Cambio de factores: cuando todos estaban discutiendo el peso de la economía sobre los principios sanitarios, unas elecciones autonómicas ponen encima de la mesa los criterios políticos frente a la salud. [1]
Crece el rebrote tal y como era previsible. En Galicia, en el País Vasco, en Cataluña y Aragón. Los catalanes se mueven entre confinamientos y el uso obligatorio de la mascarilla, aunque uno esté solo en medio de un bosque, medida que hoy también van a aprobar en las Baleares [2]. Descubren también las autonomías algo previsible: ahora, delegadas las funciones por el Gobierno central, no pueden lavarse las manos: la covid-19 llama a sus puertas. Pero las autoridades gallegas y vascas tienen otro tema que atender: el domingo se vota y los alcaldes de las zonas afectadas por los nuevos contagios piden la suspensión de los comicios [3]. Ocurre también que en ambas comunidades el oficialismo se siente cómodo para ganar las elecciones, pero el virus atenta contra su suerte porque ya comienza a advertirse que se esgrimen razones vagas, simples excusas, para no detener la votación en las zonas afectadas.
Diario de la peste: esto no es la realidad
Era de prever. Cuando en mayo se convocaron las elecciones ya se sabía que se corrían los riesgos que hoy están en la calle pero las encuestas eran buenas y el coste de la gestión de la pandemia puede ser duro con los que gobiernan. Mejor arriesgarse con el virus que perder la elección. [4]
La política también está detrás de la estrategia de los suecos. A los analistas les llama la atención que una coalición de socialdemócratas y verdes como la que gobierna el país nórdico prefiera salvar un punto de producto bruto interno antes que evitar la mortalidad de cinco mil personas, tal es el dato que surge si se lo compara con el marco sanitario de sus vecinos daneses [5]. Si bien, a todas luces, el criterio parece económico, es solo táctico ya que la estrategia hay que buscarla en las elecciones de 2018 en las que la extrema derecha solo consiguió un 17% de los votos cuando todas las encuestas les daban el doble. [6] De haberlo logrado hoy serían gobierno. La coalición, por lo tanto, trabaja día y noche, más allá de ser rojos y verdes, para no alimentar el espacio azul de los ultras. Claro está, lo hace con vidas. Ergo, no hay que buscar las razones en la bolsa sino en las urnas. Por supuesto que tenía razón el presidente Fernández cuando explicó que su criterio era el opuesto al sueco. Al igual que lo hace el resto de países europeos, incluida la inflexible Alemania y el líquido presidente francés. Por cierto, Macron acaba de formar un nuevo gobierno que contradice al anterior: ahora, después de la derrota de las recientes municipales, conformó un gabinete conservador [7]. Todo indica que buscará apagar la llama de Marine Le Pen (quien lo superó en las últimas europeas) con material inflamable.
Diario de la peste: lo mejor de todo
Mientras tanto, todos a la playa. En septiembre, con el otoño boreal, los problemas sanitarios recrudecerán con un sistema de sanidad exhausto y una crisis económica que comenzará a desplegar su cara más dura. El relato de la cuarentena ha concluido. En tanto se impuso su mirada amable hacia un mañana mejor después del apocalipsis. El epílogo lo desmiente. No podía ser de otro modo. Nos lo recuerda John Ashbury en un poema: [8] “Una historia gastada de tanto narrarla./ Todos los diarios se parecen, claros y fríos,/ se preparan para un frío futuro”.
[1] https://www.elmundo.es/elecciones/elecciones-pais-vasco/2020/07/09/5f05f9c221efa0e7498b46e0.html
[5] https://elpais.com/opinion/2020-07-06/ciencia-sin-politica.html
[8] https://www.visor-libros.com/tienda/autorretrato-en-espejo-convexo.html