Los allanamientos a las casas de Darío Nieto, secretario privado de Mauricio Macri, y de Susana Martinengo, también ex funcionaria de Cambiemos en la Rosada, fueron los últimos movimientos visibles de la causa por espionaje ilegal que tramita en el juzgado federal de Federico Villena, en Lomas de Zamora.
Realizados el jueves y ayer domingo, los operativos tuvieron como finalidad secuestrar dispositivos electrónicos -computadoras, tablets, teléfonos celulares- así como agendas y anotaciones de Nieto y Martinengo, para ser analizados en la causa. El nombre de Nieto también fue noticia ayer, cuando integrantes de Juntos por el Cambio (JxC) emitieron un comunicado en respaldo suyo.
De 35 años y militante del PRO desde su juventud, Nieto no había aparecido inicialmente en la causa, pero quedó alcanzado recientemente. En la justicia se lo señala como la persona que habría recibido de parte de Martinengo, que tenía a su cargo la secretaria de documentación presidencial, un área que dependía de él, información de parte de los agentes involucrados en la causa. Mientras que cerca suyo lo descartan por completo y lo defienden con vehemencia, él mismo presentó el viernes pasado un escrito ante el juzgado en el que consideró falsa la acusación en su contra. En tanto que, en paralelo, la causa avanza con las citaciones de los afectados y en poco tiempo más podría empezar con la ronda de las indagatorias de los imputados.
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Las hipótesis
La hipótesis inicial de la investigación es la de una posible organización criminal, dentro del Estado Nacional, dedicada a la realización de actos de espionaje interno, prohibido por la ley. Un objeto que pone bajo la lupa a la anterior gestión de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), cuando el organismo estaba bajo la órbita de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, ya que los hechos investigados ocurrieron durante la gestión de Cambiemos.
A casi un mes del estallido mediático del caso, el expediente ya tiene más de 50 víctimas y alrededor de 20 imputados. La irrupción del caso en la escena pública se dio el domingo 30 de mayo, pero se instruye desde febrero pasado. Fue luego de que un acusado en un caso de narcotráfico, Sergio “Verdura” Rodríguez, declarara sobre sus vínculos con un abogado de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Facundo Melo, y diera inicio así a una trama que hoy tiene entre sus víctimas querellantes a CFK, Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Nicolás Massot, y Emilio Monzó, entre políticos, dirigentes sociales, periodistas, representantes de la iglesia católica, y sindicalistas entre otros.
Entre los investigados no sólo está Melo sino también varios otros agentes de la organismo de Inteligencia local, y algunos de sus directores durante el macrismo. Entre los nombres sobrevuelan los de Alan Ruiz, ex director de Operaciones Especiales y Diego Dalmau Pereyra, ex Jefe de Contrainteligencia. Precisamente Dalmau Pereyra fue otro de los protagonistas de la última semana. Su casa, en la localidad de Escobar, también fue allanada por orden de Villena. En tanto que Ruíz fue detenido el sábado 20 por decisión del otro juez federal de Lomas, Juan Pablo Auge. La detención se dio en el marco de otro caso de espionaje, el que se dio sobre el Instituto Patria y el domicilio de CFK, en el barrio de Recoleta, todo en 2018.
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En el tiempo que lleva la causa de Villena en el tapete público se produjeron las convocatorias a las víctimas. La metodología es siempre la misma: se los cita, se les informa que fueron víctimas de espionaje ilegal y se les muestra el material que consta sobre ellas. Hay fotos, videos, detalles de seguimientos. Quienes conocen de cerca el caso aseguran que nadie sale igual a como entró después de ver lo que hay sobre ellos.
A los nombres conocidos inicialmente se fueron sumando nuevos en los últimos días, a medida que se va conociendo nuevo material producto del análisis de los materiales secuestrados. Y todo indica que podrían agregarse más.
Eso es parte de la estrategia del juzgado, en el que reina el hermetismo. Convocatorias sobre la hora y secreto de sumario, marcan el ritmo que a veces rompe un allanamiento y otras podrá hacerlo las citaciones indagatorias. Al menos por ahora.