Jorge Fontevecchia: La etimología de “éxito” viene de límite. Por eso, la lengua inglesa toma del “exit” el éxito.
Marcelo Longobardi: ¡Guau! No lo sabía.
—El éxito sería cumplir un propósito.
—Si el éxito es cumplir, tuve éxito. Un elemento también jugó un papel. Estuve en el plano individual muy involucrado con el debate argentino desde hace muchos años. Contribuí a ese debate con un punto de vista personal, difundiendo el punto de vista de personas con las que me siento muy cómodo: analistas, comentaristas, periodistas, corresponsales. Este es un momento en que la Argentina se volvió dramáticamente anacrónica. Necesita una discusión acerca de cómo se va a modernizar. Me sentí demasiado involucrado en una discusión completamente anacrónica, que en un momento me resultó insoportable. Me cansé de discutir Cristina, Macri, Macri, Cristina, Cristina, Macri, Cristina, Alberto y todos los días discutiendo estupideces.
—La repetición también era un mal endémico de la Argentina.
—Mis amigos en la radio y mis colegas en Radio 10 me decían que me tomaba las cosas demasiado a pecho. Nunca sentí a la Argentina como algo desconectado de mí. No la traté como un médico a un paciente o un antropólogo o un historiador a la historia.
Marcelo Longobardi: "En la Argentina las elecciones no dirimen un problema, lo abren"
—Ir a hacer periodismo en Estados Unidos te daría tal facilidad. Es la realidad de otro.
—Exactamente. Me sentí muy libre entrevistando a líderes globales, comentando situaciones internacionales. Es posible hablar de Donald Trump, Iván Duque, Sebastián Piñera o del Uruguay, con una perspectiva incluso más objetiva. Estás afuera del debate.
—Me pasa en Brasil. Sus políticos no me producen el mismo daño, la misma tristeza. Es una distancia antropológica.
—Exactamente.
—Desafíos inferiores a nuestras capacidades aburren, desafíos muy superiores a nuestras capacidades abruman, pero una cantidad de desafíos un poco superiores a nuestras capacidades las agrandan. ¿Estás en ese proceso?
—Tengo desafíos interesantes afuera. Fue todo un desafío para mí convertirme en lo que soy hoy en la CNN, un entrevistador de figuras que incluso en algún momento llegué a subestimar. Si me hubieras dicho hace diez años “entrevistá a Thalía”, mi respuesta habría sido que no le hacía reportajes a actrices de telenovelas. Aprendí que un buen periodista hace un gran reportaje hasta a una escoba. Por ejemplo, nunca nadie le preguntó a Thalía por la violencia contra las mujeres en México. O preguntarle a Maluma cómo es su industria. O entrevistar a chicos que tienen 18 años y tienen mucho más seguidores que vos, que Clarín, que La Nación y que yo y que todos nosotros juntos porque cantan y son figuras inspiradoras para muchas personas. Aprendí a no subestimar esos procesos.