En Quito se respira tranquilidad, después del infierno que vivió ayer tras la rebelión policial contra el presidente Rafael Correa. Desde temprano, cientos de militares acordonaron el perímetro del Palacio de Carondelet, sede de la presidencia, donde el mandatario cumple funciones, después de ser rescatado por el ejército del hospital en el que estaba cautivo.
Los soldados están armados con fusiles y no dejan pasar ni siquiera a los simpatizantes de Correa, que con banderas del movimiento oficialista Alianza País intentaban aproximarse para expresar su apoyo al mandatario.
"Nadie puede pasar por orden superior", dijo un militar a un grupo de partidarios, según el diario El Universo , mientras otros requerían credenciales a los periodistas para permitirles el acceso.