China no es cualquier destino diplomático para la Argentina. De hecho, puede que sea de los pocos que interesa por igual a los referentes de Gobierno y de la oposición por sus potencialidades, libre de sesgos ideológicos, y frente a quienes Beijing no hace diferencias tampoco a la hora de sentarse a dialogar. De hecho, hay solo una cuestión que es clave para los representantes de la potencia asiática y no tiene que ver tanto con el color del gato, como diría Deng Xiaoping, el arquitecto de la China moderna: “A los chinos les interesa hablar con el que tiene el poder”, explica un hombre habituado a tratar con la nación asiática.
Lo que puso en duda el último desplante diplomático que involucró al canciller Felipe Solá y al actual embajador Luis María Kreckler fue quién disponía entonces del poder de dialogar con China. ¿A quién debían dirigirse desde el gobierno de Xi Jinping si deseaban transmitir un mensaje a través de los canales oficiales: a Kreckler o a quien sonaba como su potencial reemplazo en los rumores que circularon entre la Cancillería y el Senado, el actual representante especial para la promoción comercial e inversiones, Sabino Vaca Narvaja?
Vaca Narvaja es Cristina Kirchner. Lo responden dos fuentes con las que consultó PERFIL, vía whatsapp, casi en simultáneo. Lo confirmó una tercera, una hora después. No solo tienen un vínculo personal porque es el tío de Helena, la nieta de la vicepresidenta. Con el cambio de mando en diciembre de 2019, Vaca Narvaja volvió a la dirección de Relaciones Internacionales del Senado que había ocupado con Amado Boudou entre 2012 y 2015, esta vez con Cristina.
Su designación en China, más allá de su sobrada capacidad académica en el tema –se especializó en el país y abrió un espacio de investigación específico en la Universidad de Lanús–, solo pudo sortear las trabas que la Ley de Servicio Exterior impone a los externos gracias a una oficiosa gestión del ala peronista de la Cancillería.
Otra interna en el Gobierno abre un nuevo conflicto inesperado con China
Vaca Narvaja no es un agregado comercial en los papeles pero se comporta como uno en múltiples frentes. Articula con Miguel Pesce, titular del Banco Central, para avanzar en un intercambio comercial con yuanes y explotar las potencialidades de la estrategia china que busca internacionalizar su moneda. Y dialoga con el titular de Medio Ambiente, Juan Cabandié, sobre baterías de litio para paneles solares. Esto generó recelos en la misión diplomática.
Frente a los empresarios, cita “la explosión de oportunidades” que representa la asociación con el sector privado oriental. De hecho, fue quien se movió en Beijing para ratificar el interés argentino por las granjas porcinas –quizás una de las mayores inversiones internacionales en puerta para este Gobierno– horas después de que se viralizara la foto del Presidente con la urna de la campaña contraria de la Unión Vegana Argentina.
China es, además, uno de los países en los que la vicepresidenta pone el foco cuando mira la política internacional. En el Gobierno aseguran que Kirchner reclamó aquel lote del tablero para alguien de su confianza. Y no es un dato menor porque más allá del comercio –el segundo socio de la Argentina–, China representa hoy infraestructura, telecomunicaciones, una central nuclear, tecnología espacial y hasta un creciente interés en el área de Defensa por sus aviones supersónicos de combate. Es, además, un proyecto de integración geopolítica a través de La Ruta y La Franja, una iniciativa a la que el actual gobierno de, como antes lo hizo el de Mauricio Macri, se muestra interesado en participar.