Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero, abordó diversos temas durante la entrevista que brindó al periodista Jorge Fontevecchia en su programa Periodismo Puro. El mandatario provincial se refirió a la sucesión presidencial, a la posibilidad de una crisis similar a la que ocurrió en 2002, y criticó con duras expresiones la gestión de Mauricio Macri en la presidencia. "Macri hizo más populismo que nadie. Subió los planes sociales, tiró dinero, regaló dinero", sostuvo.
A continuación, los fragmentos del reportaje:
—Usted fue presidente provisional del Senado cuando gobernaba Cristina Kirchner. Ahora, su esposa, Claudia Ledesma Abdala, lo es. ¿Brinda una perspectiva diferente ser tercero en la línea sucesoria?
—Es un cargo muy gestual. Funciona en el orden sucesorio, lo cual es muy importante. Nunca quedé a cargo de la presidencia. Pero aunque sea por unas horas significa la firma de un libro. Es algo que queda en el currículum. La única vez que ocurrió fue en 2001. Creo que sucedió con Ramón Puerta. En la sucesión de presidentes que hubo entonces fue esencial. Porque tuvo que generar la asamblea que terminó con la elección de Adolfo Rodríguez Saá.
—Cristina Kirchner lo eligió a usted como presidente provisional del Senado y ahora elige a su mujer. ¿Es la repetición de un gesto de confianza?
—Si hablamos en términos personales, yo tengo muy buena relación con ambos. Tanto con Alberto Fernández como con Cristina Kirchner.
—Cristina Kirchner lo eligió primero a usted, y ahora a su señora, Claudia.
—Esta vez sí fue algo consensuado. La primera era presidenta ella. Y el cargo de presidenta provisional es para el oficialismo. Por eso, Mauricio Macri, en su momento, eligió a Federico Pinedo. El oficialismo eligió a Pinedo pese a que no tenía mayoría en el Senado. Recuerdo que hubo una reunión de senadores. En el caso mío se daba algo muy atípico, porque tenía un bloque que se llamaba Frente Cívico que no integraba el Frente para la Victoria. Sin embargo, fui elegido presidente provisional por apoyo del Frente para la Victoria y del oficialismo, de la presidenta de aquel momento. Hubo una reunión y había una idea de algunos senadores de continuar con la presidencia provisional. Fue Cristina la que dijo que eso no era lo que había que hacer. Voy a contar algo muy de trastienda. Mauricio Macri ni siquiera tenía mayoría dentro de su propio espacio. El radicalismo quería poner a otro senador, no viene al caso el nombre, que ya era número puesto. Y con la actitud de la presidenta Macri eligió a alguien de su confianza. No es cuestión de arreglo político la presidencia provisional.
—Volviendo a su comparación con la crisis de 2002, usted considera esta peor...
—En términos económicos es peor que la de 2002. Entonces, no había un contexto tan combustible porque la recesión ya tenía más tres años y era muy dura. Aquí se la paró con endeudamiento y es una bomba. Crearon la tormenta perfecta. Es algo más que mala praxis. Es algo que la supera. Un ejemplo es lo que hicieron con el déficit fiscal. No lo eliminaron bajando gastos o subiendo ingresos. Se lo cubrió con déficit. Podría haberlo hecho de dos formas: haber emitido dinero o haber pedido prestado dinero. Decidió la segunda posibilidad, tomar dinero prestado en dólares. Y por cada dólar que tomó emitió casi 19 pesos en su momento. La ortodoxia dice que la inflación es una cuestión monetaria. Si hay demasiado dinero se produce una oferta excesiva del mismo y por lo tanto inflación. Pero si yo tomo dólares y emito ese dinero, ese billete tiene respaldo, por lo tanto la base monetaria está equilibrada. Esta gente tomó dólares, emitió dinero y dejó fugar los dólares, lo mismo que haber emitido dinero pero sin tomar deuda. Tenemos que pagar los dólares, es el problema que tenemos ahora. Lo que hicieron raya en lo delictual. El dinero empezó a generar inflación y lo trataron de bajar aspirándolo primero con Lebac, después con Leliq. Primero al 25%, después al 30%, 35%, 70%, 75%, entonces realimentaron con más déficit fiscal la inflación. La tormenta perfecta. Ese es el país que acaba de heredar Alberto Fernández.
—¿Puede darse un escenario institucional como el de 2002?
—La gente maduró. La Argentina se mueve en una cuestión binaria: populismo-antipopulismo, o liberalismo o neoliberalismo contra progresismo o estatismo . A quienes militamos con una idea diferente de la neoliberal nos endilgan el mote de populistas. Pero no sabemos explicar qué es el neoliberalismo. La gente entiende que el neoliberalismo es un exceso de liberalismo o exceso de libertades o libertad de mercado. El neoliberalismo es tan estatista y tan populista como el populismo mismo. Cuando hablaba recién acerca de que el Estado permitía tasas de interés altas para aspirar el dinero y con eso las fugas de capitales a través del carry trade, eso es algo que hacía el neoliberalismo. No lo hacía el mercado, lo hacía el Estado.
—¿Macri era populista?
—Macri hizo más populismo que nadie. Subió los planes sociales, tiró dinero, regaló dinero. Generó el neoliberalismo financiero, que es utilizar el Estado para generar cosas como que el Estado argentino llegó a pagar mensualmente un 5% en dólares. Estamos pagando la bicicleta financiera. Eso es lo que significa Macri. Es algo que afirmé durante los cuatro años de su gestión. No ahora.
—Usted comenzó en la política en Franja Morada. Luego, el radicalismo lo expulsó en 2010 cuando apoyaba a Néstor Kirchner. No como miembro del bloque del Frente para la Victoria sino como con su propio partido provincial. Fue presidente provisional del Senado. Sin duda es un político sui generis. A eso se agrega que define como populista a Macri.
—Hay un periodista que dice que es populismo con buenos modales. Creo que fue el gobierno más inútil que tuvimos en la historia.
—¿Qué opina de sus antiguos correligionarios que apoyaron a Mauricio Macri?
—Yo fui expulsado del radicalismo junto con Julio Cobos, Alfredo Cornejo, bueno, del radicalismo en su momento por la transversalidad. Al ganar la elección de 2005, lo que formé en Santiago del Estero es un frente local, provincial, que se llama Frente Cívico por Santiago del Estero. Allí hay radicales, hombres del peronismo y unos 16 partidos políticos más, entre nacionales y provinciales, junto a las fuerzas del trabajo, gremios, fuerzas sociales. Constituimos algo muy local, muy santiagueño. Soy un referente provincial. No me da el piné para algo nacional. No aspiro a ello.
—¿Con el 75% de votos?
—En Santiago del Estero, sí.
—Porcentualmente, más que los votos del Frente de Todos en cualquier otro lugar del país.
—En la provincia, la fórmula Fernández-Fernández sacó 75 puntos.
—¿El radicalismo debería salir de Cambiemos? Usted sigue definiéndose como tal.
—No quiero opinar. Sería irrespetuoso, porque no estoy en este momento trabajando dentro del partido. Estoy en otro espacio político. Es muy penoso el rol del radicalismo dentro de Cambiemos. El radicalismo es un partido importante. No voy a desvalorizar al PRO, que es el otro espacio de Cambiemos. Pero es una lástima que el radicalismo siga estando ahí. Por su historia, por sus hombres. Cada vez se está reduciendo más. Perdió siete capitales de provincia históricas, Santa Fe y Neuquén, entre otras, en la última elección. Eso sucede por estar dentro de Cambiemos o Juntos por el Cambio, que el único pasado reciente que tiene es haber destruido la economía de un país como la Argentina.
—¿Será posible que el coronavirus genere en la clase política argentina una necesidad de unión como en 2002, que una a los argentinos luego de un desastre monumental?
—Ojalá que esta desgracia sirva para eso. Y si no ocurre en términos políticos, tiene que ocurrir en términos de actividad conjunta. El coronavirus no tiene nada que ver con la política. La imagen de Alberto Fernández con Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta juntos es un buen ejemplo. Demuestra una actitud de todas las partes. Es algo que los pone a todos en un lugar meritorio. Y además cumplen con su obligación, que es trabajar conjuntamente. Lo que se juega en estos momentos es la vida de la gente y la economía del país. Hacer que los resultados sean lo menos negativos posible. Se pone en juego la vida de mucha gente. En Italia deben elegir quién vive y quién muere. Están optando entre los viejos. No hay sistema de salud que pueda contener un virus que no tiene una cura todavía. Lo único que se puede hacer es tomar medidas paliativas para que pase el período de la neumonía.
—¿Quiere dejar un mensaje final?
—Soy una persona de muy bajo perfil. No doy muchas entrevistas ni hablo mucho.
—Pero en el caso del coronavirus se hace notar.
—No fue esa la idea. Lo que sí le puedo decir es que me he sentido muy a gusto y muy honrado por la invitación, le agradezco mucho, lo felicito por este importante medio. Ya lo conocía, digamos, pero nunca dejo de sorprenderme. Lo que puedo decirle es que la grieta es un mal negocio político a esta altura. No sirve para nada, no sirve para nadie y ojalá que los argentinos podamos superarla.
Más que el coronavirus, el tema es la responsabilidad.
La responsabilidad por encima de cuestiones subalternas. Es feo pensar que eso empieza a partir de una desgracia. Pero quizá nos muestre la mejor parte de nosotros, lo mejor que tenemos.
La entrevista completa de Jorge Fontevecchia a Gerardo Zamora se puede leer acá
FF/FeL