El Gobierno termina el año con más temor al fuego amigo y a sus internas, que a lo que pueda decir la oposición o lo que pueda derivar de la gestión. Ejemplo de ello fue la decisión, hasta ahora extraoficial, de echar al embajador argentino en China, Luis María Kreckler, resolución que se filtró a los medios pero aún no se concretó.
Esa decisión la tomó el canciller Felipe Solá, según dijeron fuentes oficiales a PERFIL, con aval del presidente Alberto Fernández. Pero el decreto todavía lo tiene que firmar el presidente. Y eso, hasta ahora, no ocurrió.
El tema produce incertidumbre en medio de las negociaciones con China por la compra de vacunas contra el COVID-19. En el Gobierno dicen que el desplazamiento de Kreckler, justamente por este motivo, fue conversado con el ministro de Salud, Ginés González García.
La versión de su despido se dejó trascender desde el oficialismo a los medios pero nadie la confirmó en público. Le respondieron, según cuentan en Gobierno, con la misma moneda a lo que consideran hizo el embajador: “Filtró a Crónica TV la renuncia de Solá. Y lo hizo de manera muy burda”, dijeron. Él lo niega.
Echan al embajador argentino en China, en medio de la negociación por vacunas
Solá y Kreckler casi no tenían vínculo. Para el canciller, el embajador no era de su agrado. Y el sentimiento parece ser mutuo. En el Gobierno cuentan además que había otras actitudes del diplomático que no caían nada bien y que lo de la versión contra Solá colmó los ánimos.
Pero tal como publicó PERFIL, Solá y muchos diplomáticos de carrera se miran con desconfianza. Es decir que tiene varios potenciales enemigos adentro de La Casa.
La decisión deberá hacerse oficial más temprano que tarde, porque así como están las cosas, la situación genera incertidumbre en medio de las negociaciones no solo por las vacunas contra el coronavirus, sino por las inversiones que ese país quiere hacer en represas, granjas porcinas y ferrocarriles, entre otras áreas.
“Poner un embajador en julio y sacarlo en diciembre en una superpotencia como China, que además es nuestro principal cliente, no parece lo más apropiado”, dijo a PERFIL el ex canciller Carlos Ruckauf.
El caso de Kreckler. El embajador Kreckler es de carrera. Su primera misión fue en Brasil. Fue designado allí por Cristina Kirchner. Luego quedó con la administración de Mauricio Macri en la embajada de Alemania y luego en la de Suiza. Bajo la administración de Alberto Fernández desembarcó en Beijing.
La tormenta se inició cuando el oficialismo dejó trascender que Kreckler sería desplazado por irregularidades en su desempeño. No sólo en las negociaciones con las vacunas contra el Covid sino porque, según decían esas versiones, había ido a veranear en un momento imprudente a la paradisíaca isla da Hainan.
En diálogo con PERFIL, el embajador lo negó: “Estoy en Beijing, con mi familia. Lo único que sí pedí fue una licencia ecológica: esta es una ciudad muy contaminada y por regla hay que alejarse 45 minutos para respirar aire puro por dos días, porque sino te enfermás”.
El embajador dijo también que la decisión lo tomó por sorpresa: “Esto se hace, normalmente, por canales oficiales”, dijo, en alusión a la informalidad de la comunicación. “No sé si me desplazan y, si es así, desconozco las causas”, agregó.
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El problema parece ir encaminado a la salida de Kreckler de Beijing. Si Fernández deja que se quede, desautoriza a Solá de manera abierta.
Solá, en tensión. En las últimas semanas, el canciller se vio envuelto en ciertos cortocircuitos, algunos de ellos, de alto vuelo, como su participación en el caso del diálogo entre el presidente Fernández y su par estadounidense electo, Joe Biden.
No sólo porque Solá emitió opinión sobre ese diálogo y, según dicen, reconstruyó frases que no se dijeron. Se conoció luego que él no estuvo presente mientras los dos presidentes hablaban. El canciller fue criticado, también, por el acuerdo para la cría de cerdos chinos en Argentina, acuerdo que, hay que decirlo, es avalado por Fernández.
Pero la tensión que vive Solá no es ajena a un contexto de internas en el Gobierno, desconfianzas y críticas entre la vicepresidenta Cristina Kirchner y el propio presidente Fernández. Críticas que no solo ocurren en privado. De hecho, se hacen cada vez más en público que puertas adentro.
En el capítulo Kreckler, no obstante, la decisión de desplazarlo la terminó de tomar la vicepresidenta. Por eso, sería Sabino Vaca Narvaja quien se quedaría a cargo de la misión donde hoy oficia como reresentante comercial. “Si hubiera sido por Felipe, lo rajaba a los 15 días. Lo que hizo en estos últimos días Kreckler enojó más aún a Cristina”, dijeron cerca de la vice a PERFIL.
La decisión parece irrevocable. En particular, porque molestó aún más en el entorno de Cristina que Kreckler apelara a los medios para quejarse.