POLICIA
Por violaciones de menores durante 18 años

Doble personalidad y rasgos psicópatas: así era el cura Lorenzo, que se suicidó acusado de abuso

El lunes se pegó un tiro en La Plata, tras recibir la orden de detención por cinco denuncias en su contra. “Su estructura narcisista se cayó al sentirse acorralado”, dice una perito psicóloga.

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Señalado. Eduardo Lorenzo hubiese cumplido 60 años en enero. | cedoc

Días antes de agarrar una pistola y dispararse en la tetilla izquierda, quitándose la vida dentro de una habitación de la sede de Cáritas La Plata, donde vivía, el cura Eduardo Lorenzo (59), acusado de haber cometido al menos cinco abusos sexuales contra menores de edad, se sentó ante expertas de la Oficina Pericial Forense de la Provincia de Buenos Aires, encargadas de hacerle un estudio psicológico, y habló de su vida, tanto actual como pasada.

En el informe al que PERFIL tuvo acceso –cuyos resultados terminaron siendo tan devastadores que la jueza de la causa, Marcela Garmendia, solicitó su detención– se destaca una personalidad con “rasgos psicopáticos, perversos, narcisistas y obsesivos”. Ahora bien, ¿quién era este hombre de 59 años, imputado por abusos presuntamente cometidos entre 1990 y 2008?

Ante las peritos Ayelén Rodríguez y Verónica Silva –de la Asesoría Pericial La Plata– y las peritos de las partes, Paula Lamberti y Marta Provenzano, mostró “predisposición para realizar el estudio, desplegando un comportamiento colaborador y conmocionándose al ahondar en su derrotero vital actual como consecuencia de las denuncias”. Con un tono de “voz alto, gesticulaciones ampulosas y conductas de intensa ansiedad” contó que fue hijo único y que su madre murió a sus 7 años. Como el padre trabajaba, se fue con sus abuelos paternos hasta que a los 14 regresó junto a su progenitor, que había formado una nueva pareja. A ella la veía como “un referente materno” hasta que otro hecho lo golpeó: la mujer debió ser internada en un psiquiátrico por depresión, y se suicidó.     

Lorenzo siempre fue a colegios católicos. A los 15 se interesó aún más en la religión y la eligió por sobre su novia de entonces. Inmerso en una institución educativa, colaboraba con barrios humildes, afirmando que esas tareas le “cambiaron la vida”. A los 20 ingresó al Seminario San José, donde los primeros años le costó adaptarse a algunas normas ortodoxas con las que no se “identificaba”, por lo que pensó en abandonar. “Yo quería ser el cura del barrio, distinto. Vestirme como cualquiera, acercarme a las personas de manera diferente”.

Cuando le preguntaron por el celibato puntualizó que “sentí que perdería la posibilidad de halagar y ser halagado”, y detalló: “No inhibí la sexualidad, sino que la sublimé”. A los 26 creyó enamorarse de una mujer, pero entonces Dios lo “llamó a su obra”. 

"No quiero que me vean derrumbar" dijo el sacerdote, antes de dispararse en el pecho

Doble cara. En el estudio se destaca que Lorenzo “alza la voz cuando le preguntan sobre la causa, gesticula y tiene actitudes corporales que manifiestan ira. Presenta una autoestima enaltecida, sostenida en una exacerbada imagen de sí mismo, grandiosa, cargada de atributos de perfección y benevolencia. Posee una imagen grandilocuente de sí mismo, cimentada en su jerárquica función religiosa”. Ejemplificaron el concepto con una anécdota contada por el cura cuando detalló que había trabajado en medios “más vulnerables”, como en las “celdas de detenidos con HIV”, hecho que “llegó a oídos de la esposa del gobernador”.    

Aseguró que tuvo “pocos conflictos” en su carrera religiosa y que una de las cosas que le cuestionaron fue “bendecir a parejas divorciadas”, pero admitió no ser “un ángel” y tener comportamientos intempestivos. Las profesionales no dudaron en aseverar que “utiliza con frecuencia un tono despectivo y denigratorio para referirse a los otros”, y sentenciaron: “Se devela un marcado desdoblamiento de escenas de su fachada pública y privada. Puede mostrarse con una imagen que encubre otra”. Así, “los impulsos pueden romper la barrera represiva y privilegiar su propia ley, sin registro empático de los sentimientos o deseos del otro”. Para finalizar, enumeraron que “posee una personalidad con características de manipulación y elevado egocentrismo, impregnada de rasgos narcisísticos”. Lo definieron como “obsesivo, con una imagen de sí grandilocuente que encubre una estructura psicopática perversa, con afectividad poco empática y ausencia de sentimientos de culpa o angustia. El vínculo con los otros se configura de modo asimétrico, donde quien lo idolatre y enaltezca su autoestima ocupa el lugar de sujeto de satisfacción de sus deseos”.   

‘Don Nadie’. “Me hice cura para dar una mano, no quiero que me vean derrumbar”, les manifestó a las licenciadas, en lo que hoy se puede interpretar como un anuncio de lo que vendría.

Este diario se comunicó con una quinta voz experta, para saber cómo funciona la mente de un individuo de tales características, y hasta qué punto planean con seriedad atentar contra su vida. “No me encaja cómo se suicidó. Debe haber algún otro componente de su personalidad que no está plasmado en el informe. De lo que ahí se desprende es que es un psicópata, perverso, manipulador. Hace todo un rodeo para poner a la víctima en condición de inferioridad y que lo admire. Se hace querer y admirar, y después manipula desde ese lugar”.

Aclaró que “es raro que un psicópata se suicide porque siempre se va a adaptar. En la cárcel se las arregla y sobrevive”, a diferencia de alguien corriente que estando “preso se muere de la tristeza”.  Y culminó: “Un factor que quizás haya desencadenado el suicidio es que al ya estar expuesto, no podía lograr su cometido de mostrarse como un ídolo. Ya denunciado, se cayó su estructura narcisista, se le quitó su fuente de alimentación y no pudo soportarlo. Pasó a ser un ‘don nadie’ con componentes psicopáticos”.

 

Dejó una carta donde aseguraba ser inocente

Hasta el último día de su vida Lorenzo se consideró inocente, aunque las pruebas eran abrumadoras y el informe psicológico terminó de hundirlo.

Capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense durante 14 años y párroco de diferentes iglesias, lo acusaron de someter a menores desde 1990 hasta 2008. Ese año fue denunciado por abuso sexual, aunque la causa no prosperó. El damnificado, que volvió a declarar el 9 de mayo del corriente, relató: “Me llevaba a su habitación para tener relaciones”.

A partir de allí aparecieron más víctimas, y si bien los denunciantes son cinco, se sospecha que habría abusado de muchos más.

El mes pasado, Lorenzo pidió licencia como párroco en la Inmaculada Madre de Dios, en Gonnet. Se recluyó en Cáritas La Plata, donde se suicidó. Al lado del cuerpo estaban el pistolón y la carta que dejó. Allí establece la donación de sus bienes y habla de su inocencia.