generado por humanos era más difícil de identificar. Hay aspectos muy preocupantes en IA en este contexto del texto. Los humanos están generando contenido que es más difícil de identificar que el generado por la IA. Las imágenes son mucho más complicadas, pero también esperamos poder analizar esto en la próxima encuesta. El siguiente experimento es desde la perspectiva de las políticas; analizando el impacto de la IA y las etiquetas, ha habido reclamos de empresas que exigen legislación para que los contenidos generados con IA tengan una etiqueta, como una marca de agua.
La percepción de las personas de la IA en general influencia su capacidad de identificar la veracidad del contenido basado en una etiqueta. Significa que las personas que tienen una perspectiva más positiva de la IA tienen una mejor capacidad de identificar la veracidad, porque hay dos tipos de calificaciones. Con esto sabemos que es la presencia de esta marca de la IA, que es la que lleva a las personas a creer que es información verdadera. Esa es una consecuencia que sale del uso de estas etiquetas y es algo que los creadores de políticas deben considerar.
G: María Ressa, que ganó el Premio Nobel de la Paz por su trabajo con los filipinos como periodista, suele decir que cuando no hay verdad no hay confianza. “Internet for trust” significa que lo que esperamos lograr es recuperar una internet de confianza. Pero en el tema de la IA, se vuelve más difícil. Los investigadores, por ejemplo, como Julie Cohen, dicen que tenemos que cambiar la forma de hacer la regulación, y como decía antes, la alfabetización es para todos y de parte de muchos de los protagonistas. También, como en los últimos tres, cuatro o cinco años, hubo una iniciativa de la Unesco con Columbia University y UN Foundation para ayudar a todo el sistema jurídico en todos los países, para entender los temas de libertad de expresión. También estamos con la UNRed y con la Unesco investigando cómo proponer un curso para entender temas de regulación de plataformas digitales, y la nueva forma de hacer esta regulación. Tenemos que encontrar este nuevo equilibrio entre nosotros humanos y estos sistemas que hemos diseñado y desarrollado. La parte regulatoria va a destacarse en unos procesos, Julie Cohen habla de vectores, diciendo que hay que identificar cuáles son los vectores regulatorios que uno tiene que examinar para saber cómo responder a unas nuevas situaciones que no esperaba. Europa está empujando, uno lo puede ver como un intento de influencia geoestratégica, pero también es cómo las sociedades europeas están atascadas en su propio funcionamiento interno. Tienen que ver con cómo desarrollar algo que pueda coincidir con el siglo digital que está adelante nuestro.
D del B: Para la industria audiovisual es una herramienta muy potente. Sin duda tiene muchos riesgos, pero te permite conocer al cliente como ninguna otra herramienta. Al consumidor y al usuario. Entonces vas a saber cuál es su equipo favorito, qué partidos ve, si tiene algún interés en el resultado, que películas prefiere, en fin, es una herramienta muy potente. Y a diferencia del data Analytics que necesita de intervención humana, esta no la requiere y aprende sola y crece sola. Entonces el potencial es muy grande. La otra cara de la moneda, por supuesto, es protección de datos personales, porque también, no sé si quiero que sepan cuál es mi equipo favorito, qué quiero ver y qué quiero consumir en televisión.
Pero me quedo con la frase: hay que mirar el pasado. Internet fue la misma discusión: va a haber datos atravesando espacios internacionales, tenemos que proteger esos datos, y hoy estamos familiarizados con los virus digitales, firewalls, medidas de protección. En el caso de IA, ese va a ser el arca que va a seguir.