POLITICA
Desde Madrid

Diario de la peste: la incertidumbre

Mi abuelo materno, que pasó la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, siempre decía: mejor que creer es ser cura.

 Juan Carlos I de España 20200714
Juan Carlos I de España | Cedoc Perfil

Ayer almorcé con un amigo a quien no veía desde que comenzó la cuarentena. Además de contarnos la vida durante el confinamiento, paso obligado en cada reencuentro antes de continuar con otros asuntos, me dijo que se había contagiado el coronavirus sin síntomas aparentes, y que lo supo a través de dos test que confirmaron la enfermedad. "Estoy blindado con millones de anticuerpos", dijo en broma. Esta mañana recordé la frase porque The Guardian informa que el King's College de Londres ha publicado una investigación en la que se asegura que la covid-19 es como un resfrío normal que nos pueden contagiar año tras año.

Después de la comida pasé por la llamada milla de oro, un barrio de Madrid, en el que se encuentran todas las boutiques de lujo. La calle Serrano es similar a la Goethestrasse de Frankfurt, Old Bond Street de Londres o la avenida Alvear de Buenos Aires. La ropa es muy cara pero el metro cuadrado de los locales, más. Prada pagó el año pasado cien mil euros por cada metro cuadrado de su tienda. Hacía meses que no pasaba por aquí y me llamó la atención la tranquila creatividad de los escaparates. Louis Vuitton, por ejemplo, en lugar de sus montajes visuales sorprendentes, oníricos, se limita este verano a exhibir bolsos y carteras flotando entre pescaditos plateados y contrastes de luz azul marino. Las fotos son de un convencionalismo más cercano a una tapa de ¡Hola! que de la revista francesa Numéro: la actriz Emma Stone posa junto al Sena con la discreción de una profesora de un colegio católico. Prada también se mueve dentro de la corrección, con diseños sobrios y modelos convencionales. Gucci olvida el surrealismo con el que se atascó estos años y se limita a exhibir sus zapatos y bolsos con más aburrimiento que El Corte Inglés. ¿A qué viene tanta mesura? Quizás a que la imaginación y el desborde no tiene fuerza para combatir contra la covid-19 que cada día desarrolla una nueva línea creativa –hoy al ataque invisible le suma la vulgaridad de la repetición de un simple resfrío– y que el consumo está congelado. Tal vez el lugar común sea una manera de clamar por una venta. Jacques Littuer, el columnista de economía de Charlie Hebdo, escribió hace unas semanas que el confinamiento ha puesto de manifiesto un par de cosas. Que cuando se dejan de vender artículos inútiles a quienes están tapados de deudas y se descubre que las personas esenciales para sortear la crisis sanitaria son las peor retribuidas, el sistema colapsa. Malos tiempos para la lírica, debe pensar Miuccia Prada. Lo mismo que dijo ayer, con otras palabras pero con el mismo sentido, el primer ministro holandés, Mark Rutte al presidente Pedro Sánchez: sin reformas no habrá ayudas.

Diario de la peste | Una historia conocida

Mientras tanto, la actualización diaria de la información sobre las actividades económicas del rey emérito da cuenta hoy del ingreso de miles de euros, eludiendo los controles del aeropuerto de Barajas, que realizaba periódicamente su abogado suizo y se los llevaba al Palacio de la Zarzuela. Junto con el número de nuevos contagios, cada mañana, se aporta una nueva actividad opaca de Juan Carlos I.

Pienso en mi pobre amigo quien, ni bien lea durante la mañana los diarios, perderá la única certidumbre que lo mantenía más o menos optimista en el plano personal: tener anticuerpos. Pero también es cierto que certezas no hemos tenido nunca. Mi abuelo materno, que pasó la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, siempre decía: mejor que creer es ser cura.

MR/FF