Jorge Fontevecchia entrevistó al sociólogo, intelectual y economista Manuel Castells Oliván. El reconocido académico español participó del ciclo "Periodismo Puro", que se emite todos los domingos por Net TV, desde las 23.
El escritor y referente del campo de la Sociedad de la Información, que visitó Argentina en los últimos días, analizó el surgimiento de los movimientos sociales y el rol del Papa Francisco. "Para América Latina es fundamental tener una Iglesia Católica reformada", consideró.
Acá, un adelanto del reportaje que se verá completo esta noche:
—Fue vanguardia en el que se vayan todos: ¿será también Argentina vanguardia en movimientos sociales que devengan sindicatos?
—Puede ser. Y creo que será positivo, en el sentido de que el movimiento social es un movimiento de creación.
—Autopoiético, sí.
—Exacto. Proyecta otro futuro de la extrapolación o de la aceptación de la realidad. Son olas que van y vienen en la historia, no es algo permanente. En algún momento de esos movimientos sociales o bien construyen nuevas entidades propiamente políticas, nuevos partidos políticos que salen de su seno, que amplían los juegos democráticos o bien, sin llegar al espectro propiamente del partido político, organizan otras formas de asociación con intereses que tradicionalmente no estaban representados.
—Encuentran mecanismos de representación.
—Y de presión. Ambas cosas. Representación, cuando entran al sistema político y también de presión y avance de sus ideas a partir de otras formas. El feminismo es un ejemplo en ese aspecto. Hay muy pocos casos de un partido feminista como tal o de una asociación de mujeres que influya en tanto tal. Son las ideas que se filtran en los partidos de las instituciones. Lo mismo sucede con el ecologismo. Cualquier partido que se presente como de izquierda debe pintarse un poquito de verde.
—Son valores que luego son incorporados a los sistemas de representación tradicional.
—El movimiento de la historia demuestra que se tradicionalizan. Son olas que erosionan un sistema. No llegan a dominarlo, pero obligan a que se reforme. Por eso los movimientos sociales pueden ser muy positivos cuando llegan a su momento institucional. La gente habla de “recuperación”. Si no es la recuperación, entonces se trata de ruptura destructiva.
—Una lucha de paradigmas hasta que finalmente se consolida el nuevo.
—Y empiezan las contradicciones en el nuevo paradigma.
—El papa Francisco es el defensor de estos movimientos sociales organizados. ¿Qué opinás de él?
—Tengo una gran simpatía por Francisco. Incluso he intentado contribuir con algunas cosas. Pero el pobre hombre tiene un problema. Y ese problema es la Iglesia, el papado. Este Papa no representa a la Iglesia. La Iglesia católica es uno de los capítulos en nuestro libro sobre América Latina. Eso se está cayendo. La Iglesia está bajo un terremoto de enormes dimensiones. Según los datos de la propia Iglesia en 2040 habrá tantos o más evangélicos que católicos. No me regocijo con ello, porque son, en muchos aspectos, peores. Se lo advertí en distintas reuniones: están perdiendo rápidamente parte de su mercado.
—¿Francisco no intenta recuperarlo?
—Lo intenta, pero con múltiples resistencias. Por algo será que solo come lo que le dan las monjitas del convento Santa Marta. Debe haber visto El padrino 3. Allí se ve la lucha contra la corrupción del banco Vaticano, controlado por la Secretaría de Finanzas del mismo Vaticano, uno de los principales canales de lavado de dinero del mundo según todos los datos establecidos. Como sabes, esa lucha no acabó. Parecía que sí, pero recientemente debieron dimitir cinco altos funcionarios del Vaticano. La Iglesia estaba montada sobre otras bases. Pero hay hombres y mujeres heroicos que trabajan en algunas parroquias pobres y se esfuerzan, dan su vida. A la jerarquía le cabe lo primero que le dijo Francisco en Brasil en su primera visita. Reunió a los obispos y les dijo: “Ustedes tienen que dejar los palacios, ir a vivir con la sociedad, con los pobres”. La respuesta fue: “Sí, sí; claro, mañana”. Lo mismo cuando vino a Chile: les echó la bronca a todos, ¿y qué hicieron? Dimitir colectivamente, que la forma es no dimitir. Comparado con Francisco, Mijail Gorbachov lo tenía fácil.
—Francisco viene nombrando una cantidad grande de obispos y cardenales para el próximo concilio que garantizaría una transformación hacia el progresismo.
—Hay una lucha en curso, lucha que apoyo en lo que puedo. Para América Latina es fundamental tener una Iglesia católica reformada, porque no veo ninguna otra institución con la misma autoridad moral. El partido de Andrés Manuel López Obrador por algo se llama Morena, Movimiento de Regeneración Nacional. Pero no solo. También por la Virgen Morena, la de Guadalupe, la última reserva espiritual que tienen los mexicanos en un mundo devastado por la corrupción, la violencia, el narcotráfico. Los mexicanos ya no confían en la Iglesia como tal sino directamente en la Virgen. Sin intermediarios.