#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro
El presidente de Arcor, Luis Pagani, fue entrevistado por Jorge Fontevecchia para #PeriodismoPuro y habló de todo. Entre otras cuestiones, realizó un análisis sobre las cifras del consumo y las comparaciones con el paso de los años. Además, su opinión sobre la crisis de Carrefour y el caso de Sancor. A continuación, parte del análisis de uno lo de los empresarios más importantes del país.
—¿Pero hay alguna señal que indique que hoy se consume más o menos que en 2015?
—Voy a hablar por los negocios de consumo de Arcor. Durante los dos últimos años del anterior mandato, más los dos primeros años de Macri, el consumo está flat. Más uno, menos uno, no hemos tenido caídas de más de un dígito, ni tampoco un crecimiento de un 3,4%.
—Pero en 2016 cayeron 1,5%.
— Sí, pero el año pasado crecimos casi un 1%.
—Lo que Arcor cayó en 2016 lo recuperó en 2017, lo que significa que se consume lo mismo que en 2015.
—Respecto de Arcor, sí. Creo que el mercado de consumo cayó un poco más. Puede que nosotros tomemos alguna porción más de mercado, pero diría que es parejo. Lo que sí se da es una distorsión en la comercialización. Hoy el canal moderno es el que más sufrió en estos cuatro años. El mayorista ha tomado ese lugar.
—Cuando habla del canal moderno, ¿se refiere al retail?
—A las grandes cuentas. Los supermercados, especialmente los grandes, porque los supermercados chiquitos, regionales, dentro de todo se mantienen.
—Pero la suma de las ventas, de los productos de consumo masivo, de grandes canales como de los chiquitos y también del e-commerce, la suma de todo, ¿cayó o no cayó?
—Como consumo general ha caído, sí.
—Sobre el caso Carrefour, ¿la culpa es de los supermercados chinos que le compiten deslealmente al no pagar impuestos, como se argumentó, o es que el consumo masivo descendió?
—Las dos cosas. Esa informalidad la siente mucho el canal moderno. Hoy hay que cumplir con todos los requisitos, uno queda a un costo con distorsión alta, y en este canal chino predomina la informalidad. Eso afecta.
—¿La crisis de Sancor pudo agravarse también porque el consumo de leche es inferior en 2017 al de 2015?
—No tanto el consumo, sino que esa zona entre Córdoba y Santa Fe tuvo una sequía fuerte y Sancor fue el que más sufrió la falta de producción. Es un problema que tiene, como mínimo, veinte años. Siempre careció de financiamiento y venía a la mano de cada gobierno. Mi abuelo materno fue uno de los fundadores, así que lo digo en el sentido cooperativista que la empresa tuvo. Me alegra que se haya resuelto el tema. Para muchos pueblos es su única fuente de trabajo.
—¿Los argentinos consumen menos alimentos hoy que en 2015?
—Si lo miramos en general, en per cápita, sí. La pirámide del consumo es distinta. Hoy hay una base con las segundas marcas, y todo eso ha captado parte del consumo.
—En físicos, no en dinero, ¿los argentinos consumen menos alimentos hoy que hace dos años?
—Podemos hablar de un 3%; 4%, no más que eso. A medida que haya una mejora, esa clase media que sacrifica consumo, tanto sea en lo nuestro como en salidas, tendrá un alivio.
—Entiendo lo de restringir las salidas, el esparcimiento, pero, ¿en el consumo de comestibles?
—También, sí. Porque van a marcas más baratas, restringen todo lo que pueden.
—Cuando habla de “en físicos”, ahí ya no es un tema de marcas más caras o más baratas, se trata de consumo de alimentos. Por ejemplo, en leche, me cuentan que se consume significativamente menos. A razón de un 5% menos.
—Sí, por ahí.
—Se supone que la leche debería ser un producto inelástico.
—Claro.
—Entonces, ¿hay algo entre el menor consumo y una redistribución de la renta más regresiva?
—Hay dos partes. Una, por una cuestión de menores ingresos. Pero hay otra parte de gente que se sacrifica para pagar un crédito.
—¿Vale el argumento de que mucha gente se pase de bienes de consumo a bienes durables, pero lo que se sacrifique sean alimentos para comprar un auto, por ejemplo?
—El matrimonio que ahorra y se aprieta tiene que juntar esa plata de algún lugar y ahí entramos nosotros, también.
—¿Se subestima la importancia del consumo? ¿Con inversión y obra pública se puede lograr un crecimiento que llegue a la mayoría del país?
—Ahí tiene otra contraposición, porque el anterior gobierno pensaba que la base de la economía era el consumo. Y yo creo que ambas cosas. Tiene que haber un equilibrio porque si no, uno tiene la contrapartida de la inversión, mire dónde nos llevó el anterior modelo. Para mí está bien que el Gobierno tenga un plan de obra pública. Son obras chicas, que toman mucha mano de obra.
—¿Alcanza con la agricultura y la construcción para reactivar las pymes?
—No, eso era al comienzo. Al Gobierno le falta un plan de tres, cuatro años; que nos juntemos los principales empresarios y las Pymes, porque yo creo que hay que incluirlas, y decir: “Prepárense, porque en tres años vamos a hacer esto y esto”. Que sepamos con qué vamos a contar de infraestructura, porque un tema que complica nuestra integración al mundo es la falta de infraestructura. El problema de la caída de exportaciones, no está en la fábrica, está en el camino hasta el puerto.
—Es más caro llegar del interior a Buenos Aires que de Asia a Buenos Aires.
—Sí, y eso nos pasa a todos; no es de Arcor solamente, es un tema general.
—El penúltimo presidente de la Unión Industrial, su gerente general de comunicaciones Adrián Kaufmann, dijo hace poco que en 2018 se volvieron a perder 68 mil puestos de trabajo en la industria, que hay una gran capacidad ociosa, mientras que el Gobierno, paralelamente, celebra que la economía haya crecido el 3% y que lleven siete trimestres de crecimiento consecutivo por primera vez en años. ¿Cómo se concilian esas disparidades entre lo que se ve en la industria y lo que informa el Gobierno?
—Es totalmente contradictorio, y real. Si hablo como industrial, falta una dirección, saber qué industria queremos, hacia adónde queremos integrarnos. En eso el Gobierno no ha sido explícito. Yo no creo que Argentina deba ser un país cerrado, pero antes de tener una apertura así, indiscriminada, tenemos que ver cuáles son los sectores más sensibles, ver si hay efectos no deseados. Nadie se reconvierte en uno o dos años, hay que darse un tiempo.
Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.