POLITICA
reforma al regimen del servicio exterior

Alberto Daverede: "Con una jubilación común no se puede mantener cierta dignidad"

Ya retirado, el titular de la asociación que nuclea a los pasivos de la carrera diplomática (Arsen), analiza la situación planteada por el proyecto de reforma jubilatoria.

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Embajador. Desde inicios de año, Daverede preside la Arsen. | cedoc

“Creo que los diplomáticos somos pocos y la gente piensa que llevamos una vida muy distinta a la realidad”, comenta a PERFIL el embajador retirado Alberto Daverede. Desde 2020, preside la asociación que nuclea a los jubilados y pensionados de la carrera (Arsen). En vísperas de que el Senado apruebe lo que describen como una “derogación” –el artículo 13 deja afuera a las futuras camadas del régimen especial–, decidieron sumarse, por primera vez, al debate público como la voz de los diplomáticos retirados.

—¿Por qué piensa que no les concedieron reformas al proyecto, como ocurrió con los judiciales?

—Hay un preconcepto sobre la diplomacia y nuestro trabajo, por las recepciones a las que debemos asistir. Pero esos lugares son donde uno hace los contactos que van a servir luego para la acción que se propone a favor del país. No voy a negar que es una carrera con enormes satisfacciones pero nadie entra al servicio exterior por el dinero, cualquiera puede ganar mejor en la actividad privada. Quienes escogen esto es por su vocación, y eso debe ser contemplado.

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—¿Puede perjudicar a la carrera esta reforma?

—Nosotros entendemos que el régimen forma parte de la carrera y pretendemos que siga siendo atractiva. Quizá los jóvenes todavía no piensen en ello y no dejen de entrar al servicio pero, cuando lleguen a los 40 años y vean más cercana esa posibilidad, empezarán a pensar respecto de si esos retiros les permitirán cubrir sus necesidades a futuro. Y no hablamos de necesidades básicas sino de las que tiene un profesional con una familia que se ha formado en muy buenos colegios y tiene un nivel de exigencias en su vida diaria que no son las mismas de aquel que puede subsistir con una jubilación común. A lo largo de la historia, hemos tenido funcionarios argentinos con roles fundamentales.Hemos dado mucho al país para sufrir ahora este tipo de sanciones.

—¿Considera que un diplomático retirado no puede vivir con una jubilación del régimen común?

—Con una jubilación del régimen común no se puede mantener cierta dignidad en base a determinadas necesidades que hacen a su vida personal. Se podría pensar en una caja compensatoria y se debería contemplar que nuestras contribuciones son muy altas, no tienen tope y pagamos regularmente el impuesto a las ganancias. Somos conscientes de la diferencia entre una mínima y lo que cobramos nosotros, y por eso hemos propuesto formas de reducir esas distorsiones...

—El Gobierno habló de jubilaciones de 390 mil pesos promedio...

—Esos números están inflados pero eso no quita que sean altas. Desde principios del año pasado tuvimos contactos con la Secretaría de Previsión Social y la Anses (de Macri) y siempre mostrarmos predisposición. Luego dejaron de responder a nuestras consultas pese a que se habían alcanzado algunas fórmulas de consenso sobre la base de mantener un régimen especial. Hay más de cuarenta regímenes especiales que guardan relación con las características propias de las labores y cómo impactan en la familia. Es fundamental.

—¿A qué se dedica un diplomático cuando se retira?

—La mayoría ha tenido experiencias en la docencia, en los voluntariados, a veces nos vuelven a convocar para el servicio público, porque nos jubilamos de la profesión pero no de la vida. Los embajadores nos jubilamos a los 70 años y casi todos nos mantenemos activos. Mientras el físico y la cabeza den, seguimos prestando algún tipo de servicio a la sociedad. Son raros los diplomáticos que se ponen las pantuflas y se van a leer el diario.