Amado Boudou era una joven promesa de la política cuando Cristina Kirchner lo eligió como vicepresidente. Su paso por la ANSES y luego por el ministerio de Economía lo catapultaron al primer plano de la escena del poder.
Pronto llovieron los procesos judiciales y luego de dejar el Gobierno se supo que en el Banco Nación había armado un boliche bailable. Lo descubrió la gestión de Carlos Melconian que debió forzar la cerradura para entrar a lo que fuera el centro de diversión nocturna del ex vicepresidente.
Todo comenzó en Mar del Plata, en los ‘80´s cuando era DJ. También organizaba desfiles de moda en los boliches y recitales. Desde ese entonces despuntaba el vicio con la guitarra, algo que repitió una y otra vez con La Mancha de Rolando acompañando consignas anti Clarín.