Vistas desde el actual contexto de ajuste y economía a la baja, las elecciones del año próximo pintan amenazadoras para el Gobierno. Se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la de Senadores, incluidas las tres bancas bonaerenses.
Ante ese panorama, la estrategia del oficialismo es enfocarse en la provincia gobernada por Vidal: imponerse ahí le permitiría atravesar en paz el trámite de las legislativas. Y al macrismo todo le suma, en función de alimentar la esperanza de un triunfo: los méritos propios (la imagen positiva de Vidal, que no baja del 60%); las debilidades ajenas (el peronismo astillado); y la proyección de un escenario económico neutro, al menos, con la inflación un poco más controlada.
La división del peronismo entre massismo y kirchnerismo –sumadas las tribus que no cuentan con un liderazgo claro dentro del PJ– es el principal motivo del PRO para fantasear con una victoria. Repetir el 34% de las legislativas de 2015 sería suficiente, según estiman en Cambiemos, para primerear a las distintas ramas peronistas.
Peronismo. El Gobierno alimenta esa ruptura del PJ con los medios que tiene a mano, tanto retóricos como materiales. De los discursivos, alterna entre polarizar con Cristina Kirchner (a la que le percibe un techo electoral fijo y cercano al 30%) y el massismo (quizás asociado a Margarita Stolbizer), siempre en función de la conveniencia del momento. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, por su parte, despliega una política funcional de puertas abiertas y reparto de fondos para los intendentes y gobernadores justicialistas.
Los nombres que maneja el Gobierno para encabezar la boleta bonaerense son: Elisa Carrió y, bastante más atrás en términos de intención de voto, un minipelotón integrado por el ministro Esteban Bullrich, el intendente de Vicente López, Jorge Macri, y el neurocientífico Facundo Manes. La ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, quien nunca mostró demasiado interés en postularse, y el de Trabajo, Jorge Triaca, quedaron algo rezagados en la carrera.
Según las encuestas que maneja el oficialismo, Carrió les saca unos 10 puntos de ventaja a cualquiera de ellos. Es la única que le aporta un plus propio al piso electoral de Cambiemos, según reconocen en Casa Rosada. Así, si bien los asesores de Mauricio Macri prefieren que Lilita se presente en Capital, la contienen para evitar el más mínimo enojo de su aliada indomable.
En plan de reducir fricciones dentro de Cambiemos, Vidal y Marcos Peña ya presentaron la llamada mesa política bonaerense del espacio, junto a sus socios de la UCR y la Coalición Cívica. Y en octubre, el oficialismo armará una mesa nacional, con Lilita y Macri incluidos.
Pero el foco macrista sigue puesto en la provincia de Buenos Aires, al punto de que ayer Juliana Awada anticipó la campaña. La esposa de Macri visitó un comedor comunitario en Quilmes, junto a María Eugenia Vidal.