Pasó lo que todos temían: Cristina Iglesias (40) y su hija Ada (7) fueron halladas asesinadas y enterradas en el interior de su casa de Lanús.
Las víctimas habían sido vistas con vida por última vez el miércoles pasado en su casa de la calle Domingo Purita 4064, en la localidad bonaerense de Monte Chingolo.
La sospecha de un final trágico estuvo desde un primer momento. Porque cuando los policías entraron a la casa encontraron un enorme revuelo y manchas de sangre en el patio y una habitación. Por si fuera poco descubrieron que el colchón de la cama de la mujer había sido lavado. Y todavía estaba húmedo.
A partir de la denuncia de la hermana de Cristina, los investigadores del caso pusieron la mira en Abel Romero (25), su novio, con quien hacía poco había iniciado una relación sentimental. El sospechoso alquilaba una pieza en otro lugar pero cuando lo fueron a buscar tampoco lo pudieron encontrar.
Fuentes policiales aseguraron que Romero fue detenido anoche cuando deambulaba por Rafael Calzada y lo pararon porque no estaba cumpliendo la cuarentena obligatoria.
El joven fue interceptado por los efectivos que lo llevaron a la comisaría local y el fiscal Jorge Grieco, a cargo de la causa, dispuso la detención por el doble crimen de Cristina y de su hija.
Romero reconoció que estuvo en la casa con las víctimas antes de que sean asesinadas. Contó que ambas fueron degolladas y enterradas en el fondo de la vivienda, pero dijo que él no las mató. Acusó a otras personas. Según su versión, fueron tres hombres y que lo obligaron a él a limpiar la escena.
El hermano de Cristina, que es entrenador de Handball del Club Vélez Sársfield, aseguró que hacía poco tiempo que su hermana estaba en pareja con esa persona, por lo que no sabía si había problemas en la relación o si era violento, ya que no lo conoció.
“Hay antecedentes de violencia de género por parte de Romero con otra pareja anterior pero no con la mujer desaparecida, por lo menos no hubo denuncias al respecto”, indicó otro vocero con acceso al expediente.