Matías Miret llevaba una vida más o menos normal como piloto aeronáutico hasta el 2 de enero de 2011, cuando fue detenido al arriba al Aeropuerto de El Prat (Barcelona, España) piloteando un avión Challenger 604 de la empresa Medical Jet. Llevaba a bordo a los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá y una tonelada de cocaína.
Hoy, a un año del incidente y a la espera del juicio oral (que será en junio), Miret siente "mucho dolor e impotencia por toda esta injusticia, por sólo ir a hacer mi trabajo terminé envuelto en esta pesadilla". Sin embargo, dice que espera el proceso "con tranquilidad de saber que todo me resultará favorable".
El vuelo rumbo a Barcelona fue "totalmente normal, sin nada que pudiera llamar la atención", narró Miret, quien permanece detenido en cárcel de L´Eixample, en Barcelona, en una entrevista por correo electrónico con el diario La Nación.
Esa normalidad se cortó cuando la Guardia Civil descubrió los 944 kilogramos de cocaína, escondida en el relleno de los asientos y en el doble fondo de los armarios de la aeronave: "No entendía absolutamente nada. No podía creer lo que estaba viviendo. Sentí ganas de agarrarlo del cuello [a Juliá]. Después, cuando Gustavo Juliá se hizo cargo en el mismo momento que la droga fue encontrada pensé todo quedaría aclarado y volvería a mi casa. No imaginé nunca el calvario que me esperaba", sostuvo.
"Acepté ese vuelo sin dudar, porque como cualquier piloto argentino sabía que Juliá era un empresario conocido en el medio aeronáutico y jamás imaginé que podría estar metido en esta locura. No había ningún rumor ni comentario entre pilotos que Juliá podría estar en algo como el narcotráfico", afirmó Miret y agregó que ambos hermanos le pidieron disculpas: "Gustavo por haberme engañado, y Eduardo por convocarme a este vuelo sin saber que terminaría de esta forma".
Peritajes. El vuelo de Medical Jet partió del aeropuerto bonaerense de Morón y llegó a Barcelona con escala previa en Cabo Verde. Miret asegura que despegó con un peso de 20.000 libras, lo normal para ese tipo de viaje que requiere 10.000 litros de combustible, y que "no había ningún indicador de que el avión tenía más peso que el que teníamos a la vista".
Además, los últimos peritajes a las desgrabaciones de las conversaciones de cabina no muestran ningún diálogo que dé a entender que ni Miret ni Eduardo Juliá sabían nada de la carga de cocaína. "Aunque la jueza haya requerido esa prueba como fundamental hoy creo que es una prueba más, ya que todas las pruebas pedidas resultaron favorables para mí e igualmente sigo en la misma situación", opinó Miret.
"Ya que según la justicia española no tengo arraigo, con lo que se puede afirmar que para la justicia española todo extranjero no puede gozar del beneficio de la libertad a espera de juicio. Ya que obviamente al ser extranjero no se tiene arraigo en el país, sobre todo no teniendo pruebas en mi contra y cuando la persona responsable, Gustavo Juliá, declaró hacerse cargo del hecho, tanto durante el procedimiento policial como ante el juzgado. Si estuviera en la Argentina podría estar en mi casa esperando el juicio", completó.
Por último, Miret afirmó que si es declarado inocente trabajará fuera del país: "Mi miedo más grande es la desconfianza hacia los controles en la Argentina, ya que ni en Morón ni en Ezeiza tuvieron control sobre lo que sucedía. Se cargó un avión a la vista de todos y despegó cargado sin control ni de la Aduana, ni de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), ni de la Fuerza Aérea. Si esos controles hubieran funcionado como corresponde yo hoy no estaría aquí", concluyó.