Un llamado del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y un pedido del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, fueron suficientes para que Amado Boudou cumpliera con su deseo: volver a presidir una sesión en el Senado. La orden de poner al vicepresidente al frente del cuerpo durante la exposición de Capitanich fue de la presidenta Cristina Kirchner, que por ahora lo sostiene en su cargo pese a sus traspiés judiciales. “Si no lo ponía ahora, Amado no podía presidir nunca más”, resumió uno de sus colaboradores. El momento era el oportuno. Era una sesión en la que no se trataba ningún proyecto. El Frente para la Victoria, ante el mandato presidencial, sentó a 37 de sus soldados y obtuvo quórum. La oposición intervino varias veces para pedirle que se aparte del cargo y se retiró del recinto. El jueves presentó un proyecto de resolución para suspenderlo en el cargo. “Con ese trámite pueden estar un mes debatiendo, pero no les dan los números”, dijo una fuente oficialista de la Cámara alta. Lo que analizan en el bloque K es también que en algún momento a la oposición se le va a acabar la estrategia de abandonar el recinto porque no generará más impacto en los medios, que es lo que buscan en el fondo. Dentro del Gobierno aseguran que Cristina aprovechó también para trasladar los problemas al Senado, es decir, que el debate sobre el rol de Amado en la sesión “absorba” otros problemas más importantes.
“Mientras le pegan a Amado, hay otras cuestiones que se dejan de lado”, resumió la misma fuente. Se refería, entre otras cosas, al rumbo de la economía y al frente judicial. Un ejemplo: desde que estalló el Boudougate salió de las tapas de los diarios el nombre de Carlos Liuzzi, el subsecretario de Legal y Técnica, imputado por presunto enriquecimiento ilícito. Liuzzi es el segundo de Carlos Zannini, un enemigo histórico de Boudou.
No es menos cierto también que la orden de Cristina genera resistencia en un bloque que piensa que el vicepresidente debería dar un paso al costado. Incluso, una de las senadoras que dio quórum es la santafesina Roxana Latorre, que en su provincia dijo públicamente que Boudou debía pedir licencia. El más alborotado por la “desestabilización” dentro del cuerpo de senadores kirchneristas es Miguel Angel Pichetto (ver recuadro), que durante la sesión de Capitanich hizo una débil defensa del vicepresidente.
Existen funcionarios del Gobierno que creen que Boudou terminará siendo prenda de cambio en 2015 para acomodar el escenario electoral. En otras palabras, que la presidenta lo terminará entregando. Otros sostienen que la jefa de Estado espera un gesto del vicepresidente. “Que se pida licencia. Pero eso sólo lo entendés si venís de la política, si no no. Amado está exultante con que todos los senadores lo hayan apoyado”, asegura otra fuente oficialista.
Boudou viajó el miércoles por la noche a Colombia, para la asunción del presidente Juan Manuel Santos. Y hoy a la mañana parte rumbo a México a un foro parlamentario. Iban a ir tres legisladores de la oposición que se bajaron a último momento, al conocerse la noticia del segundo procesamiento del vice. Se trata de Hugo Maldonado (UCR), Guillermo Durán Cornejo (aliado del PRO), y Nely Lagoria (interbloque Frente Renovador).