POLITICA
Relación padre-hijo

La inesperada visita de Franco al búnker PRO y la historia de la reconciliación con su hijo

La política los distanció durante los años del presidente como jefe de Gobierno porteño. Sin embargo, en 2015 la relación tomó un nuevo rumbo luego de una internación de Franco. Detalles exclusivos.

Franco Macri
Franco Macri murió a los 88 años | Franco Macri

A pesar de las diferencias públicas entre ambos, Franco y Mauricio Macri pudieron reconciliarse. Luego de que el padre del presidente había expresado que esperaba una victoria de kirchnerismo, las diferencias políticas quedaron de lado y hasta se lo pudo ver en el búnker de Costa Salguero en octubre de 2015 para la primera vuelta presidencial cuando su hijo quedó apenas detrás de Daniel Scioli.

Sin embargo, la reconciliación había comenzado días antes de la primera vuelta, cuando la salud de Franco se empezó a deteriorar progresivamente, según pudo reconstruir PERFIL.

Eran poco más de las 3 de la mañana del sábado 17 de octubre cuando sonó el teléfono de Juliana Awada. Dormida, la mujer del entonces jefe de Gobierno porteño, atendió. Ambos habían venido de una gira de campaña por el Interior.

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En ese momento a Juliana le avisaron que Franco había sido internado en el Hospital Italiano con un cuadro complicado: una hemorragia interna. Mauricio Macri se levantó rápidamente y salió desde su piso en Libertador y Salguero – donde hoy vive el titular de la AFI, Gustavo Arribas - en dirección el hospital pensando lo peor: su padre tiene 85 años y, como hombre mayor, su estado de salud podía ya jugarle una mala pasada.

En el cuarto de la habitación donde permanecía internado charlaron. Un diálogo de padre e hijo. Los dos solos en un momento de debilidad del progenitor. Franco se recuperó, pero algo había vuelto a nacer en la relación entre ambos.

El reencuentro ya venía dándose, lentamente, desde mitad de 2015. Juliana, a quien el patriarca de la familia suele elogiar cada vez que la ve, fue uno de los puentes para que un complejo vínculo haya mejorado.

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Acaso por ello el domingo 25 de octubre, el día de la elección, sorprendió a todos: por primera vez desde que su hijo se había volcado a la política, algo a lo que siempre se opuso, llegó al búnker de Cambiemos con seriedad pero visiblemente emocionado. Prácticamente no entabló diálogo con su hijo pero lo saludó con afecto en el VIP del complejo Costa Salguero. Hasta Elisa Carrió se sorprendió de verlo allí.

Como un reflejo, ese lunes, tras la emoción de los festejos, y antes de ir a una de las decenas de entrevistas televisivas que otorgó ese día, se tomó un ratito. El entonces candidato de Cambiemos hizo menos de diez cuadras que lo separan de la casa de su padre en Barrio Parque en la calle Ombú y pasó un rato a divertirse: se prendió en un partido de bridge de los que suele organizar el patriarca del clan junto a sus amigos.


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La paz a la que había llegado la relación no fue siempre así, ni de lejos. En febrero de 2014 Franco llegó a declarar que “el próximo presidente tiene que salir de La Cámpora” y durante los años previos, con su hijo en guerra política con el kirchnerismo, se cansó de elogiar al Gobierno nacional, a Cristina Kirchner y a Néstor.

“Son dos caras de la misma moneda: me permitió educarme, me dio mis primeras oportunidades de trabajo y me dio la locura por el hacer. Hasta que empezó a boicotearme y me di cuenta que tenía que abrirme y desarrollé la locura por el fútbol y por Boca. Y a partir de ahí los quiebres fueron públicos y fue duro”, expresó Macri en TN la semana que llegó a la segunda vuelta presidencial. “En él conviven dos personas: la que me ama incondicionalmente y la que me boicotea”, agregó.