La brutal masacre de tres policías dentro de un planta transmisora dependiente de la Dirección de Comunicaciones del Policía de la Provincia de Buenos Aires había dejado esta mañana una sola certeza entre los investigadores, funcionarios y políticos que fueron soprendidos por el brutal episodio: se trató de un mensaje mafioso.
Quién lo hizo y para quién es lo que dividía el hecho en dos hipótesis. Por un lado, el abanico político en todos sus matices coincidía en que los homicidios tuvieron como objetivo desestabilizar el proceso eleccionario del próximo fin de semana, además de dejar marcado con sangre quién manda en el territorio bonaerense en materia de seguridad.
La otra hipótesis —que se manejaba con fuerza dentro del grupo más chico de investigadores policiales— sostendría que la matanza de los policias Ricardo Torres Barbosa, Alejandro Rubén Vatalaro y el sargento Pedro Díaz tuvo que ver con un ajuste de cuentas por parte de "tumberos" o grupos delictivos contra la policía provincial.
El propio presidente Néstor Kirchner sostuvo ayer que el hecho tenía que ver con una intención desestabilizadora del proceso electoral del 28 de octubre, aunque ningún analista político esquivó mencionar que la seguridad es además uno de los temas que el gobierno K evitó mencionar durante toda la campaña.
En la gobernación bonaerense, tanto Felipe Solá como el ministro de Seguridad León Arslanián se habrían inclinado un poco más hacia la teoría de que los asesinos firmaron con tres homicidios su disconformidad con la política de seguridad que los gobierna o puede gobernar.
El propio ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo, habló ayer de un crimen "mafioso-político" y sugirió que podría tratarse de la mano de obra desocupada de la policía.
Lo cierto es que el triple crimen le corto el aliento a los políticos absorbidos hasta ayer en la pelea por lograr una mejor elección el próximo domingo y las primeras reacciones dejaron en claro que el problema de la seguridad era mucho más grave de lo que cualquiera de ellos podía imginar.
Todos entendieron que alguien mandó un mensaje, pero nadie sabe, por ahora, si decir que fue recibido.