El dirigente del Movimiento Evita Fernando "Chino" Navarro, aseguró que la expresidenta y futura vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner "cambió y aprendió" de los errores de su gobierno, pero también por la "dura realidad" a la que condujo el gobierno de Mauricio Macri. "Descalificamos el primer cacerolazo en vez de escucharlo como una advertencia", reconoció. Eso no nos va a ocurrir porque fuimos aprendiendo, no solamente por la derrota en términos electorales, sino por lo que le pasó a nuestro pueblo".
"Aprendimos no solo de la derrota, sino también de lo que pasó luego de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri", afirmó Navarro al ser entrevistado por Jorge Fontevecchia para su programa Periodismo puro. "La realidad es muy dura, nos hizo reflexionar a todos. Cristina cambió y aprendió. Y es algo que venía también antes de 2015. Se toman muchos de sus discursos para cuestionarla, pero también hay muchos autocríticos".
A continuación, un fragmento de la entrevista:
—¿Qué cambió para que pasaran de ser adversarios a la reconciliación?
—En el peronismo hay una serie de coincidencias. Con Cristina debíamos trabajar juntos. Luego, por alguna cuestión circunstancial, nos distanciamos en 2017. Nosotros planteábamos que debía tenerse una mirada crítica sobre el proceso anterior para poder encarar lo que seguía. Lo mismo en relación con la unidad: debíamos ser mucho mejor que lo que habíamos sido. Cristina, en vez de explicitar la crítica, lo que debía hacer era corregir errores en los hechos. Son mecanismos diferentes. Ella ejerce un liderazgo en sectores sociales muy importante. Nuestra organización no tiene tal vínculo con la sociedad.
—¿La autocrítica que esperaban y no se produjo en 2017 se produjo en 2019?
—Pero no la esperábamos de Cristina especialmente. Porque sería injusto. Nuestro planteo era para el PJ. Nosotros también nos debíamos una autocrítica. No es que uno se equivoca y el resto acertamos. La política es una cuestión colectiva donde obviamente hay referencias, liderazgos, espacios institucionales. Obviamente, hay una diferencia entre ese colectivo y el dirigente. Pero un dirigente sin el colectivo es muy difícil que pueda articular una política exitosa.
—¿Cómo explicarías ese declamado “volver mejores”?
—Primero, pudimos construir la unidad con sectores que se habían alejado del espacio allá en 2013.
—¿Construir la unidad sería la consecuencia y la causa sería la corrección de aquello que los llevó a la desunión?
—¿Por qué se empieza a desmembrar nuestro espacio ya en 2013, formalmente cuando Sergio Massa conforma el Frente Renovador? Porque nuestra política era acotada, no lograba interpretar a su propia fuerza, no generaba los ámbitos de debate. Descalificamos el primer cacerolazo en vez de escucharlo como una advertencia. Eso no nos va a ocurrir porque fuimos aprendiendo, no solamente por la derrota en términos electorales, sino por lo que le pasó a nuestro pueblo. Aprendimos no solo de la derrota, sino también de lo que pasó luego de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri.
—¿A quienes criticaban se los acusaba de traidores?
—Era simplificar. Cuando uno simplifica en blanco o negro encuentra argumentos sólidos pero obtura la posibilidad de dialogar.
—Lo mismo sucede en sentido opuesto: quienes ven al peronismo monstruoso.
—Ese es un problema de nuestra sociedad, que se expresa en términos de peronismo y antiperonismo. Cambiemos expresa una realidad diversa, porque no todos son antiperonistas. Hay radicales y dirigentes que vienen del peronismo, junto a otros que vienen de la actividad más profesional y empresarial.
—¿La esencia de lo que deberían corregir sería no ver al otro como un enemigo?
—Sí. La 125 fue un aprendizaje. Cuando se produce, la reacción reflejo de lo que uno militó es que hubo un enfrentamiento con la oligarquía. Es lo que me pasó a mí, lo que les transmití a mis hijos. Por esos años retomé la facultad. Y cuando empecé a escuchar a los chicos de la facultad, que la mayoría eran del interior de la provincia de Buenos Aires, me di cuenta de que estaba equivocado: esos chicos no eran oligarcas, eran pibes de clase media. Cuando nos dimos cuenta de que el conflicto no fue como lo imaginamos ya era tarde. Esa derrota política, en el Parlamento y en la calle, fue la antesala de la derrota electoral. Ahí aprendí que no hay enemigos. Que somos argentinos con distintos intereses.
—¿Fantasmas pasados de un mecanismo paranoico?
—En Argentina hace rato que venimos viviendo con categorías antiguas. El mundo cambió. A veces nos movemos con categorías políticas de la década del 70 o del 80. Incluso, pensamos como en el 60 del siglo pasado. Hoy en general no contamos con la misma calidad de dirigentes que teníamos en aquellos tiempos. Y es la explicación de que quedamos atrapados en peleas viejas y no vemos los problemas nuevos, y mucho menos las soluciones.
—¿Cristina cambió en ese sentido?
—Creo que sí.
—¿La causa del cambio fue la derrota de 2017?
—No. Casi todos los que conocemos algo de historia sabíamos lo que iba a ser Macri. Si buscás algún reportaje, te vas a encontrar con que decía que nos iba a empobrecer, nos iba a endeudar y nos iba a reprimir. Por suerte en esto último me equivoqué: pero nos empobreció y nos endeudó. Es la matriz del esquema de gobierno de ese sector social. Pero una cosa es anticiparlo y otra cosa es verlo. Cuando llegó al poder Mauricio Macri, el Movimiento Evita no tenía ningún comedor en la provincia de Buenos Aires. ¿Había pobres en nuestro gobierno? Sí, pero comían en su casa, subsistían. Teníamos algún merendero que era una excusa para el apoyo escolar de los chicos del barrio. Hoy tenemos 1.500 comedores en la provincia de Buenos Aires solo del Movimiento Evita. A eso sumale las demás organizaciones sociales, los de la Iglesia católica, los de pastores evangelistas, los de las ONG. Observar esa situación de pobreza y de tristeza de nuestro pueblo nos aparta de lo que no queremos ver desde la vanidad, la pelea interna, el “yo tengo razón”. La realidad es muy dura, nos hizo reflexionar a todos. Cristina cambió y aprendió. Y es algo que venía también antes de 2015. Se toman muchos de sus discursos para cuestionarla, pero también hay muchos autocríticos. Recuerdo dos: uno en Resistencia en 2015 y otro en General Roca, antes de las elecciones. Con toda claridad se explaya sobre lo que aún faltaba en cuanto a la pobreza y lo que aún no habíamos hecho. Ponía la realidad sobre la mesa. Cristina, como Macri, son emergentes de una realidad colectiva. No creo que Macri sea el culpable de todo. Macri es el emergente de una realidad social en un momento determinado.
.