Conocimos la inmoral cifra de pobreza e indigencia que flagela nuestro país. Números dramáticos que exponen los cuatro años de gestión del actual gobierno, pero que no hay dudas, van a ser peores.
En momentos donde algunos argentinos no decidieron su voto, las cifras del INDEC vienen a golpear la razón de ellos y ayudan, también, a encuadrar el propio argumento del presidente, quien durante la campaña del 2015 y luego en gestión, pidió que lo juzguemos por su trabajo para combatir la pobreza. No solo no consiguió la “pobreza cero”, que claro, es un horizonte, un aspiracional, sino que aumentó severamente el número con el que tomó el poder. En este caso, el votante indeciso recibe una ayuda del presidente y se lo pude juzgar según su propia vara.
Antes de ir a los datos, ¿de qué hablamos cuando hablamos de pobreza? Según el INDEC, a partir de los ingresos de los hogares se establece si éstos tienen capacidad de satisfacer -por medio de la compra de bienes y servicios- un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. El procedimiento parte de utilizar una canasta básica de alimentos y ampliarla con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios (vestimenta, transporte, educación, salud, etc.) con el fin de obtener el valor de la canasta básica total (CBT).
La indigencia, por su parte, es ni siquiera poder comprar la canasta básica de alimentos, dicho en otras palabras, son los argentinos que pasan hambre.
La pobreza alcanzó los niveles de octubre de 2001
¿Qué dicen los datos? Que la pobreza del primer semestre del 2017 fue de 28,6% y la indigencia de 6,2%. Durante los primeros seis meses del 2018 fue 27,3% y 4,9%; los últimos datos del instituto estadístico arrojan un salto brutal, pobreza del 35,4% y una indigencia del 7,7%.
Números fríos, pero si desagregamos los datos empezamos a palpar eso que algunos parecen no querer ver. La información proyectada da que casi 16 millones de compatriotas son pobres y más de 3 millones y medio de personas con hambre.
Si seguimos profundizando vemos que la pobreza fue de 52,6% entre los menores de 15 años. Una brutal condena al futuro de nuestro país.
Con un salario real fulminado, que a datos de julio había perdido su poder de compra en un 7,5%. Si sumamos toda la gestión del actual gobierno, la perdida del poder adquisitivo ronda el 20%. Así, las posibilidades de revertir lo antes expuesto son nulas. Un verdadero desastre.
Alberto Fernández: "No hay nada más inmoral que no reaccionar ante la pobreza"
Pero lamentablemente la situación no se frena ahí, los datos difundidos por el INDEC, corresponden al primer semestre, todavía falta el segundo, que si duda será mucho peor. Para afirmar esto no hay que hacer elucubraciones mágicas, sino que metodológicamente, los datos semestrales se calculan como el promedio de los dos trimestres, y según estimaciones privadas, en el primer trimestre de 2019 la pobreza alcanzó al 34% de la población y la indigencia al 7%. De esto se puede inferir que en el segundo trimestre la pobreza fue del 36,8% y la indigencia del 8,4%.
Durante el tercer trimestre se puede esperar que impacte de llenó la última devaluación y el aumento del índice de precios por arriba del 5%. Mientras tanto, el empleo, el único motor para combatir la pobreza, continúa en dos dígitos. El consumo y la inversión, la dupla que debe motorizar la creación de nuevos puestos de trabajo son inexistentes.
La pobreza y la indigencia son parte de las obscenidades que todavía nos duelen, más de la mitad de nuestros pibes son pobres, hipotecando así el futuro de nuestro país. Mientras tanto, solo paliativos post electorales, pero a pesar de ellos, lo peor de la pobreza no pasó, y si no hay, de cara al horizonte, políticas sustentables de creación de empleo, la historia será siempre la misma.
¿Es este el país que queremos?
(*) Analista Económico
@leoanzalone