El loteo de ministerios y el diálogo roto con Cristina Kirchner son los principales obstáculos para un Alberto Fernández que pretende modificar el curso de su gestión con autonomía. Tras el nacimiento de su hijo Francisco, el Presidente se recluyó en la Quinta de Olivos para evaluar cómo ordenar un gobierno cooptado por la interna oficial.
Alberto Fernández decidió sostener al ministro de Economía. Con una inflación que marcó una cifra récord, el jefe de Estado se resiste a mover al funcionario que está en la mira de Cristina Kirchner. Enumera los datos positivos que empezó a mostrar la economía para defenderlo. “Él está convencido de que Guzmán hizo las cosas bien”, dice un ministro de diálogo permanente con Fernández. El domingo pasado, el Presidente envalentonó al ministro de Economía y le aseguró que seguirá en el cargo. Lo autorizó a hablar y a marcar que se vendrá una etapa de gobierno con funcionarios alineados.
El Presidente quiere sostener a Juan Manzur, representante de los gobernadores en el Gobierno
Hasta ahora no se escucharon voces kirchneristas que salieran a contestarle. La vicepresidenta sigue esperando el mensaje del Presidente. “En algún momento vamos a hablar. Por lo único que voy a trabajar es por la unidad, nosotros somos prescindentes, en lo que no podemos ser prescindentes es que por nosotros esto se rompa y le demos espacio a la derecha”, dijo Fernández esta semana. Pero el jefe de Estado no quiere ceder a la presión de CFK de hacer movimientos con los que no están de acuerdo y el mensaje no llega.
Hoy sigue sin haber interlocutores ni mediadores. “Cada vez que pude asomar la cabeza, me la hundieron”, repite el jefe de Estado ante sus dirigentes más cercanos. La última jugada se la marca a Máximo Kirchner por votar en contra del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por la deuda. El Presidente esperó ese momento para hacer el relanzamiento que ahora busca, pero las críticas y oposición del kirchnerismo se lo prohibieron.
El domingo pasado por la noche, Fernández dejó varias hojas sobre su escritorio. Contienen las distintas variantes que evaluaba para dar un nuevo comienzo a su gobierno. “Detesta la idea de relanzamiento”, aseguran desde su entorno, aunque el Presidente sabe que su gestión necesita un golpe de efecto.
¿De qué servirán cambios de nombres si no mueve al equipo económico? Es una pregunta que el propio Presidente se hace por estas horas. Fernández quisiera cambiar las segundas líneas, pero con esos desplazamientos abre la pelea con la vicepresidenta y, para hacerlo, cómo mínimo, deberá avisarle. Cree que, si no están de acuerdo con la política económica, deberían ser ellos quienes den un paso al constado.
“¿Si no mueve al ministro de Economía debe mover al jefe de Gabinete para generar impacto?”, se preguntan alrededor del Presidente. Tocar a Juan Manzur es tocar a los gobernadores. Fernández habla con algunos de ellos a diario y no quiere perderlos. El loteo de ministerios que debió hacer por pertenecer al Frente de Todos hace que el Presidente se quede sin movimientos posibles.
Aparece, entonces, otra pregunta: “¿Qué sentido tiene tocar ministerios que no generarán ningún impacto en la gente?”. Sumar a dirigentes como Agustín Rossi hoy parece poco probable.
Sergio Massa mira estos movimientos desde lejos. Con actividad oficial desde República Dominicana le escapa a los rumores sobre su desembarco en el Gobierno. El titular de la Cámara de Diputados prefiere “flotar” en el Congreso y Fernández aún no le hizo ningún ofrecimiento. Hay más preguntas: ¿Tiene sentido un desembarco en el Gobierno para el dirigente que se ilusiona con el 2023? Un ministro lo da adentro: “Su rol en el Congreso no tiene más sentido. Con el frente roto ya no puede sacar ninguna ley”, evalúa. Massa no lo ve así. Fernández tacha una y otra vez los borradores, no le quedan opciones más.